Claudio Cañete
El episodio ha desnudado a una gestión municipal que ataca arteramente la historia de su pueblo, primero echando a una fosa común los restos de sus pioneros y fundadores y ahora mandando a incinerar 1.000 libros de la Biblioteca Pública. En las decisiones aparece un secretario de Gobierno -ex funcionario de la última dictadura militar- y un intendente que con soberbia minimiza el tema diciendo que a las nuevas instalaciones de esta biblioteca las inaugurará acompañado del gobernador Jorge Busti. Prácticas autoritarias, negligencias en cargos públicos y también posibles faltantes de piezas en el Museo Histórico se suman a una bola de nieve que crece minuto a minuto. En este informe, ANALISIS presenta un panorama de esta compleja situación.
Aunque no fue hace mucho, pocos recuerdan ya que el intendente Diego Lara se preocupó de salir en todas las fotos durante los actos por el centenario de María Grande. Desde distintos palcos se refirió a la historia, sus antecesores y otras mieles. El día de los actos centrales estaba prevista la visita del Presidente Néstor Kirchner, que finalmente se suspendió a último momento -tiempos en que los sospechosos desperfectos técnicos de los aviones oficiales le traían más de un susto-. A pesar de esa frustración y un tanto nervioso, Lara habló -rodeado por Busti y la primera plana del gobierno- del presente pujante y del futuro promisorio, y se apoyó en la legitimidad que un siglo de historia le da a cualquier pueblo.
Debe ser por esto que la gente después desconfía tanto de los políticos. El niño que creció jugando en las veredas y los patios de las casas de sus vecinos, el joven y carilindo universitario que luego se transformó en abogado -un ejemplo- y más tarde se volcó a una interna partidaria que lo llevó a intendente, ahora aparece como un perfecto desconocido ante su propia gente. Porque en poco tiempo tiró a la fosa común tumbas históricas en el cementerio local -los propios abuelos de los vecinos que lo dejaban jugar en las veredas- y ahora mandó a quemar 1.000 libros de la Biblioteca Pública Facundo Arce.
En María Grande sobrevuelan varias preguntas: ¿cómo siendo un profesional, un funcionario, no sabe que es de público conocimiento que la quema de libros puede ser mal vista si es que no tiene un pleno justificativo? ¿Y cómo lo hace en forma casi clandestina si es que lo tiene? ¿Y por qué no atendió los requerimientos de la prensa escudándose en comunicados y luego en esquivas entrevistas televisivas? De todos lados se percibe lo mismo: los argumentos de Lara son tan pobres como su actual imagen política.
Muchos medios locales, con razón, citaron como espeluznante antecedente de esta fogata la quema de un millón y medio de libros que realizó la dictadura militar en una localidad bonaerense el 30 de agosto de 1980. Se trataba de publicaciones del Centro Editor de América Latina. Pero no es necesario ir tan lejos, todavía la sociedad entrerriana -y paranaense, sobre todo- se debe una profunda revisión del sonado caso de quema de libros en la Facultad de Ciencias de la Educación (UNER); hasta el día de hoy los protagonistas cuentan, bajo cuerda, detalles que los expedientes de la Justicia sin embargo no registran. Y, casualmente, los argumentos que guarda la causa -ya cerrada- en la Justicia Federal de Paraná y que esgrimió precisamente el decano normalizador de aquel entonces -el profesor Carlos Uzín-, son casi las mismas palabras que Lara utiliza en tiempos de democracia: “Resultaban absolutamente ilegibles e irrecuperables por su grado de deterioro”, tal como señaló un comunicado oficial. En el caso de los libros de la Facultad de Ciencias de la Educación, según la Justicia, nunca se pudo probar que fueron incinerados, y según las declaraciones de quienes tomaron la decisión de darlos de baja, sólo fueron apartados de los anaqueles para trasladarlos a otras dependencias por su mal estado y su poca legibilidad. Una triste coincidencia.
Qué dijo el subsecretario de Cultura
El licenciado Roberto Romani estuvo reunido con los vecinos agrupados en la Comisión Popular de Defensa de la Cultura de María Grande, que denunciaron la quema de libros en un basural local por orden del intendente Lara. El subsecretario no dudó en calificar de “negligente” la situación y consideró además que poco más de medio centenar de los 300 libros que fueron salvados de las llamas estaban en perfectas condiciones. En su viaje a María Grande, Romani intentó reunirse con el presidente municipal pero no lo pudo encontrar, sin embargo anunció allí mismo que la Editorial de Entre Ríos (uno de los organismos a su cargo) hará una importante donación de libros a modo de recuperación del material que se perdió. En tanto, destacó que en la visita a la Biblioteca Facundo Arce se enteró de que la persona que ejerce la tarea de bibliotecaria es beneficiaria de un Plan Trabajar. Sin ánimo de atacar a este empleado, remarcó este detalle como una clara negligencia de quienes toman decisiones en el municipio. “La persona hace muy bien su trabajo pero no tiene una formación”, explicó en diálogo con los medios.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
