Claudia Martínez
(especial para ANALISIS)
Estuvo preso gran parte de su juventud durante la dictadura. Es un apasionado jugador de fútbol; alguna vez lo quisieron probar en Boca. Lamenta no tener demasiado tiempo para dedicarse a la investigación. Fue un gran baterista en su adolescencia. Nació en Rafaela, vivió en Suecia, pasó por Santa Fe y hoy es presidente del Consejo General de Educación (CGE) de Entre Ríos. ANALISIS encontró a un Jorge Kerz para muchos desconocido.
Cuando sonó el celular, Jorge Kerz se presentó y dijo: “Me había olvidado de decirte. Yo vine a Paraná a fines del 96. Había asumido (Jorge) Busti en su segunda gestión y me llamaron para trabajar. Fui a Suecia y vendí todo. Iba a tratar de mejorar la Administración Pública de la provincia. Pero al final no me necesitaron en ese momento. Entonces me fui a Santa Fe, donde pude aplicar ese proyecto”, cuenta.
La anécdota lo pinta de cuerpo entero. Sencillo, con una puteada de vez en cuando, pasional, el actual presidente del Consejo General de Educación (CGE) rompió con la tradición de que todos los que ocupan ese cargo sean docentes.
Alto, flaco, está siempre de buen humor y sus colaboradores le tienen un entrañable afecto.
“Nací el Rafaela y caigo acá de casualidad. Tengo 55 años ¿No parezco, viste?”, dispara, mate mediante, perdido entre una pila de papeles que sólo él entiende.
“Viví en Rafaela y después me fui a estudiar a Santa Fe. Ahí me metieron en cana. Estaba estudiando Abogacía y estaba recontra avanzado. Era secretario general de la Federación Universitaria del Litoral”, narra.
-¿Con quién estuviste preso?
-Uf... con un montón…
-Me contaron que ahí conociste al vicegobernador Guastavino, por ejemplo…
-Al Pemo lo cruzaba en el patio. Estuve en la misma cárcel que él, pero él salía al recreo cuando yo estaba adentro. Lo veía por la ventana, pero estaba preso con uno de Gualeguaychú que era conocido de él.
-¿Que época era?
-Año 1978, creo. Incluso a la mujer del muchacho que estaba conmigo la habían secuestrado. Ahí llega El Pemo a la cárcel; no sé de dónde y de lejos me contó de sus cosas. No me acuerdo si estuve con él. Después salí, de ahí volví a la facultad. Lo mataron a Osvaldo Cambiaso, que era uno que había salido conmigo. Me fui a Buenos Aires para ver cómo estaba la mano sobre todo. A mí me defendían dos abogadas, una era Nilda Garré (actual ministra de Defensa) y la otra era Nilda Oliveira (que fue defensora del Pueblo de la ciudad de Buenos Aires). Ellas fueron mis abogadas cuando estuve preso. Hablé con Oliveira y me dijo que la mano no venía muy embromada. Que había cierto resguardo por parte de la dictadura con una fracción del peronismo que era intransigencia peronista. Pero a pesar de todo eso decidí irme a Brasil, a Río de Janeiro.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
