Juan Cruz Varela
(desde Hernandarias)

El turismo extranjero de aventuras en Entre Ríos se transformó en un negocio millonario en los últimos tiempos. El mes pasado, un empresario neuquino abrió las puertas de un complejo habitacional, con coto de caza incluido, en Hernandarias y donde se habría invertido más de un millón de dólares, según pudo constatar ANALISIS. Únicamente está destinado a turistas europeos o estadounidenses, quienes pagan unos 1.500 dólares por día. La construcción fue realizada por la empresa ligada al publicista prófugo de la justicia peruana, Ricardo Winitzky, a quien Interpol nunca encontró. Pese a la magnitud de la operación inmobiliaria, el lugar no fue registrado aún en la Municipalidad de Hernandarias, ni en la Dirección de Catastro, ni en la Secretaría de Turismo de la provincia y nunca se informó de su construcción al Colegio de Arquitectos de Entre Ríos, que supervisa toda obra. Solamente funcionan con una autorización de la Dirección de Flora y Fauna.

El territorio argentino está considerado como uno de los escenarios agrestes mejor visto para la práctica de la caza deportiva. La belleza natural y la riqueza de la fauna en cuanto a cantidad y variedad de especies contribuyen en ello. A lo largo y a lo ancho de todo el país se diversifica una densa fauna de acuerdo a su hábitat específico, encontrando variedades autóctonas y exóticas en cada región. En Entre Ríos, especies como la perdiz, la liebre, la vizcacha o diversos tipos de pato son considerados trofeos por los cazadores que llegan desde distintos lugares para realizar tal práctica.

El turismo de aventura y los cotos de caza no son actividades nuevas en la provincia pero que han tenido un enorme crecimiento en los últimos años: de las ocho empresas que había en la provincia en 2003, pasaron a 14 en el presente año; a las que se suman otras cuatro que hacen coto de caza. Y de los 398 permisos que se expidieron en 2003, se registraron 1.395 hasta el 31 de julio pasado.

La legislación vigente en la provincia establece no sólo las regiones, temporada y en las que se puede desarrollar la actividad sino también las especies habilitadas y la cantidad de piezas que se permite a cada cazador. Además, la actividad está dividida entre lo que se denomina turismo de aventura y coto de caza. En lo que hace a la caza deportiva, la actividad se divide entre caza deportiva menor y mayor, que a su vez se divide entre el coto de caza y la caza deportiva propiamente dicha.

El coto de caza es una actividad privada. Se cría una determinada cantidad de especies y la Dirección de Flora y Fauna de la provincia otorga las autorizaciones para la caza dentro de ese campo. “Pero hace unos años comenzó a darse el problema de que algunos animales se salen de los campos, lo que produjo una verdadera invasión”, reconoce el director de Flora y Fauna, Jorge Floreán. Sin embargo, en estos casos, la caza está permitida por tratarse de especies denominadas “exóticas”, ya que la legislación vigente sólo pone límites para la caza de especies “autóctonas”. La Resolución Número 287/1994 establece que “sólo se podrá ejercer la caza mayor sobre las siguientes especies: antílope negro, ciervo dama, ciervo axis, jabalí y búfalo”, aunque aclara que “la enumeración podrá ampliarse en caso de que quien solicite la introducción de ejemplares de especies foráneas obtenga la correspondiente autorización del organismo competente y bajo las condiciones que el mismo determine”.

Así, con el crecimiento de la caza deportiva general, algunas empresas crean el turismo de aventura, una actividad que empieza a crecer a partir de 1989 y que también se denomina turismo cinegético. “Estas empresas tienen permitido cazar en las zonas habilitadas para la caza deportiva menor las especies permitidas, pero también tienen como variante la caza de las denominadas plagas, como son palomas, cotorras y patos en las zonas de arroceras, que es algo permitido aun fuera de temporada, porque excede lo que protege la legislación”, explicó Floreán en diálogo con ANALISIS. En total en la provincia hay 14 empresas habilitadas para desarrollar esta actividad. “Hace algunos años apareció la reglamentación de los cotos de caza”, acotó. Esta variante comprende a otras cuatro empresas que tienen su permiso provincial.

Para desempeñarse, las empresas “deben inscribirse en la Dirección de Flora y Fauna; acreditar su inscripción en la Dirección General Impositiva y la Dirección General de Rentas de Entre Ríos; indicar la localización de los campos en que se desarrollará la caza; y pagar un arancel anual de 500 pesos”. Además, previo a cada incursión, las empresas deben notificarlo al organismo y entregar una nómina de cazadores a fin de que se les otorguen los permisos correspondientes.

El hotel misterioso

Nada alcanza a percibirse desde la ruta provincial 8, en el acceso a Hernandarias, pero detrás de unos arbustos se erige la construcción de un fastuoso hotel que hace escasas semanas comenzó a funcionar para el turismo internacional. Aunque no está terminado, comenzó a trabajar a fines de junio, recibiendo a contingentes de extranjeros que llegan a realizar turismo de aventura, atraídos por el paisaje, la tranquilidad y la promesa de realizar libremente actividades de caza de patos y palomas y de pesca en el río Paraná. Todos saben de él y muchos hablan con admiración, pero poco es lo que se conoce de la millonaria inversión. Y en realidad, tampoco parece importarles demasiado el origen de esos fondos.

Hernandarias es una pequeña localidad de 4.000 habitantes ubicada unos 90 kilómetros al norte de la capital provincial. Tiene apenas una docena de cuadras y el principal movimiento pasa por la plaza 9 de Julio y por el Independiente Foot Ball Club, que ocupa media manzana sobre la calle principal. Como en la mayoría de los pueblos, el movimiento comienza después de las 8 y se extingue casi por completo apenas pasado el mediodía La gente conserva la candidez, amabilidad e inocencia de pueblo chico: el saludo por la calle es una constante entre las personas que se cruzan; la gente se desplaza caminando o en bicicleta, que quedan apostadas en la puerta de los negocios, que a veces quedan vacíos hasta de sus dueños cuando estos tienen que salir por algunos minutos a realizar alguna diligencia. Si bien se observan algunas casas y autos importantes, no se advierten lujos.

Aunque el mayor generador económico del pueblo es el sector agropecuario, en los últimos tiempos Hernandarias ha acompañado la explosión turística de la provincia, recibiendo principalmente visitas desde Paraná y aledaños y de la provincia de Santa Fe. Por eso, a principios de año el municipio decidió retomar la administración del camping ubicado a la vera del río y que estaba concesionado desde 2001. Con una inversión del orden de los 70.000 pesos se reactivaron los bungalows, que se suman a la oferta de un par de hoteles y las casas particulares dispuestas al turismo. Así, el pueblo parece tratar de recomponerse al duro golpe que significó el desmoronamiento de barrancas en octubre de 2001, cuando llovió en tres meses lo que debió en un año.

Cinco años después, no se ven pintadas ni afiches, ni carteles, ni comités ni unidades básicas por las calles del pueblo. Pero aunque la interna política provincial parece no pasar por allí, está presente.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)