Daniel Enz
El diputado provincial José Ángel Allende no deja de invertir. Sin vender ninguno de sus inmuebles, ahora acaba de adquirir todo un piso en el coqueto edificio Cervantes y un departamento más chico, en una operación que rondó el medio millón de pesos. En Nogoyá, está haciendo construir un importante haras, donde cuenta con varios caballos de carrera. Menemista confeso, y pese a su condición de secretario general de UPCN Entre Ríos, en los últimos diez años siempre vivió en la opulencia, aunque sus ingresos no se condicen con sus inversiones. Hay quienes sostienen que su capacidad económica se ha incrementado notablemente en los últimos tiempos a partir de sus negocios en el IOSPER, donde es uno de los principales conductores. En meses recientes, auditores del Tribunal de Cuentas volvieron a confirmar que, pese a las advertencias realizadas a principios del año pasado, se siguen haciendo compras directas para la obra social y existen notables diferencias de precios con respecto a otros organismos, según se adelantó a ANALISIS.
“Allende tenía una mano atrás y otra adelante, cuando en el ‘89 llegó a Paraná desde la administración pública santafesina y era un categoría 10 en la Dirección de Juntas de Gobierno”. La frase corresponde a un avezado ex dirigente gremial, que recuerda a aquél joven rubio llegado con toda humildad e ímpetu. Ese Allende no es el mismo de estos días. Hoy por hoy, el diputado provincial por el justicialismo de Nogoyá -su ciudad de origen, en la que no vive más desde hace más de 30 años, pero igual sigue representando- es uno de los hombres de mayor poderío económico en la Cámara Baja provincial, aunque en el oficialismo no son pocos los que han incrementado notablemente sus arcas en los últimos tiempos.
En realidad, la ostentación de dinero comenzó a realizarla a principios de la anterior gestión de Jorge Busti, a fines de 1995, cuando se convirtió en un fervoroso aliado, después de ser un incondicional del ex gobernador Mario Moine. Lo primero que hizo en esos primeros días de 1996 fue comprarle la casa-quinta al médico Oscar Remedi, ubicada en el kilómetro 20,5, sobre la Ruta Nacional 12, en proximidades de la pequeña localidad de Sauce Montrull. Anexó otro lote, propiedad de un señor de apellido Migueles y terminó ocupando terrenos fiscales para extender el predio, pese al reclamo de los miembros de la Junta de Gobierno. Allende se había enamorado de la zona a fines de 1993, cuando concurrió a participar de un acto durante la campaña justicialista para elegir candidatos a convencionales constituyentes. Los lugareños recuerdan que el dirigente cayó dos horas antes del mitín, regaló innumerables vinchas con su apellido escrito y fue la figura saliente, porque comandó la presencia de dos colectivos llenos que llegaron a apoyar las ideas de Mario Moine y Augusto José María Alasino, que eran los hombres más importantes del acto.
Los pobladores no olvidan que en esa ocasión trabajaron todo el día para hacer asado, empanadas y pastelitos, que terminaron devorados en su totalidad por los adeptos de Allende. El dirigente contrató a un arquitecto paranaense que hizo remodelaciones en la vivienda -fundamentalmente en los techos-, construyó un quincho, una pileta y se encargó de diagramar el cerco perimetral. Merced a su amistad con el entonces presidente de la Dirección Provincial de Vialidad (DPV), el también dirigente gremial Santiago Gaitán, logró usar las máquinas del organismo para elevar el terreno y así cuidarlo de posibles inundaciones de la zona, tal como ocurriera en 1979 cuando se desbordó el arroyo que está ubicado a no más de 150 metros de la propiedad. Según los vecinos, fue el propio Gaitán quien controló personalmente los trabajos y siempre fue uno de los pocos asiduos concurrentes al predio que, por esas casualidades, linda con el camping de Vialidad Provincial.
La casa-quinta tiene un alambrado olímpico, asfalto hasta la puerta; plantaciones de pinos, álamos y cipreses y una pileta con trampolín. Posee varias habitaciones y son dos las personas que trabajan en forma permanente en el lugar. El amplio terreno estaba valuado en no menos de 200.000 dólares.
En esos días de plata dulce, además de comprarse la coqueta quinta, Allende también concretó una operación con el empresario Héctor Krochik, quien estaba en caída libre. El ex directivo del Banco Cooperativo del Este (actualmente recluido en Punta del Este, después de sus escandalosas maniobras en la entidad bancaria) le vendió el cuarto piso del coqueto edificio de calle 25 de Junio 166 en 160.000 dólares. Se pactó una entrega de 100.000 dólares y cuotas de 11.000. Ni corto ni perezoso, el gremialista utilizó un hábil ardid: puso el departamento a nombre de una cooperativa del gremio, que está bajo su estricto mando. Si alguien lo consulta sobre el inmueble, niega que le pertenece. El piso cuenta con cuatro dormitorios, tres baños, living y comedor, dispuestos en 250 metros cuadrados. El edificio posee una amplia pileta de natación, un importante quincho en el fondo del parquecito y un sector de estacionamiento. A su vez, a fines de la segunda administración de Busti decidió invertir en Nogoyá: allí puso la FM La Voz, que figura a su nombre, según apareciera publicado en el Boletín Oficial de hace escasos años.
La mayoría de los bienes de Allende se encontraban a nombre de su esposa, Diana Traverso y de una amiga, Claudia Frenkel, ex empleada del Banco Cooperativo del Este y allegada a determinados hombres del peronismo. El dirigente también creó una fundación llamada Esperanza y transfirió bienes a empresas fantasmas uruguayas: una llamada Casbox Cantley y otra Cardinal Kluch SA, evidentemente para hacer operaciones en el exterior, por lo cual no existirían dudas de que tendría cuentas en el vecino país. Esta última empresa off shore es una de las más de 500 firmas cuya titular es una tal Alicia Teresa Cabrera Dodera.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
