Américo Schvartzman
(especial para ANALISIS)

El viernes pasado el Gobierno realizó un acto multitudinario e histórico: reunió, como nunca antes en esta provincia, la suma casi total del poder público de la República, en apoyo a la lucha de Gualeguaychú, pero también para recuperar la representación ciudadana «usurpada» por el asambleísmo ante la tardía reacción de las autoridades. Pese a la profundidad de conceptos, el discurso del Presidente no conformó a los asambleístas. Silbidos y elogios en una tarde gris que sólo presagia, por ahora, más tormentas. La puesta en escena en Gualeguaychú, el viernes pasado, logró el objetivo del Gobierno de retomar la posta para tranquilizar a los asambleístas. Pero a la vez significa una escalada que, del otro lado del río, sólo produce mayor inflexibilidad. La Asamblea no cortará la ruta por ahora pero desconfía de Kirchner porque no dice (ni dirá) “No a las papeleras”, y eso aumenta la angustia de los vecinos.

«Un día peronista». Si no hubiera sido por el gris plomizo que se abatió todo el día sobre la ciudad, seguramente hubiera sido ésta la frase más repetida el viernes 5 de mayo en que la Ciudad de los Poetas volvió a ocupar todos los medios de comunicación de la Argentina.

Tan histórico como el del domingo 30 de abril, pero por razones bien distintas, se realizó el esperado acto en el corsódromo de Gualeguaychú, con las zonas habilitadas del predio cubiertas a pleno por una multitud más heterogénea que la que marchó hacia el Puente cuatro días atrás. Heterogénea porque a diferencia del “Abrazo al río Uruguay”, esta vez se notó la participación de grupos bien organizados desde las estructuras de gobierno de los diferentes municipios de la zona, de organizaciones gremiales, y hasta de grupos internos del kirchnerismo, todos ellos decididos a dejar constancia de su presencia.

Como lo marcaron varios de los medios nacionales, la maquinaria del PJ se puso en marcha esta vez, y aunque no hubo fricciones demasiado visibles, sí se produjo una pequeña puja para que no aparecieran banderas y pancartas con referencias partidarias o sectoriales, ya que los organizadores temían que ensombrecieran el acto. Pese a eso, hubo un par de execpciones, incluidos los volantes Con Kirchner y con Busti que tapizaron el corsódromo.

De todas maneras, colectivos, combis, carteles, banderas, gorritos, revelaban la presencia de cada municipio de la zona y de sus referentes, muy preocupados por mostrar su adhesión tanto al gobernador Jorge Busti como al presidente Néstor Kirchner.

Asambleístas sensibles

Aunque ante cada micrófono se ocupaban de dejar claro que no habían sido los organizadores del acto, fue importante la presencia de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú, con sus chalecos, sus canciones y una carta entregada al Presidente de la Nación que fue leída por el locutor oficial del acto, donde expresaron «satisfacción» tanto por la presencia de Kirchner en Gualeguaychú, como por la decisión de acudir al Tribunal Internacional de La Haya. Incluso los carteles ubicados al fondo del palco, delante del cual habló el mismísimo presidente, mentaban a la Asamblea y su consigna de No a las papeleras, que ni ebrio ni dormido suscribiría Kirchner.

Según los periodistas conocedores de la ciudad, no había 40 mil personas presentes en el lugar. Para el Gobierno provincial fueron más de 60 mil. Como sea, estaban totalmente colmadas las tribunas habilitadas, que no fueron todas las del corsódromo, sino sólo la mitad. Claro que en ese mismo tramo la calle central, por donde desfilan las comparsas, estaba también repleta de manifestantes. Aunque no hubo ningún disturbio, en la cabecera frente al palco se produjo un forcejeo entre los militantes bustistas y los asambleístas de chaleco naranja: ambos (y por razones diferentes) querían estar cerca del Presidente.

Presencias y ausencias

El acto no fue histórico porque se haya anunciado nada en especial. La anodina declaración firmada por los gobernadores no contiene medidas espectaculares ni inesperadas, y mereció durísimas críticas desde la organización Greenpeace, al igual que el discurso de Kirchner. Y eso que esa entidad, como se sabe, no sostiene la consigna de Gualeguaychú sino que exige un Plan de Producción Limpio que incluya a las papeleras argentinas. Por supuesto, ni en la declaración ni en el discurso hubo una sola mención concreta a un plan en ese sentido. Aunque sí abundaron las expresiones de deseos en el sentido de «alcanzar el desarrollo sostenible», «promover el trabajo mancomunado de las provincias y la Nación», «incorporar políticas ambientales a las agendas de discusión», y demás aspiraciones.

El dato que inscribe a esta jornada en la historia tiene que ver con el impresionante apoyo de toda la representación institucional de la República a la lucha iniciada por Gualeguaychú. O dicho de otra forma: nunca en la historia democrática se vio tamaña concentración de poder político en una localidad entrerriana. Lo más cercano, la Jura de la Constitución reformada en 1994, se queda chiquita ante lo de hoy.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)