Sandra Miguez

“El aumento de casos de violencia familiar y abuso sexual es alarmante”, señala Walter Carballo titular de la Oficina de Asistencia a la Víctima, un incremento que se registra día a día. En diálogo con ANALISIS, el funcionario dio detalles sobre la existencia de casos de enorme impacto para los profesionales que trabajan en esta repartición, como por ejemplo el abuso de menores, del mismo modo que en lo personal hace referencia a la terrible angustia que se vive en el caso de la desaparición de Fernanda Aguirre. En este sentido, reconoce sentirse “muy afectado y angustiado” por la desaparición de la chica de San Benito, aunque asegura que se ha hecho “lo imposible” para hallarla”. Del mismo modo, Carballo señala la situación inhumana de algunas unidades penitenciarias de la provincia.

La Oficina de Asistencia a la Víctima está a cargo del doctor Walter Carballo, a quien ANALISIS consultó para conocer el tipo de denuncias que se presentan así como la tarea que vienen desempeñando en esa repartición.

Si bien la principal causa de atención a la víctima es por casos de homicidio, y ante la denuncia por parte de los familiares, Carballo indicó que ve con cierta preocupación la gran cantidad de presentaciones por hechos vinculados con la problemática de la violencia familiar, así como con el abuso sexual, “algo que se registra prácticamente a diario”, asintió, al tiempo que ubica en tercer lugar el registro de denuncias por amenazas.

“Desde que hemos comenzado con esta tarea, vemos un incremento notable en los casos de violencia familiar y abuso que se denuncian; es algo llamativo y preocupante”, señaló Carballo para quien este incremento, no se debe solamente a que hoy se puede dar cuenta de situaciones que antes formaban parte de lo que el funcionario denomina las “cifras negras”. Blanquear las cifras, significa dar cuenta de hechos de violencia que antes se mantenían ocultos, por referirse a hechos del ámbito estrictamente privado y familiar.

“El abuso sexual y la violencia familiar, tienen una tipología que remite el delito al ámbito de la intimidad, por lo cual cuesta mucho llegar a la denuncia por abuso o violencia familiar”, explica Carballo y agrega “por lo general nos encontramos con personas que son golpeadas desde hace mucho tiempo, hasta llegar a un punto, en donde toman la decisión de hablar, generalmente impulsados por terceros vinculados a la familia, que ayudan para que esa persona realice la denuncia”.

Desde la oficina se ha tomado intervención en casos que por lo general denuncian golpes, maltratos físicos y psicológicos, es decir distintos tipos de situaciones que ocasionan daños a la integridad física.

Carballo explica que existen muchos casos de presión psicológica, menosprecio de las personas, que llevan a un nivel de autoestima muy baja en la víctima y que como contrapartida sitúa al agresor en un lugar en el que siente que domina el medio.

“Es un ambiente de mucha perversidad y de mucho dolor”, advierte Carballo para enseguida agregar que “existe una contradicción entre el sentimiento de amor hacia un ser querido y el odio que esta persona genera, igual que ante el hecho que los hijos son víctimas y testigos de los golpes”.

Esta es la ambivalencia -entre amor y odio- que para Carballo establece muchas contradicciones a la hora de realizar la denuncia. En estos casos, el servicio de atención a las víctimas, procura agotar las instancias para volver a integrar a la familia, lo cual requiere de un trabajo muy delicado de intervención multidisciplinaria, que posibilite los cambios en ese núcleo familiar.

“Lo más fácil sería decir: aquí está el golpeador, lo apartamos; lo más difícil es darse esta tarea interdisciplinaria”, asegura Carballo.

Desde el preciso momento en el que se radica una denuncia, toman intervención un abogado, un trabajador social y un psicólogo, para que cada uno de ellos pueda aportar, desde sus respectivos enfoques, un primer diagnóstico de la situación.

“Así tenemos en una primera instancia un enfoque jurídico, para que se realice la denuncia penal, o ante un juzgado de familia; un informe psicológico de cómo se encuentra esa persona que realiza la denuncia, para lo cual se sugieren abordajes que pueden ser un tratamiento terapéutico con sesiones que se realizan en consultorios de esta repartición; mientras que el asistente social va a hacer la visita domiciliaria, para ver las condiciones familiares, sociales, económicas y de esa manera comprender y establecer la forma de intervención”, detalla el titular del área. Carballo agrega además que permanentemente esta información entre los trabajadores del equipo es cruzada para poder avanzar en la búsqueda de soluciones.

“Es sorprendente cómo en el caso de violencia familiar, encontramos personas agresivas, en donde podemos suponer que ante la intervención profesional e invasión de la intimidad familiar, esto podría generar rechazo, e inclusive mayor agresividad o violencia con lo cual parece imposible acercarse”, advierte el funcionario. “Nada de eso pasa, por lo menos en la mayoría de los casos sino que por el contrario, al intentar darle un marco de contención y protección a la víctima, estamos intentando hablar, mediar, logrando que en muchos casos se vuelva a convivir, revirtiendo los niveles de violencia”.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)