Silvio Méndez

El fin de semana pasado se llevó a cabo en Paraná una conferencia y debate sobre Gestión de Aguas y Participación Ciudadana. En este encuentro disertó el español Pedro Arrojo, líder de un movimiento mundial que aboga por instalar una “nueva cultura del agua” de la mano de la intervención protagónica de la sociedad civil. En diálogo con ANALISIS, este activista y miembro de un comité que asesora a la UNESCO, habló sobre los distintos conceptos atribuidos a la problemática del agua y su propuesta de acción de lucha por asegurar los derechos comunes. Asimismo, el ambientalista se refirió al sentido que adquieren las protestas en los sistemas democráticos formales, los límites y rol del libre mercado a la hora de implantar una lógica de tratamiento de la naturaleza como “recurso”.

Organizado por la Fundación Eco Urbano, los Baqueanos del Río, el Foro Ecologista y el Consejo Empresario de Entre Ríos, la semana pasada se llevó a cabo en Paraná una jornada de discusión e intercambio entre organizaciones ecologistas e intermedias provenientes de diversos lugares del país e incluso de Sudamérica y Europa. La temática tratada se abordó bajo la denominación Gestión de Aguas y Participación Ciudadana. En este encuentro dictó una conferencia Pedro Arrojo, docente y miembro de un movimiento que aboga por instalar una “nueva cultura del agua” y que ha impulsado en los últimos años multitudinarias manifestaciones en protesta por un plan hidrológico que se pretende llevar adelante en España.

De visita por nuestra ciudad, Arrojo dialogó con ANALISIS sobre distintas aristas que cruzan los problemas del agua en el mundo con las diferentes estrategias y modos de acción concreta en pos de proteger los ecosistemas. En este sentido, su propuesta se afirmó en torno a ahondar la intervención pública de la sociedad civil en demanda de sus derechos. Con indudables ojos europeos, el catedrático consideró que los cuestionamientos a los imperativos del mercado que concibe como “recurso” al medio ambiente, pueden llegar a reconciliarse o subordinar al mismo el sistema económico que sostiene estas lógicas. Para esto pensó que un camino puede ser la reconstrucción del Estado de Bienestar. De todos modos, aclaró que cada región y cultura padece problemas de diferentes características y, por tanto, son distintos los caminos para sus posibles soluciones.

-¿Cuál es la dimensión del problema del agua en el planeta?
-Se suelen plantear los problemas del agua en el mundo como un problema de escasez y yo creo que es profundamente erróneo. Estamos en el planeta azul y es azul porque hay agua por todas partes. Otra cosa es que tenga más o menos impurezas, que tenga sal en los mares. No es un problema en ninguno de los casos de escasez. Desde mi punto de vista los problemas que se producen desde la gestión de aguas es, el primero y más grave, la quiebra ecológica a la que hemos llevado nuestros ecosistemas hídricos. Hemos envenenado, hemos destruido los equilibrios de estabilidad que permitían tener agua razonablemente pura o en buen estado en nuestros ríos, en nuestros acuíferos, en nuestros lagos; y eso ha llevado a un problema a nada más y nada menos que a 1.300 millones de personas que no tienen acceso al agua potable. Pero no es por escasez, sino porque hemos matado, hemos deteriorado gravemente el estado de salud ambiental de ríos y acuíferos. La segunda, y fundamental, los problemas de agua en última instancia se suelen presentar a veces como que hay que hacer más obras hidráulicas. Cualquier problema de gestión de agua se transforma al final en una propuesta de un hidrovía, de un gran canal, de una gran represa, de un gran trasvase. No digo yo que esas infraestructuras no sean necesarias, el medio más oportuno para resolver determinados problemas. Ni tampoco afirmo, obviamente, que no sean inútiles las que ya tenemos. Ciertamente tenemos que aprovecharlas bien. Lo que afirmo o lo que digo es que, hoy en día, la mayor parte de las veces, la solución de los problemas de la gestión de aguas pasa más por resolver, ser inteligentes, ser modernos y abordar modelos de gestión del recurso más que por introducir elementos de oferta, de más obra pública. La mayor parte de los casos de los problemas de necesidad de más agua se pueden resolver con una buena gestión, mejor a que la que tenemos disponible. En España, teóricamente moderna, desarrollada, de la rica Europa, perdemos en estos momentos en nuestras redes urbanas, en las ciudades de más de 20.000 habitantes, más del 30 por ciento del agua que entra. Tenemos un orden de 3,5 millones de hectáreas de regadíos hecho durante el último siglo. Pues bien, de esta superficie, más de 2,5 millones de hectáreas tienen una eficiencia de riego menor del 50 por ciento. Se riega mantas, por inundación, hay una ineficiencia de riego tremenda. No es culpa de los agricultores, es culpa de la falta de conciencia y modernidad en las mentalidades actuales de la sociedad española, de los funcionarios y de los aparatos de gestión. La principal obra por hacer, embalse o represa, es la modernización tanto de las infraestructuras urbanas o de riego, como las mentalidades, y pasar de la gestión de la oferta -usted pida que el Estado le da-, a la gestión de la demanda -ser capaces de gestionar mejor que lo que tenemos-, a través de mecanismos que no son estructurales sino de buena gestión o incorporación de nuevas tecnologías de una manera inteligente.

-¿El concepto e identificación de los problemas son iguales en Europa que en Latinoamérica?
-Evidentemente, los problemas del agua incluso en España son distintos. Los problemas en Valencia no se pueden abordar igual que en Castillas. Estamos hablando de territorios climáticamente diferentes, con recursos, tradiciones y culturas diferentes, y están a unos 300 kilómetros el uno del otro. Sobre todo por regiones tenemos situaciones diferentes. Realidades geoclimáticas e hidrológicas, culturas, desarrollo socioeconómico o expectativas de desarrollo muy distintas. Por tanto no hay soluciones mágicas y unánimes en el tema del agua. Ahora bien, lo que sí es cierto es que estamos todos en el planeta Tierra, que la condición humana es bastante similar aún con culturas distintas, estamos en un mundo, en un momento histórico común, se esté en América o se esté en Europa. Por tanto, las influencias de un mundo globalizado, que no tiene por qué ser uniformizado, tienen caminos comunes. Por eso son muchas de las experiencias ustedes tienen aquí nos van a ser y no son útiles para España y, probablemente muchas de las experiencias que se han podido hacer en agua y otros temas en la Unión Europea -que en el último tiempo está debatiendo intensamente el tema, con fuertes movilizaciones ciudadanas, una elaboración legislativa muy potente, muy controvertida-, pueden serles de utilidad. No copiarla, pero si conocerla, inspirarse en determinadas cosas. Porque si fueron posibles determinadas cosas positivas allá, ¿por qué no pueden ser posibles cosas parecidas acá? Entonces creo que en este sentido hay diferencias; cada país, cada pueblo, cada zona tiene su itinerario. Copiar es malo, pero aprender siempre es bueno.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)