Luciana Dalmagro
A meses de dejar el gremio que conduce desde hace más de dos décadas, Edgardo Massarotti repasa su vida y cuenta qué hará en el futuro. Señala aciertos de la actual gestión, pero también marca algunos errores. Cree que Urribarri es garantía de continuidad en el diálogo y analiza algunos conflictos actuales. Evoca los vaivenes de su tarea gremial, recorriendo los distintos gobiernos con los que le tocó convivir. No se queja por no ser candidato a convencional y lamenta que la lista oficialista sea “estrictamente partidaria”. Y cuenta cómo es su rutina, tanto laboral como familiar.
Un grupo de empleados risueños toma mate e intercambia chistes y comentarios en una oficina pequeña. El jefe llega, también se suma con alguna broma, e invita a pasar a un despacho amplio, de puertas abiertas, donde a lo largo de las casi dos horas de entrevista no dejarán de entrar y salir personas.
Edgardo Massarotti, secretario general de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), cuenta que su día comienza muy temprano. El despertador suena a las 6 en su casa, ubicada detrás del Cristo Redentor. Se ducha y sale para el trabajo. A las 7 marca tarjeta en la Dirección de Transporte, donde revista desde hace más de 30 años. “He adquirido mucha experiencia en cuestiones que van desde lo legal hasta la planificación, sobre todo en cuanto a los aspectos prácticos del sistema de transporte y sus actores”, cuenta. Hasta el año pasado tenía categoría 8 y desde hace poco, al promoverse el reconocimiento de los tramos de antigüedad, le tocó la 6.
Llega a la sede de ATE a media mañana y arranca con trámites y gestiones diversas. Vuelve a su casa, donde vive con su hijo Federico, a eso de las 14. Almuerza, lee los diarios y a las 17 está de vuelta en ATE. “La tarde es un momento de mayor detenimiento y análisis de las temáticas propias del empleado público. No está la urgencia cotidiana de la mañana, cuando hay que ir a mover algún expediente o cosas por el estilo. Termino cerca de las 21.30 y vuelvo a casa”, narra.
Massarotti no tiene auto y hasta hace algunos años se movía en colectivo o incluso a pie. Pero desde que balearon el frente de su domicilio, durante el gobierno anterior, los compañeros lo instaron a usar el coche del sindicato. Se ve obligado a recurrir a un chofer, ya que no sabe manejar. “Quizá sea el único privilegio o ventaja que utilizo. Y tampoco lo hago a diario. Ayer me tomé el 4”, indica.
-¿Le molesta que alguien pueda pensar que se beneficia por su cargo?
-Adhiero a una vieja tradición del sindicalismo, que es propia de ATE. Hay algo en la esencia de este gremio que hace que uno, pese a no haber vivido las viejas épocas, lo tenga incorporado. Hay algo en lo genético, en el aire, en la casa. Y es la tradición de que el sindicato no es para servirse de él.
-Enumere los temas pendientes más importantes que tiene este gobierno con los estatales.
-El central es el Régimen Jurídico Básico. Es una cuestión pendiente que cada día se hace más necesaria. Hay conflictos cotidianos en muchas reparticiones, asimetrías, dificultades, todo producto de situaciones parciales, no integradas a un modelo de un empleo público puesto para servir al pueblo. Es una cuestión estratégica muy central que venimos batallando desde hace muchísimo tiempo. Desde 1988, cuando presentamos el primer proyecto.
-¿Por qué no sale?
-No existe un argumento. En el fondo, el motivo es evitar o demorar la pérdida de una herramienta importante como es el manejo del empleo público. El empleado tiene presencia ciudadana incluso numéricamente. O sea, algo que roza el clientelismo.
-¿Qué logros y errores puede señalar de la actual gestión?
-Jorge Busti es una persona muy inteligente en el manejo político, lo que lo hace muy hábil para encarar el diálogo. Y también tiene la capacidad de rectificarse si advierte que corresponde hacerlo. Como logro, señalaría la formación del Consejo de la Magistratura. También aventó los fantasmas de corrupción. Y en este reconocimiento, debo decir que es un gran táctico, pero le falta fundamentalmente una visión mucho más estratégica. No es estratégico únicamente seguir conservando porciones de poder. Estratégico es cambiar una sociedad.
-¿Qué opina de los descuentos a los docentes que hicieron huelga?
-Recién encontré un decreto de 1989 en el que Busti ordenaba descuentos. Nadie se acuerda. Lógicamente, esta medida impacta en los sueldos y es un golpe fuerte, ya que se trata de un salario de pobreza. Desde ese punto de vista lo repudio. Pero hasta desde lo filosófico hay que considerar que la posibilidad de descuento siempre existe y luchar aún contra la adversidad nos hace más dignos. El hecho de no descontar termina siendo más perverso porque atenta contra la conciencia de la gente.
-¿Le duele haber quedado fuera de las listas de candidatos a convencionales?
-No, al contrario.
-Pero usted en algún momento manifestó interés.
-No fue así. Busti fue el que tiró mi nombre. En el esquema que se planteaba entonces, con participación de sectores sociales, hubiera tenido cierta lógica una postulación. Eso no se dio, se hizo una lista estrictamente partidaria y, más allá de que no hubo ofrecimiento formal, yo mismo planteé que no quería ser candidato. No tengo intereses personales, ni de chapas, ni de cuestiones por el estilo, así que no me dolió ni me duele.
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