Claudia Martínez
(especial para ANALISIS)
Fue comunicador social, pero el día menos pensado se fue a estudiar para convertirse en cura. Se desempeñó como director de una radio y como periodista político de otra. Cuando pensó que iba derecho para el Seminario, se puso de novio. Pero la fe pudo más y ahora le faltan pocos meses para ordenarse de sacerdote.
No ha cambiado nada de ese chico que trabajó en LT 14 alguna vez y que desapareció de “los lugares que solía frecuentar” cuando se le despertó en el corazón ese fuego interno que se llama vocación.
Cuenta Sonia Fernández, periodista de Canal 9 y una de las mejores amigas de Brasesco, que cuando Pedro fue a su casa, un sábado, a contarle que se iba al Seminario de Gualeguaychú, ella no le creyó.
“Me acuerdo como si fuera hoy. Pedro es un tipo vivaz, le encanta viajar, y tenía un futuro promisorio como periodista. Cuando me dijo que se iba de cura, durante cinco horas hablamos, uno sentado enfrente del otro -yo sin creerle, claro- y él, lo único que me recalcaba era ‘fue un llamado de Dios’. Así, una y otra vez. Al final, repito, luego de cinco horas me convenció de que era así”, recuerda.
Los que lo conocen dicen que tiene grandes habilidades en el aspecto comunicacional y es muy conocedor en materia de informática.
“Era un chico religioso como todos, de ir a misa los domingos”, dicen. Sonia se ríe y remarca: “Nunca en la vida pensé que iba a ser cura”.
Mi amigo el cura
Pedro Brasesco no ha perdido la calidez y la sonrisa que siempre lo caracterizaron. Cuando llega a la entrevista, lo hace de anteojos negros, camisa con el primer botón desprendido y dispuesto a charlar.
Cuesta creer, para quien lo conoce desde hace mucho, que ya no sea periodista y que le falte poco para ser sacerdote.
“La comunicación es una cosa que uno lleva adentro”, se ataja de entrada cuando le preguntan si se olvidó de todos los medios.
Ahora tiene 33 años, pero aparenta muchos menos.
Fue a colegios estatales y lo aclara, como para hacer notar que no siempre tuvo antecedentes católicos y fuertemente religiosos.
“En realidad fui a un colegio estatal. Me habían mandado al Colegio del Huerto pero me aburría. En jardín de cinco años me dijeron que no había bancos entonces me fui a la Escuela de Comercio de Victoria. El hecho de ir a la Escuela de Comercio era decir ‘sos Perito Mercantil’, significaba que después ibas a trabajar en un banco. Estuve en grupos de parroquias como cualquiera. Era monaguillo”, cuenta mientras le pega el primero sorbo al mate.
-Pero no había nada que hiciera sospechar algo acerca de tu vocación…
-En realidad hubo una inquietud. Yo pensaba “¿no será que Dios me está llamando?”. En quinto año estaba trabajando como locutor en Victoria. Ahí terminé porque siempre leí en misa y un día el dueño de la radio, Horacio Melo, me escuchó. Me preguntó si no quería ir a practicar porque podían necesitar voces para hacer publicidades o cosas así. Fui a la radio. Me llevaron con el encargado de los locutores. En esa época estaba Manuel Lazo. Era una radio re importante. Me dieron una carpeta y me puse a leer. Me grabaron y cuando me escuché no fui nunca más (risas). Dije “esto es espantoso”. Pero siempre me buscaron para leer. Eso fue en 1990. Pero María Fernanda Sanzberro me dijo que en la AM estaban por abrir una FM. Volví a ir y me contrataron para unas participaciones. Durante quinto año de la escuela secundaria estuve haciendo medio turno de 9 a 12 en la radio. Terminé y me puse a estudiar Comunicación Social. De hecho, estudiando y trabajando era lo que me gustaba, pero siempre me había quedado pendiente la vocación. Lo hablé con un cura y me dijo “tenés que decidirlo” y mi respuesta fue ponerme de novio. Llegó un punto en que me dije “si es de Dios se me tiene que manifestar de alguna manera”, si no seguiré con mi vida. Yo sentía que era lo que me gustaba pero a futuro no me veía haciendo lo mismo.
-¿Cuándo entraste a trabajar en LT 14?
-Primero le hice producción a Adrián Trucco en 1995 y en 1996 empecé con Sonia Fernández. Antes hice varias cosas, como corresponsalías y esas cosas. Fue como que empecé a ser corresponsal de Radio Victoria desde Casa de Gobierno. Ahí en Casa de Gobierno la conocí a Sonia. En 1999 me fui a Concordia a LT 15. Llegué a ser director de esa radio.
-¡Epa! ¿Ahí ganabas plata?
-Claro que sí.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
