-Orígenes. Llevado por su impaciencia, Jorge Busti convocó a la Agrupación Evita para el último sábado en la ciudad de Villaguay. No fueron pocos los que opinaban que no era el mejor momento para adoptar decisiones, pero últimamente el hombre se contiene poco, lanza cosas sobre caliente y luego, al poco tiempo, invariablemente, recoge piola. Lo cierto es que en está convocatoria puso toda la carne en el asador. Carga con la frustración de que sus aspiraciones reeleccionistas se retuercen en cajones bajo llaves puestas por sus propios diputados. Y piensa permanentemente en los golpes de timón que le permitan mantener encuadrada la tropa. En esas circunstancias la movida imaginada debía tener todos los condimentos propios del pejotismo de los últimos años: masividad, iconografía vacía de contenido, posibilidad de hacerse ver, y nada, absolutamente nada de debate ni de contenido. La reunión había sido pensada originalmente para constituir el lanzamiento del candidato del bustismo. Pero como la dinámica de la política oficial es intensa, esa posibilidad había quedado rápidamente congelada. La razón no era otra que la búsqueda aún no develada de un candidato. Las encuestas que no le ayudaron y también la propia decisión habían dejado afuera de la cancha a la señora del gobernador, Cristina Cremer. Casi sin pensarlo, en el apuro, desde el pecho del gobernador surgió el nombre de quien es sin dudas una de sus más fieles espadas: el ministro de Gobierno, Sergio Daniel Urribarri.
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-Dificultades. El recorrido apretadamente sintetizado en el párrafo anterior sobra para dar cuenta de las contradicciones que envuelven al justicialismo entrerriano. Cuando el 2007 se viene al galope, la definición del candidato de Busti continúa siendo una entelequia difícil de resolver. Aun con los reconocimientos que Urribarri se ha sabido ganar, la verdad es que apenas se aceleraron las operaciones tendientes a instalarlo como candidato, también se multiplicaron los problemas. En declaraciones varias, y con diferentes tonos, el diputado oficialista José Allende pasó el aviso de su vocación de servicio si el gobernador y su señora esposa quedaban fuera de carrera. Son un secreto a voces las conocidas pretensiones del intendente Juan Carlos Cresto con bastante mayor entidad que Allende. El dirigente asegura que la otrora imbatible cadena de punteros que respondían a Jorge Busti, hoy come de su mano y lo hace imbatible en aquel poderoso distrito de Concordia. Por si fuera poco, también el joven intendente de Chajarí, Juan Javier García (PJ), ha sostenido que desde aquella ciudad tienen intenciones de pelear bastante más que un escaño en la Legislatura provincial. En fin, lenta pero inexorablemente comienzan a surgir las ofertas que el PJ pondrá a consideración de los entrerrianos en el año próximo. Pero ocurre que entre verbalizar una intención y que ésta tome cuerpo hay un trecho empinado y con abismos peligrosos. El entrenamiento más riguroso para la exigente prueba lo llevan a cabo los integrantes del equipo Los Filibusteros.
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-Pinchando globos. No bien terminó de habilitar el nombre de Urribarri, el gobernador tuvo la intuición de que se había acelerado. No sólo eso, pensó que un mal rebote se lo podía llevar puesto. Pero esta vez volver hacia atrás no resultaba difícil. En definitiva, no había sido él quien había lanzado nombres; su participación se había limitado a habilitar rumores que, como era natural, rápidamente tuvieron gran repercusión. Era justo lo que él esperaba. Pero su fino olfato no lo podía abandonar, así que prontamente y aprovechando una visita a Concordia desconoció la candidatura de su amigo y presidente del PJ provincial. El lugar era el indicado como para que Juan Carlos Cresto se diera rápidamente por enterado y calmara sus desbordantes ansiedades.
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-La movilización. En este nuevo contexto, y sin candidaturas reconocidas, bendecidas o abiertamente lanzadas, el carácter de la convocatoria para el 22 de abril cambió radicalmente. No había razones para no sumarse, con o sin entusiasmo a la movida. En la colorida geografía del justicialismo la reunión sin las tensiones propias de una jornada de decisiones despertaba una sensación de alivio, de distensión, y algunos hasta explicaban su presencia con una enternecida solidaridad hacia Jorge Busti. Así fue que excepto el solanismo, buena parte del bustismo reservó al sábado 22 como reunión inexcusable. Para aquellos expertos en relojear hacia donde calienta el sol, la importancia del encuentro quedaba definida por la negativa. La Agrupación Evita no iba a proclamar candidatos y en consecuencia todas las apuestas seguían abiertas. Finalmente, la movilización fue importante, masiva. Lejos de las grandes gestas y de las 8.000 personas que proclamaba el gobernador, pero llamativa para estos tiempos de malaria. Aunque muchos, demasiados, no sabían bien de qué se trataba aquello para lo cual los habían llevado en colectivo, el gimnasio del club desbordaba de gente hacia calles aledañas. En silencio el hombre había pergeñado esa movilización con el objetivo de reafirmar su liderazgo. Busti es plenamente conciente de que hay dirigentes ansiosos de lanzarse a la disputa por la Gobernación no bien la Reforma Constitucional quede definitivamente clausurada. El gobernador también sabe que desatada la interna su gobierno tiembla.
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-Los estatales. El jueves pasado la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) protagonizó su segunda movilización importante en el curso de esta tercera gestión de Busti. El primer planteamiento sindical coloca sobre los principales despachos gubernamentales la firme pretensión de sacar a gran parte de los trabajadores del Estado por sobre el límite de pobreza. Los 840 pesos que marcan el límite desde donde se pueden cubrir los requerimientos elementales sigue siendo una meta lejana para los agentes públicos de la provincia. Además, mientras los docentes acaban de cerrar la primera paritaria, la norma que sancione el Régimen Jurídico Básico para los trabajadores estatales se encuentra cajoneada en la Cámara de Senadores. El proyecto que tiene media sanción de Diputados está escrito por el legislador de UPCN, Ángel José Allende. La misma letra con la que en su momento se escribió la tristemente celebre Ley Nº 8.706, cuando el gobierno de Mario Moine (PJ) puso en la calle a 1.200 trabajadores en una primera camada que pretendía llegar a los 3.500, aunque la Justicia penal luego lo hizo retroceder sobre sus pasos. Pero sin perder de vista los detalles reivindicativos planteados por los estatales, a ningún observador se le puede escapar el significado de esta movilización en estas circunstancias políticas de la provincia. Como ocurre con numerosos gremios en la Argentina, en ATE no sólo el grueso de su dirigencia sino también las franjas más comprometidas y activas de sus bases lucen identidad peronista.
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