-Decisión. ¿Cuántas veces Marcelo Casaretto, el ex senador provincial del PJ-Tala y ex ministro bustista, puso el hombro para que las internas justicialistas no fueran monocordes? Héctor Maya ha sido un animador constante de los corrillos justicialistas. En fin, como muchas veces se ha dicho, la política en Entre Ríos nunca ha sido para aburridos, más allá de que en el elenco a algunos les gusta más la siesta que caminar los barrios. Sin embargo, en estas circunstancias que nos tocan en dirección a las elecciones de marzo, las perspectivas eran realmente grises. Los grandes animadores de internas se habían borrado. Todo el mundo sabe que el justicialismo aprovecha sabiamente los procesos electorales internos como prueba de ensayo para tener la maquinaria ajustada en las instancias finales, en este caso las elecciones de marzo venidero. Pero no, seguramente han mediado razones muy fuertes para que en el justicialismo oficial no se fabricara un contrincante a Sergio Urribarri que pusiera a prueba la maquinaria. Desechada cualquier puesta en escena novedosa en el justicialismo, poco era lo que se podía esperar. Pero esta vez la nota la puso el radicalismo y vaya si la puso. El flamante presidente de la UCR, Raymundo Kisser, viene dispuesto a reflotar el centenario partido blandiendo una política de mano dura interna de cuyos resultados piensa tomar debida nota el ingeniero Blumberg. Oriundo de Hasenkamp, hombre incondicional de Sergio Montiel, Kisser apenas se hizo cargo de la presidencia del partido radical, sin detenerse en detalles menores, puso su atención y diligencia en preparar el expediente para mandar al tribunal de disciplina a Eduardo Solari. Como se sabe, Solari emigró de las filas de la UCR para integrar la fórmula de la Concertación Entrerriana secundando a Emilio Martínez Garbino.

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-Papeleras. En estos últimos días se activaron reuniones y acercamientos entre los gobiernos de Argentina y Uruguay en algo así como retomar el diálogo sobre el conflicto de las fábricas pasteras. Es evidente que Juan Antonio Yañez Barnuevo, en su carácter de representante del Rey de España, ha desplegado una dinámica de trabajo que ha reactivado la imaginación para ver si surge algún canal viable de negociación. Por poco que aparezca en la mesa de diálogo en relación a las pretensiones de los vecinos de Gualeguaychú, es importante valorar esta diligencia como positiva en función del cuadro de situación con que hoy se cuenta. Hay que tener en cuenta que en tanto Uruguay mantenga la decisión de instalar la planta industrial donde se encuentra la construcción, seguirá avanzando inexorablemente. Tiene mucho que ver en esa rigidez del gobierno uruguayo el respaldo de los centros financieros internacionales que fue expresado recientemente en el otorgamiento del préstamo por parte del Banco Mundial. En cuanto a la Corte Internacional de La Haya, es necesario hacer valoraciones más pormenorizadas. Si bien hubo un rechazo categórico a la acción preventiva, tal como lo demandó la Argentina en su momento, la Corte seguramente pondrá mucha atención en la violación del Tratado del Río Uruguay por parte del país vecino, cuestión fácilmente demostrable que incluso ha tenido reconocimiento explícito por parte de funcionarios uruguayos.

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-El corte. Esta conciencia sobre la dimensión del consenso que es necesario construir para una resolución favorable a la medida exigida por los vecinos de Gualeguaychú, da sentido a una valoración exigente de las decisiones que se toman. Es evidente que el corte de la ruta 136 ha tenido la eficacia de instalar el problema de las plantas pasteras como cuestión nacional. El tesón y la perseverancia del pueblo de Gualeguaychú han puesto al gobierno nacional en sintonía con la demanda, de forma tal que desde el nivel máximo de la Presidencia de la República y sobre todo el canciller Jorge Taiana han procurado estar a la altura de las demandas. Entonces, cuando el conflicto amenaza diluirse en los laberintos burocráticos, los asambleístas de Gualeguaychú, por reacción mecánica, se lanzan a la ruta 136. El dirigente agrario Alfredo De Ángelis atraviesa su consabido tractor, los más mayores despliegan sus reposeras y el corte se pone en marcha con la rutina de siempre. Es decir, los vecinos asambleístas se aferran a esta medida que le ha dado lo que ellos valoran como las únicas cartas de triunfo que tienen en la mano.

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-Régimen Jurídico. Después de muchas idas y venidas terminó de sancionarse el Régimen Jurídico Básico, que reglamenta el ingreso y la carrera administrativa de los trabajadores públicos. Éste es sin dudas un avance institucional muy importante, pues sustrae al trabajador público del manoseo punteril del partido de turno en ejercicio de gobierno. La medida, además de dignificar al trabajador, sienta las bases para una programación del trabajo administrativo en una perspectiva que lo proyecte en metas estratégicas. Naturalmente que siempre se tiene que tener en cuenta que una norma es un instrumento que abre la puerta para concretar determinados objetivos pero que por sí sola garantiza muy poco. El entusiasmo tiene un sentido afirmativo cuando se toma en cuenta que a la sanción del Régimen Jurídico Básico se llega como consecuencia de una larga lucha de los trabajadores estatales. Entonces, si la lucha logró alcanzar este objetivo, el nuevo marco institucional arma un escenario favorable para que las reivindicaciones laborales tengan camales menos traumáticos de concreción. La unanimidad con que fue apoyado el proyecto le da mayor fuerza a la ley. Siempre un marco de gran consenso es importante, más cuando lo que está en juego son derechos reivindicados por trabajadores. No hay que perder de vista que hasta hace poco, en los tiempos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, la desprotección de los trabajadores crecía sin límites a través de sucesivas leyes de flexibilidad laboral. Por eso, cuando se da un paso importante para los trabajadores que a su vez tiene un profundo significado de avance en la calidad institucional, es bueno que el marco de consenso sea voluminoso. Pero no estaría todo dicho sobre este importante hecho institucional si no se destacara la labor del secretario general de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), Edgardo Massarotti. La Ley de Régimen Jurídico Básico así como salió es un triunfo mayúsculo de su perseverancia. Se puede decir que es la primera gran alegría que vive en lo que va de gobierno justicialista.

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-Pinochet. La muerte del genocida chileno dispara reflexiones de todo tono y color. La historia se hizo como se hizo pues los personajes que la protagonizaron supieron moldear sus perfiles. Es difícil imaginar el genocidio chileno sin la presencia del general Augusto Pinochet Ugarte. Su gran cinismo le hizo ganar la confianza de ese hombre bueno que era Salvador Allende. Tanto es así que cuando un grupo de oficiales de la Marina chilena un tiempo antes del golpe de septiembre le llevaron al propio Allende la denuncia de que Pinochet encabezaba la conspiración genocida, el presidente no la creyó y la desechó. Allende estaba convencido de la fidelidad de su comandante en jefe. Esa confianza se asentaba en la tradición democrática del Ejército chileno, muy distinto en ese aspecto al argentino. Únicamente un cínico y desvergonzado como Pinochet pudo engañar con una supuesta enfermedad a la Justicia y diplomacia inglesas para luego, no bien pisó tierra chilena, salir de su silla de ruedas, caminar y saludar a los familiares y amigos que lo estaban esperando. Con esa finura y frialdad criminal supo engañar al pueblo chileno durante décadas con el tema de que la dictadura chilena no era corrupta ni ladrona.

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