-La movilización. La congregación del pueblo reunido en el Puente General San Martín ha sido inmensa e incontable. Las grandes movilizaciones tienen la peculiaridad de envilecer cualquier tipo de conteo. La gravitación en la vida de la sociedad es tan profunda que vuelve ociosa la tarea de dar algún tipo de límite al acontecimiento. La sensación de estar protagonizando un hecho conmovedor cobra evidencia en cada piel de los participantes. El hecho es que Gualeguaychú se constituyó en una inmensa plaza de afirmación del derecho del ciudadano a un ambiente sano, limpio y placentero. Además de impugnar la contaminación de su río, los vecinos de Gualeguaychú defienden el derecho a seguir gozando del paisaje, de seguir viendo la arena y el monte en la orilla uruguaya. En forma más subliminal, también está presente la indignación frente al vasallaje de empresas multinacionales impunes en la tarea de doblegar voluntades a su antojo.
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-La reunión de Madrid. Esta movilización del día domingo pasado se encuentra con los primeros resultados concretos de la mediación del Rey de España. Por primera vez el gobierno uruguayo se aviene a poner en discusión la localización de la planta pastera y que se puedan cotejar los estudios técnicos sobre el tema por parte de los dos países. Hay que recordar que hasta ahora Uruguay se había negado de diferentes maneras a exponer sus estudios técnicos a pesar de que por lo menos dos veces se había comprometido a hacerlo. Por el comportamiento tanto del gobierno nacional como de la diplomacia uruguaya, de la forma en que habían faltado a sus compromisos, dejaban abierta la puerta para pensar que en realidad no poseían tales estudios pues no tenían conocimiento cierto de la tecnología que iba a poner en funcionamiento la empresa Botnia. Pero bueno, esta vez el compromiso es frente a esta suerte de mediación asumida por el Rey de España.
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-La nueva situación. No es un hecho anecdótico o una consecuencia de la remanida viveza criolla. La entrada del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, en los comienzos de la reunión cambió en forma radical el ambiente previo. Efectivamente, en la antesala del encuentro de Madrid tanto argentinos como uruguayos se exponían encapsulados en sus respectivas posiciones. El gobierno uruguayo desde hace un largo tiempo había establecido como condición para el diálogo el levantamiento del corte en la ruta 136 y que la localización de la pastera Botnia no fuera tema de discusión. Por su parte, el gobierno argentino mantenía su posición exigiendo entrar en discusión sin condiciones previas y fijando el objetivo en la contaminación. En esta posición, dejaba flotando la impertinencia uruguaya en exigir el levantamiento de los cortes, cuando estos se habían retomado luego de que el Uruguay incumpliera el acuerdo suscrito por Tabaré Vázquez y el Presidente Néstor Kirchner en Chile. En esta perspectiva la reunión de Madrid tenía un destino de fracaso, una vuelta más sin que nada importante hubiera sucedido.
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-Asamblea y gobierno. Es difícil imaginar el marco multitudinario de la movilización del día domingo sin el ambiente optimista que supo recrearse a partir de los resultados de la reunión realizada en Madrid. Alguien dijo en su momento que los pueblos se plantean aquellos objetivos que pueden conquistar. En lenguaje más contemporáneo se puede afirmar que los grandes acontecimientos se gestan a partir de que la sociedad percibe que con su acción puede modificar situaciones en su favor. Más o menos en estos términos están plantados los conectores entre la mayúscula concentración en el Puente General San Martín y el restablecimiento del diálogo con los vecinos uruguayos. Pero esta relación que se establece en la base de la sociedad que hoy se moviliza con el pueblo de Gualeguaychú tiene una traducción en la forma que han sabido hilvanar los acercamientos y las distancias entre la Asamblea de vecinos y el gobierno del Presidente Kirchner. Desde temprano la asamblea de vecinos supo darse su lugar, encuadrar un accionar autónomo sin dejar de valorar ni restar expectativas en el despliegue del gobierno argentino. En ningún momento los asambleístas se dejaron llevar por la salida fácil de desacreditar el accionar de la Cancillería Argentina. Es cierto que en un momento las relaciones se pusieron tensas y no pocos observadores puntualizaron como actitud descomedida por parte de los vecinalistas que exigieron la presencia del canciller para que informara a la propia asamblea sobre el curso que tomaba el trabajo diplomático. El canciller Jorge Taina no se sintió incomodado, concurrió a Gualeguaychú y se expuso a las preguntas y al debate.
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-Internas y políticas. Cuando nuevamente entraron a agitarse especulaciones sobre tensiones entre el gobernador Jorge Busti y el electo Sergio Urribarri, los dos se presentaron juntos recorriendo los departamentos del norte entrerriano como señal inequívoca de que la sangre no llega al río. Por lo que surge como información oficial, Urribarri volvería a remontar vuelo, esta vez con destino a la India, como una manera de mantenerse ausente mientras el tiempo come los días que faltan para su asunción como gobernador. Mientras tanto, el mandatario en ejercicio sigue despuntando las relaciones y acuerdos para una posible convocatoria a reformar la Constitución. Desde una mirada que se ubique por fuera de esa relación entre Busti y Urribarri se podría decir que todo está bien, que cada cual atiende lo que institucionalmente le corresponde. Sin embargo, existen temperamentos en juego que dibujan espacios que marcan tensiones en desarrollo. En el actual contexto en que se desenvuelve la política es muy difícil que cualquier dirigente se sustraiga a las tendencias personalistas que predominan, cualquiera sea el espacio social sobre el cual se concentre la observación. Lo cierto es que en el terreno político ningún referente que se aprecie relega protagonismo, cada cual se empecina en ver cómo se mantiene en el candelero. Jorge Busti es una figura, se puede decir, emblemática en estos trajines. Pero las circunstancias han hecho que en un momento en que su imagen marca un punto alto de consideración entre los entrerrianos se tiene que ver relegado a un protagonismo secundario. Por fuera de la fidelidad que le puede profesar Urribarri, a partir del 10 de diciembre Busti ya no será gobernador. Esta incomodidad, si se quiere hasta natural en estos tiempos, marca un espacio de puja inexorable. En estas expectativas hay que tomar en cuenta dos aspectos que suelen estar muy marcados en el justicialismo entrerriano.
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