-Además del nombre. La concertación Nuevo Espacio decidió cambiar su denominación y así pasará a llamarse Concertación Entrerriana. La razón del cambio, según las explicaciones de sus voceros, se debe a que el sector peronista de la Concertación había formado su propio partido con el nombre de Nuevo Espacio y esto daba origen a confusiones. A juzgar por las razones, el cambio sólo obedecería a una cuestión de detalle menor, pero la simple secuencia hace pensar que esto del nombre constituía un dato de importancia para la gente de Nuevo Espacio, ahora Concertación Entrerriana. La evolución de las posiciones que ha ido abordando este agrupamiento desde el proceso electoral de noviembre del 2003 en adelante marca un progresivo pero firme devenir hacia posiciones conservadoras. Si bien la audacia nunca fue un dato fuerte en esta propuesta política, el solo hecho de proponerse como alternativa a Jorge Busti previa ruptura con el aparato del Partido Justicialista por parte de aquellos que provenían de esa afiliación partidaria, era un dato de tensión que le daba color a la iniciativa. Pero fue nada más que un impulso, el rubor de alguien que por primera vez se atreve a algo novedoso.
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-Disidencias. El desgranamiento que experimenta como propuesta política la ahora llamada Concertación Entrerriana se expresa en movimientos internos que trascienden hacia fuera. Es evidente que Juan Domingo Zacarías percibe que la política en cuenta gotas, homeopática, de sus socios mayoritarios lo lleva a un puerto bastante más chico del que sus sueños imaginaron en los días felices de la confluencia y el lanzamiento de la propuesta. El diputado y referente del ARI es un hombre ambicioso en el buen sentido de la palabra, mantiene intacta esa capacidad innata de peronista de cuna que lo hace analizar el futuro desde una perspectiva de poder. Perspectiva muy distinta a la de sus socios menores que provienen del radicalismo o del rovirismo. Cuando proclamó a Emilio Martínez Garbino como seguro gobernador de los entrerrianos para el 2007, lo decía con total franqueza. Pero ésta no es la película que alimenta sus utopías mientras recorre el Acceso Norte de Paraná en sus sesiones de footing mañanero. Zacarías no es hombre de vivir de engaños y sabe que el resultado electoral de octubre pasado no fue el esperado, de allí que teme que sin golpe de timón aquel podría ser el preanuncio de la evaporación del espacio en 2007.
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-Arquitecturas legales. Mientras esto sucede en la vereda de los opositores, en la quinta del oficialismo se vive una progresiva agitación que obliga a definir jugadas de riesgo. La Ley Orgánica de los Municipios, popularmente conocida como “la 3.001”, además de ofrecer el marco regulatorio del accionar municipal, impide -o no contempla- la reelección de los intendentes de primera categoría. La reforma de esta norma redefiniendo esa situación y habilitando a los intendentes a ser reelegidos siempre fue concebida como moneda de cambio de una Reforma Constitucional que habilite la reelección del gobernador. Entonces esto de que aparezca la reforma a la 3.001 sin la simultánea aprobación a la Reforma Constitucional surge por demás sugestivo. “Es otra jugada de Jorge (Busti) para seguir manteniendo la iniciativa, pero así como aparece puede desaparecer”, opinan algunos descreídos en los pasillos del Partido Justicialista. Otros son más tajantes: “Busti hace esto para quedar como el gran proscripto de la historia política contemporánea”. Como siempre, un poco de todo. También cabe especular que el gobierno quiere dejar abierta una puertita de salida negociada a las pretensiones de Julio Solanas de disputar la Gobernación.
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-Dime quién te apoya. Mientras tanto, el plan B del gobernador, con la bandera de su esposa Cristina Cremer como candidata a gobernadora, sigue dando pasos, un poco para hacerse conocer y otro poco para hacer más creíble que la propuesta va en serio. Claro, esta exposición de la esposa del gobernador obliga a escudriñar trayectorias y relaciones que permitan dibujar con mayor precisión la silueta política de la candidata. Es seguro que la carta de presentación excluyente de la candidata es su relación matrimonial con el gobernador. Cremer es una persona cuyo balbuceo en el quehacer político está determinado por esa relación con Busti. Incluso, en los comentarios ella no tiene reparos en reconocerlo: “Mi marido va a ser mi principal consejero”, sabe murmurar. En boca de quien lo dice sería más sincero admitir directamente que quien va a gobernador es Jorge Busti. El plan B se da de bruces con la tradición participativa del peronismo. A partir de ahora la mesa chica del bustismo no trascenderá las fronteras de su cama matrimonial. Los más allegados intentan suavizar la urticaria que brota en muchos militantes que consideran que con esto Busti traspasa los límites, y entonces la ningunean diciendo que es una mera teatralización utilizada por “el jefe” para presionar a la oposición. Así, algunos mandaderos del gobernador saben soplar en los oídos de Sergio Varisco que si dan la Reforma Constitucional son cuatro años más de Busti, pero si no la dan son ocho, “cuatro de Cristina y a partir del 2011, cuatro años más del propio Jorge”, murmuran suficientes. Pero bueno, de todas maneras analistas y la propia calle hacen sus análisis pues parten del hecho simple de que por más que exista una dependencia fuerte son dos personas distintas. Así se registra esa relación que unió tan fuerte a Cristina Cremer de Busti con Graciela Degani. Cuando arreciaban las críticas a la ex ministra, la esposa del gobernador no ahorraba exposición pública destacando el trabajo esmerado de la ginecóloga Degani. La distancia -si la hubo- fue cuando la ministra trató de limpiarse señalando que la que había repartido la mercadería vencida era la esposa del gobernador bajo su responsabilidad. No son muchos los memoriosos pero algunos existen y llaman la atención sobre la sorpresa que generó en la sociedad que la "señora del gobernador", lejos de desmentir a la ministra se limitó a confirmar el hecho tras aclarar que previo a repartir la mercadería vencida probó en la propia casa si seguía siendo comestible y como nadie se sintió descompuesto, ella juzgó que podía repartirse.
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-El poder es impunidad. Esa sentencia que alguna vez pronunció para su desventura Alfredo Yabrán parece calzarle como un guante al ahora ex jefe de Policía de la provincia, comisario Ernesto Geuna. Si alguna cosa parece haber aprendido éste en su larga vida de policía, son los códigos corporativos. Estos códigos, entiéndase bien, no son neutros, significan dejar hacer por derecha y por izquierda, como se dice en los corrillos caracterizados de la Policía. Si se participa personalmente tanto de una y otra actividad no es cosa que deba importarle a nadie y por sobre todo, no se pregunta. Como todo ser humano, y Geuna parece serlo, en algún punto de su corazón piensa que lo que se hace está bien y que proceder de otra forma es peor. Los amigos o enemigos para Geuna se definen en tanto no transgredan esos códigos poco menos que sagrados. Su impericia como profesional policial quedó absolutamente demostrada en el triste caso de Fernanda Aguirre.
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