El no rotundo al proyecto de reforma constitucional salido del reciente congreso radical puso en problemas al gobernador Jorge Busti y a su principal escudero, Sergio Urribarri. La decisión, conocida en la tardecita del sábado, sólo vino a confirmar lo que Busti (que tiene buenos amigos entre los correligionarios) ya sabía. Un confidente de ANALISIS cuenta que, cuando se enteró (días antes del congreso), que ya estaba tomada la decisión de rechazar la reforma, “se puso loco” y que en la reunión que mantuvo con legisladores de su palo, prometió “sal” y repartió diatribas para todos lados, incluso hacia adentro de su propio partido. Urribarri, principal operador de la movida reformista, quedó muy mal parado, quizá por eso, la grilla de justicialistas “acusados” por él de entorpecer el objetivo es cada vez más abultada. El dato no es menor hacia la interna del PJ; tampoco lo será para la oposición que ya comenzó a vivir en carne propia el significado de “repartir sal” a los ingratos. La denuncia penal ampliatoria contra el ex gobernador Sergio Montiel, contra su hijo Víctor y otros funcionarios dio cuenta de que, efectivamente, Busti anda con el salero en la mano, en el mejor de los casos, claro, porque lo que anticipó es un campo de salitre, no un simple salerito.
Claudio Gastaldi
(Desde Concordia)
Los primeros que tendrán oportunidad de saberlo (si los compañeros se lo permiten) serán los legisladores de la oposición. Para ellos no más contratos, no más plata negra, no más canonjías, se les viene la noche. Los “ingratos”, que al decir de Jorge Busti son “algunos radicales que llegaron al gobierno para pedir favores a cambio de una postura positiva”, pagarán caro. Como en el Edipo Rey de Sófocles, Busti hará las veces de “cantora”, la esfinge que mataba a los Tebanos que no descifraban sus enigmas. Fueron en este punto muy calificadas e impresionantes las declaraciones del diputado radical por la ciudad de Gualeguaychú, Osvaldo Fernández; también las de su colega de bancada Eduardo Solari (UCR-Paraná). Ambos, bueno es recordarlo, se manifestaban anti-reformistas en tiempos de la interna contra Sergio Varisco (UCR). Por aquellos días, militaban en el sector que capitaneaba Juan Ghiano (UCR-Nogoyá), sector que no trepidaba en acusar a Varisco de contar con el apoyo de Busti en la interna pues era él (Varisco) que le garantizaba reforma y reelección. Varios meses después (es decir ahora), la infamia, la mentira, salta a la vista, también queda claro quiénes eran “los que pedían favores a cambio de una postura positiva”.
Tanto la declaración de Fernández como la de Solari dan pista sobre su corto y pobre vuelo. Solari aseguró “que la oposición de su partido a la reforma de la Constitución provincial se debe a la existencia de “un fuerte sentimiento anti-peronista” motivado en que “el gobierno provincial no dio las respuestas esperadas a todos los temas que el radicalismo planteó en el diálogo político”. Asimismo, consideró como “una verdadera exageración” que en el congreso partidario de Villaguay se votara por el “no a la reforma, no a la consulta popular y no al diálogo” y descartó la incidencia del ex gobernador, Sergio Montiel, en las resoluciones, ya que su figura “está debilitada dentro del radicalismo”. En tanto, disimulando y falseando truchamente su verdadero pensamiento, lo responsabilizó, junto al gobernador de la provincia, Jorge Busti, porque “con actitudes sectarias, con malos gobiernos y persiguiendo sólo la reelección, no han permitido el entendimiento entre los entrerrianos para reformar la Constitución”. En síntesis, ya se sienten “salados”, ahora intentan salvarse de la parrilla.
La “sal” que enceguecido prometió el gobernador a la oposición, consistiría en una persecución con denuncias penales que se harán para que se investigue al anterior gobierno “hasta las últimas consecuencias” y utilizando toda la maquinaria judicial a su alcance.
La amenaza es de temer si recordamos el peso de Busti en la designación de la totalidad de los integrantes de la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos (STJ) a quienes para “mantenerlos contentos” les dio superpoderes en materia de amparo cuando arrancó el mandato (mediante la polémica reforma de la Ley de Procedimientos Constitucionales), que los diputados y senadores votaron sin chistar.
Por si necesitaban más, les “arregló” también el año pasado, definitivamente, la cuestión salarial, al igual que a todos quienes componen el Poder Judicial, con el “famoso” incremento del 38 por ciento, que se había negado conceder en su primer mes de gobierno.
Pero hay más: son varios los jueces y fiscales desperdigados a lo largo y ancho de la provincia que fueron nombrados por él y que no quieren por nada del mundo seguir la suerte del ahora ex fiscal, José Castría, o ser tapa de diarios, como los casos de los jueces Daniel Malatesta y Juan Carlos Retamoso, a quienes se cuestionara por el rol que tuvieron ambos en las salidas sociolaborales del fallecido Miguel Ángel Lencina, considerado el secuestrador de la pequeña Fernanda Aguirre. Es decir, magistrados culturalmente preparados para hacer una rigurosa “clasificación” de la memoria además. Claro, de “hacer los deberes” de funcionarios, ya que “juraron” por la Constitución provincial hacer cumplir la ley “caiga quien caiga”. Menos los “compañeros”, se entiende.
Si es preciso, para “reforzar la dosis de sal” reflotará a “penalistas oficialistas”, a quienes ahora hará jugar como querellantes, para evitar lo ocurrido a su antecesor Montiel (léase procesamientos, condenas, etcétera), en cuanto a la “falta de resultados” para mostrar a la opinión pública.
Por caso -y para dar crédito a esta especie- ya encontraron en Víctor Montiel un blanco “ideal” por sus conocidas desventuras en la función pública, también a su padre y al camaleoncito Rubén Orlando Cabrera (ex director de Información Pública) que, aunque se muestre al lado de los alcahuetes mediáticos más destacados de esta gestión, también y por lo emblemático del caso (que dicho sea de paso es una causa que ya tiene cuatro años), decidieron, cuando menos, pegarle un susto.
Por si quedaran dudas, sólo habría que remitirse a las declaraciones del gobernador pocas horas después de que se conociera el resultado del congreso. Dijo Busti: “Queda a las claras que la Unión Cívica Radical es un partido dependiente de Sergio Montiel y como el ex gobernador se manifiesta con intereses mezquinos. Los congresales jugaron de igual manera, de espaldas al pueblo”. Y agregó: “Muchos dirigentes radicales se manifestaban abiertamente hacia una reforma constitucional, pero Montiel fijó una línea y determinó lo que debía hacer su partido”. La semana, como efectivamente se dijo, comenzó con sal para la familia Montiel y otros funcionarios.
Esto, claro, sería sólo una parte de la jugada. Falta más. Faltan los ingratos de verdad, los que Busti definió como “algunos radicales que llegaron al gobierno para pedir favores a cambio de una postura positiva”; es decir, aquellos que tampoco supieron descifrar el enigma.
Además, sal y agua.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
