Luis María Serroels
Recientemente una noticia publicada por el sitio digital de Análisis, en coincidencia con el Día Mundial del Agua, dio cuenta de que entre el 16 y 22 de marzo se debatió en México la posibilidad de definir si el vital elemento pasará a ser considerado un bien comercial. Esta revelación quizás no pasaría de una rareza más de las tantas que se reciben a diario, si no resultara absolutamente compatible con los planes que la voracidad todo terreno de los poderosos del mundo viene urdiendo. De hecho, la participación en este cónclave de las transnacionales del agua es una señal elocuente del propósito de acelerar los avances para privatizar este recurso a nivel mundial. Un detalle no menor que contribuye a sostener este concepto lo da el hecho de que el tráfico de agua dulce entre países, figura entre los principales asuntos que promueven el denominado Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), un proyecto de los Estados Unidos destinado a controlar las economías de los países de todo el continente, bajo el burdo pretexto de impulsar la libre circulación de mercaderías y capitales desde Alaska hasta Tierra del Fuego.
Demostrado está que la firma de este “acuerdo” agravará aún más los desequilibrios ecológicos y destruirá la biodiversidad en vastas zonas, especialmente porque en Washington buscan desesperadamente recuperar el país de las barbaridades cometidas en las últimas décadas contra el medio ambiente. Es que el explosivo desarrollo tecnológico e industrial contaminó sus lagos y ríos, con grave compromiso también para el aire que deben respirar sus habitantes.
Los informes más serios indican que en esa nación hasta el agua dulce está dejando de serlo, por lo cual la doctrina yanqui basada en la razón del garrote (lo que otros tienen y a nosotros nos hace falta pasará a ser nuestro), comienza a cernirse cada vez con mayor peligro sobre las reservas del mundo.
Recordar que Entre Ríos (su nombre no es casual por cierto) se constituye como una de las mayores reservas de agua del planeta y que las miradas de los “gendarmes del mundo” están posadas sobre semejante fuente de vida, amerita una profunda preocupación.
El ALCA es el soporte ideológico y el desarrollo práctico de los planes en materia hídrica. Desde las entidades no gubernamentales que se preocupan por la ecología, se habla del monumental consumo que demanda el cultivo de soja y las plantas elaboradoras de celulosa, sin olvidar los montes de eucaliptos que requieren 200 litros diarios para vivir (son la principal materia prima para las pasteras). Pero aunque no atinan a certificarlo, datos muy consistentes llevan a pensar que llegado el momento, grandes barcos tipo factorías comenzarán a recorrer nuestros ríos chupando agua dulce, la cual durante el viaje de regreso será potabilizada y envasada en grandes bidones especiales para preservar su calidad.
Y esto es precisamente lo que se proyectaría lograr incorporando el rótulo de producto comercial para el agua dulce. Posar la atención en semejante iniciativa -su origen en la pérdida de yacimientos es obvio- nos debe mover al cuidado del recurso, porque mientras en los grandes centros poblacionales se derrocha este vital elemento (en Paraná se habla de un consumo per cápita que casi triplica la media mundial y que abarca lo imprescindible, lo indispensable y lo superfluo, utilizado con desaprensión e insolidaridad), en muchos puntos de nuestra Tierra, ese gran hogar común, millones de personas deben trasladarse muchos kilómetros para obtener lo mínimo indispensable.
La coincidencia entre los postulados del ALCA -decenas de “propuestas” que serán más bien “impuestas” y a las que se allanarán ciertas capas dirigenciales estimuladas por los conocidos engranajes de siempre-, lejos está de ser un hecho aleatorio. El documento final, que enfilará hacia el debilitamiento cuando no la fractura del Mercosur a través de tratados de carácter bilateral (Chile ya lo hizo y Uruguay amenaza con hacerlo), vulnera la soberanía nacional de los firmantes.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
