El intendente de Santa Elena, Domingo Daniel Rossi, declaró por más de una hora en la apertura del proceso que se le sigue por enriquecimiento ilícito. No aportó mayores detalles en cuanto a su crecimiento patrimonial entre 1987 y 1997 -en que optó por cerrar las cuentas en el Uruguay- y, en especial, hizo una defensa política en torno a la acusación judicial. Durante su indagatoria trató de hacer un racconto desde sus inicios como trabajador del ex frigorífico hasta su ingreso a la política. A continuación, ANALISIS transcribe la declaración que dio el intendente de Santa Elena ante el tribunal integrado por Jorge García, Raúl Herzóvich y Silvia Nazar.
Es la primera vez, que voy hacer el uso de mi derecho constitucional de defensa, y esto ha sido por recomendación de mi abogado defensor el doctor Julio Federik, que me aseguró que en esta instancia de existían las garantías para que lo hiciera. Por eso es que voy a contar mi verdad, la absoluta verdad.
En primer lugar, hubiera deseado señor Presidente que este juicio oral y público se realizara en la ciudad de Santa Elena, como tuvo la posibilidad en su tiempo el actual intendente de la ciudad de Paraná (Julios Solanas), que lo hizo en su ámbito, en su ciudad; o como lo hizo hace dos años el intendente Juan Carlos Cresto, que lo hizo en Concordia. Aunque sabemos que por cuestiones de tipo legal se tiene que hacer en Paraná. Por eso quiero que comprendan a la gente que vino, quiero que comprenda señor presidente, señores jueces, que no vinieron a reclamar ni a protestar ni a pedir nada, solamente vino a acompañar, a apoyar, por la tranquilidad, por la esperanza de que esto tenga un final feliz. Soy intendente de Santa Elena por tercera vez y ojalá y Dios ilumine a todos para que se entienda y se clarifique esta situación.
Voy a empezar a hablar señor presidente de cuando tenía 14 años, cuando mi padre era jefe de Personal del Frigorífico Regional Santa Elena y yo empecé a trabajar como cadete, trabajaba y estudiaba. Eso me permitió comprar una moto, como se podrá apreciar que el recurso, el sueldo que cobraba mi padre era el mejor o uno de los mejores pagos por la empresa. Fui cambiando la moto, luego compré una Honda, una más grande; hasta que a solicitud de mi madre, dejé la moto y compré un auto. Compré un Falcon, después un Torino. Después empecé a acercarme al gremio, aunque era muy joven, tenía 14 o 15 años. Así empecé a hacer viajes con gente del gremio y de la obra social, con quienes teníamos coches de comisión, hasta que me fueron pagando, y me ocupaba de distintos viajes tanto dentro de la provincia, como fuera, y cuando algunos viajes eran lejos ocupaba el coche de mi padre que era un Chevroletcito 400 modelo 1965.
Mientras, seguía trabajando, hasta que hice un importante capital y compré, en sociedad con un primo hermano, Miguel Ángel Gómez (que es padre de Sergio, un testigo que debe declarar en el juicio), un camión de transporte marca Chevrolet con acoplado con el que realizábamos viajes a Buenos Aires y a distintos lugares del país para los que trabajaba para el frigorífico. Durante un tiempo lo manejábamos nosotros, hasta que después pusimos un chofer. Luego de un tiempo decidimos venderlo, cada uno tomó su parte. Recuerdo que él dispuso del dinero cuando lo indemnizaron del frigorífico donde era jefe de la Sección Carne Cocida y Congelada e hizo la inversión. Pusimos el 50 por ciento cada uno, pero con el tiempo vendimos el equipo y yo ya tenía una propuesta de gente del Sindicato de la Carne, que era muy allegada al justicialismo, y me propuso para poder hacerme cargo de la Cooperativa de la Proveeduría, que abastecía a los trabajadores, a unos 2.000 trabajadores, jubilados y particulares, que estaba caída, no tenía absolutamente nada, muy poco. Ahí comenzó una nueva etapa para mí, a los 25 años, en la cual yo me hice cargo como gerente de la cooperativa. Fuimos empezando a trabajar y a ponerla de pie, comenzamos a trabajar y a revertir toda la situación que traía la Proveeduría hasta convertirla en un emporio en esos casi cinco años y medio que estuve al frente de la Cooperativa. Era un negocio muy importante, generaba un enorme movimiento económico, no solamente con una perfecta administración que la dejaba a la altura de los autoservicios más importantes de la provincia. Yo era gerente de la cooperativa, cobraba sueldo, cobraba comisiones por un enorme volumen.
Y no quiero dejar de recordar que a fines de la década del ‘70 yo accedí a una vivienda del Banco Hipotecario, una casa de 54 metros cuadrados, con dos dormitorios.
A los 28 años, señor presidente, me dieron la posibilidad de precandidato a intendente, a los 28 años. Tuve que pensarlo porque era muy joven, pero fue tan fuerte el acompañamiento de la gente que tuve que aceptar y me entusiasmé. La vidriera, la plataforma, la imagen que tenía era consecuencia de esa perfecta administración. Así logramos dar cuenta de que había muchos hombres y mujeres que podían ser candidatos, en la reapertura de la democracia, después de toda la historia que sabemos que pasó en la Argentina; pero también se postulaba alguien de ese pueblo como candidato a gobernador.
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