Florencia Penna

El miércoles a las 21.30 se presentará, en el Teatro 3 de Febrero, 4 Jinetes Apocalípticos, la más reciente obra teatral del consagrado escritor José Pablo Feinmann, interpretada por Mauricio Dayub, con dirección de Luis Romero. Esta única función se realizará paralelamente a la temporada que lleva adelante en plena calle Corrientes, luego del exitoso período en el Chacarerean Teatre de Buenos Aires. En diálogo con ANALISIS, el actor paranaense contó vicisitudes del unipersonal y lo que siente al subirse a las tablas del coliseo municipal, entre otras cosas.

La tercera obra teatral del escritor e intelectual José Pablo Feinmann interpretada por Mauricio Dayub es un espectáculo sobre las últimas noticias de cuatro jinetes: la peste, la muerte, el hambre y la guerra se alternan en escena, cabalgando bajo la sombra de un inminente Apocalipsis. Así aparecen un padre fanático de la seguridad; el más decadente reencuentro de cinco ex militantes; un amo y un banquete macabro, y un hombre de negocios en acción el fatídico 11 de septiembre del 2001. “Para Feinmann, la peste de nuestros días es la inseguridad; la muerte es la de las ideologías; el hambre es de poder; y la guerra, el tema más apocalíptico de todos, está dada por la caída de las Torres Gemelas”, resumió Dayub, que vuelve al escenario mayor del Teatro 3 de Febrero luego de casi cuatro años. En aquella oportunidad vino a presentar Adentro! -junto a Gabriel Puma Goity-, su segunda obra como autor tras la recordada El amateur, en la que él y Vando Villamil fueron dirigidos por Luis Romero, director ahora del unipersonal.

4 Jinetes Apocalípticos tuvo un año exitoso en el teatro-bar Chacarerean Teatre de Palermo Hollywood, la sala que con sus socios de Sin Contactos Producciones (Dayub, Goity, Luis Sartor y Martín Cortés) inauguraron en 2003, y entonces fue solicitada en el Multiteatro, uno de los complejos ubicados en Corrientes casi Talcahuano, pleno centro porteño. Allí, una entrada puede costar 45 pesos y las salas se llenan igual.

-¿Cómo fue tu proceso creativo para sostener estos textos como monólogos?
-Recibí un fuerte impacto como lector del material, y sentí que era un gran desafío producir lo mismo en la imaginación del espectador. Ensayé más tiempo del que habíamos previsto, probamos varios caminos y creo que con la generosidad del autor y la paciencia de todos los rubros técnicos, Osvaldo Pettinari en la escenografía y el vestuario, Federico Marrale en la música, y el director, encontramos el resultado buscado: hacer un espectáculo y no un trabajo unipersonal, hacer una obra de teatro, con cuatro estilos diferentes, una propuesta compleja de realizar, pero simple y directa para la comprensión del espectador.

-¿Qué requiere un unipersonal para ser llevado adelante?
-Lo primero, una gran entrega de parte del actor. El actor que está solo arriba del escenario tiene que darlo todo, y hacernos sentir que tiene resto, que puede más, porque que trabaje solo tiene que ser una idea, no una carencia. Tiene que estar solo por elección, porque lo exige la propuesta estética, porque un actor es todo lo que hace falta para contar esa historia. Además, creo que necesita un director imaginativo, incansable y el apoyo de todos los rubros rodeándolo de elementos que ayuden al espectador a hacer visible lo invisible.

-¿Por qué te encargás de la producción? ¿No te quita tiempo o energías para tu labor actoral?
-Yo me produzco porque no es tan fácil encontrar a alguien que ame el espectáculo que quiero hacer... sin que lo haya hecho. Antes de empezar un proyecto, casi siempre me pasa, el único enamorado de la idea soy yo. Con el tiempo he logrado que mis amigos, socios ahora, también confíen y se jueguen conmigo. Es difícil que un productor entienda que perder dinero para que el artista busque, le va a convenir. En general el que invierte pone ciertas condiciones. Yo trabajo para mí, sin más exigencias que la calidad del resultado, que aunque la busco siempre, no puedo asegurarla nunca. No sé, me gusta invertir en mis ideales, aunque a veces me quite tiempo para otras cosas.

-¿Cuántas funciones has hecho ya? Después de tanto tiempo, ¿qué ventajas o desventajas encontrás en la repetición?
-Llevo más de 100 funciones con esta obra. Creo que cuando uno logra pasar las primeras 50 recién ahí sabe exactamente de qué se trata el espectáculo que está haciendo. No es que las primeras no salgan bien, sino que son funciones que el elenco no domina, las atraviesa, comienzan, avanzan y terminan, pero después de hacer 100, el actor va entregando la función bocadillo a bocadillo, pausa a pausa, ejerce poder sobre la obra y maneja los tiempos, la respiración, la emoción de una manera que antes no hubiera podido. Por esto, cada vez tengo más respeto por los actores que trabajan en el interior del país, donde se hacen pocas funciones y a veces con mucho tiempo entre una y otra. Me parece de una exigencia increíble y me produce una gran admiración.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)