-Fricciones. La presente situación parece evolucionar bajo control, pero en ocasiones se eleva a planos de alto voltaje y allí aparecen claros peligros. Jorge Busti se siente el gran prestidigitador pues hasta ahora, cada vez que alguna marioneta aparece desacomodada, él mueve los hilos y éstas recuperan posturas y hasta se alinean al ritmo de las más dinámicas. Hace rato que el senador provincial Héctor Strassera (PJ-Concordia) había adelantado su intención de presentar un proyecto de ley que modifique la situación institucional del IOSPER. Esa gente memoriosa que gusta husmear en los pasillos del Senado recuerda que la primera vez que el legislador concordiense llevó el tema a una reunión de bloque, lo hizo de una forma que despertó la curiosidad de sus pares. “Hace rato que estoy preocupado por el funcionamiento del IOSPER y aclaro que en esto yo no voy en nada”. A juzgar por las sonrisas dibujadas en los rostros de varios de sus pares, la credibilidad interna pareció resquebrajarse. Rápido en esos menesteres un peso pesado del bloque se apuró a expresar lo suyo con absoluta claridad: “De esa nada, yo quiero la mitad”. Otras preocupaciones ocuparon la agenda hasta que en el mes de octubre y en pleno proceso electoral volvieron declaraciones despreciativas en relación con la administración de la obra social por parte de los trabajadores. Tan descomedidas fueron que el propio Busti, atento como nadie a la sintonía electoral, las desautorizó públicamente. Sin embargo, es desechable la creencia de que exista algún legislador oficialista con autonomía de criterios en asuntos de tal importancia. Con esto decimos que las insinuaciones e iniciativas que desde la Legislatura se emiten tienen su origen en el principal despacho de la casa gris.

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-Perfume menemista. Es la primera vez en esta era del Busti-kirchnerismo que suceden estas cosas. Se aprobaba de una manera intempestiva, sin respetar los tiempos del diálogo, una norma que afecta fuertemente a los activos y pasivos del Estado. Las reflexiones posteriores del senador Strassera revindicando su valentía en hacer aprobar la ley a pesar de la repulsa de los trabajadores, trajeron a la memoria de propios y extraños cuando Carlos Menem se ufanaba de su “cirugía mayor sin anestesia”, o “ramal que para, ramal que cierra”. En la barra crecían a borbotones los recuerdos de aquellas horas difíciles cuando en función de esos actos de valentía, miles de trabajadores terminaban sin trabajo y una hilera interminable de pueblos quedaba al margen de los circuitos formados por el primer mundo menemista. El puñado de compañeros que permanecían junto a Edgardo Massarotti en el recinto legislativo estaban seguros de leer en la indignación del secretario general de ATE la vuelta a aquella noche terrible cuando en ese mismo recinto se aprobaba la Ley 8.706, en virtud de la cual el entonces gobernador Mario Moine dejaba a 1.700 estatales en la calle, con la mano levantada de muchos de los actuales legisladores del oficialismo. En estas circunstancias fuerza reconocer que la metida de mano en el bolsillo de los trabajadores tiene un deslizamiento más sutil pero no menos indignante.

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-La razón del interés. Es una ingenuidad explicar que si la principal obra social de la provincia tuviera el mismo movimiento de recursos que un club de barrio, nadie mostraría tanta decisión y valentía en exponerse a la repulsa de los trabajadores. El IOSPER tiene un presupuesto actual que sobrepasa los 100 millones de pesos. Para dar una visión gráfica del movimiento de recursos, se puede comparar con el presupuesto de la ciudad de Paraná. Pero cuando se toma en cuenta esta dimensión, sólo se está viendo una porción del problema. Gran parte de estos recursos se mueven en la órbita de los medicamentos que desde siempre constituye uno de los segmentos más rentables de la economía y con mayor poder de influencia política. Inmediatamente ligada al poder corporativo de los medicamentos se encuentra la asociación formada por las clínicas y sanatorios. El arco corporativo se completa con el agregado de las cúpulas gremiales de médicos y bioquímicos. Cabe señalar que el gran articulador de estos negocios son los laboratorios, por el volumen de negocios que manejan y la rentabilidad que obtienen, pero en la provincia este circuito funciona como entorno privilegiado de los recursos del IOSPER y el PAMI (pequeño y gran detalle). La colonización del Estado por parte de estos intereses corporativos es de muy larga data. Seguramente esta categoría de las ciencias políticas -colonización del Estado- todavía no existía cuando ya los laboratorios movían ministerios y hasta presidencias. Siempre se dijo que los laboratorios suizos tuvieron un alto protagonismo en el derrocamiento del presidente Arturo Humberto Illia en función de que veían afectados sus intereses con la Ley de Medicamentos impulsada por ese gran sanitarista que fue el doctor Oñativia, ministro de Salud de aquel gobierno nacional radical. La provincia de Entre Ríos no ha sido precisamente una excepción a esta regla y eso explica que en la vida institucional del IOSPER por lejos la mayor parte fue administrada por intervenciones del Estado provincial.

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-Los hilos de Busti. Esta es la película que corre en las retinas de los dirigentes de AGMER, de los municipales y de Edgardo Massarotti cuando se quiere legalizar esta historia de trapisondas con beneficiarios concretos, pues los dueños de la salud en Entre Ríos andan por la calle, han sido ministros, son legisladores, directores de hospitales, y circulan en las diferentes pantallas de televisión atribuyéndose capacidades de administración empresaria cuando el título los habilita para la profesión de la Medicina. A su vez, el observador crítico de todo este proceso tiene que señalar que la perversión de funciones -causa principal de la dilapidación de recursos públicos y de mala práctica en el resguardo de la salud-, no queda encapsulada en la esfera del IOSPER, el PAMI o en los hospitales, también afecta al servicio privado de la salud, que se pervierte por ausencia de una sana y eficaz referencia pública. Luego de la escaldada el gobernador volvió a retirar la escalera. Frente a la sociedad se presenta ignorando lo que hacen sus íntimos.

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-Montiel, Montiel. Nadie se puede engañar, está ahí, dueño de su espacio y de su tiempo, enarbolando un claro mensaje de poder: en el 2006 ganamos el partido y en 2007 vamos por la Gobernación. No es un loco. Los observadores que eso decían cuando inundaba con extravagancias cotidianas sus horas de gobierno, se equivocaron y se equivocan. No hay que olvidar que los límites de la normalidad emocional y de la locura también están fijados por relaciones de poder y de consenso. Setecientos a 1.000 concurrentes que en silencio expectante seguían el discurso, sacan del pozo las pretensiones montielistas. La extravagancia se proyecta como chance concreta en la arena política entrerriana. Varios fueron los que dijeron que no podían creer lo que estaban viendo. Frente a esas afirmaciones lo mejor es recurrir rápido a un oculista pues se corre el riesgo de que por ceguera alguien se quede fuera de la historia.

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-Aciertos y responsabilidades. Apareció para quedarse. A partir del acto del domingo, Sergio Montiel recupera un protagonismo político que habrá que tomar en cuenta. El acierto estuvo dado en la perspectiva de poder que supo dar a su presencia. Sacó a sus huestes del apichonamiento y la defensiva despertando la utopía de una posible Gobernación que antes de eso parecía estar fuera del Planeta Tierra. Montiel es alguien difícil de ubicar pues dictador no es en tanto y en cuanto ha surgido de la voluntad popular y ha sido respetuoso de ella, tanto que no le ha temblado el pulso cuando tuvo que dar o recibir el mando de Jorge Busti. Pero cuesta encuadrar en la democracia a un político que en el ejercicio de la máxima investidura pública felicita a las fuerzas de seguridad que horas antes habían asesinado a dos criaturas. Vale el hecho como muestra a fin de poder ahorrar enumeración de otros ejemplos. De todas maneras, es un dato notable que la presencia de Montiel haciendo notar sus pretensiones de regresar a la Gobernación de la provincia comprenden de por sí un retroceso peligroso de la convivencia política entrerriana. Las tendencias que concurren y que hacen cuajar este acontecimiento sin dudas deben ser muchas y es bueno que en el debate se pueda expurgarlas, pero existen responsabilidades notables. El gobierno provincial ha sido eficaz en componer los entuertos pero no ha hecho esfuerzos en jerarquizar y dignificar la convivencia política. Digamos que Sergio Varisco no ha sido un político notable y sus escrúpulos tampoco han sido los más notables, de todas maneras se insertaba en un contexto político que trataba de dejar atrás el salvajismo montielista. El gobierno de la provincia trabajó el lado oscuro de Varisco, el del arreglo y la componenda.

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