-Ruidos subterráneos. En el análisis político cuesta dejar de lado lo que sucede en el justicialismo. De una u otra manera este agrupamiento se las arregla para acaparar la atención sobre lo que sucede o deja de suceder en la provincia. Importa ver en detalle pero es realmente manifiesto que el gobierno acapara el centro de las demandas y a su vez esa referencia política es la que actúa sobre los puntos de conflicto casi en exclusividad. Las corrientes de oposición resguardan una actividad partidaria pero sin gravitar sobre los puntos que movilizan y concentran la atención social. Poniendo mayor atención en las circunstancias especiales que se viven, se puede destacar que en el propio justicialismo las tensiones adquieren un curso subterráneo y afloran a la superficie de la opinión pública como espasmos sutiles.

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-Los contornos del conflicto. Cualquiera puede suponer que esta ausencia de movimientos de gran escala en la esfera de lo político en alguna medida refleja una ausencia de conflictos sociales. El chequeo más inmediato hace caer afirmaciones de este tipo. Tanto docentes como trabajadores del Estado han estado especialmente activos en demandas salariales y también sobre cuestiones que hacen a la vida en el lugar de trabajo. En el caso especial de los docentes, han planteado con mucho énfasis el deterioro edilicio en la inmensa mayoría de las escuelas. Se puede ver recientemente que en Concordia una movilización por este tipo de reclamos congregó además de maestros a numerosos vecinos. En el planteo específicamente político, las demandas han sabido tener un fuerte contenido confrontativo.

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-La cuestión política. Este aspecto en el que los protagonistas de las eventuales confrontaciones no trascienden la relación de los directos involucrados, también se puede leer en otras situaciones no menos conflictivas que involucran a sectores de la producción con el tema del abastecimiento de gasoil, para citar el ejemplo más inmediato que sobreviene. Pero mirado bien, hasta la situación especial que les toca vivir a los vecinos de Gualeguaychú también se han sabido mover dentro de los mismos andariveles. Este encarrilamiento de los distintos puntos de conflicto que aparecen en la provincia debilita la intromisión de los agrupamientos opositores. Es evidente que el curso de esta relación entre gobierno y gremios, o si se quiere ir más lejos, entre el Estado provincial y la sociedad, demora en ser asimilada por la dirigencia política. Es claro, los directos involucrados, el gobierno y la dirigencia gremial, tienen que ir dando cuenta de la nueva situación empujados por estar a la cabeza de los polos que se enfrentan.

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-La oportunidad reformista. Teniendo esta dinámica social como contexto, los agrupamientos políticos opositores se mueven sólo al calor de sus impulsos internos. Sobre todo los radicales, por su propia composición histórica, nunca fueron muy propensos a establecer relaciones perdurables con los movimientos gremiales. De todas maneras, la actual situación enfatiza sus tendencias más aislacionistas. De haber tenido una perspectiva más comprometida con el movimiento social, el radicalismo bien pudo haber explorado una posición de apertura en la participación de la Asamblea Constituyente. Son numerosos los sectores sociales que con entusiasmo hubiesen aportado nombres para las listas de constituyentes de haberse sentido convocados.

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-Los radicales buenos. Es claro que en toda realidad social en el lugar más parejo se encuentran diferencias. En las dos propuestas que se congregan para disputar la representación de los radicales, ya sea para constituyentes como para los cargos nacionales, hay diferencias de postura y de preocupación. La lista Un Cambio Radical, que encabeza como candidato a senador nacional Sergio Varisco, pretende ser maquillada con el vuelo intelectual del doctor Jorge D'Agostino. Pero precisamente al tener como figura relevante al ex intendente de Paraná, el mentado despegue que sugiere el pomposo nombre se cae en los primeros aleteos. En esta ocasión que disputa el senador por la minoría en representación del partido radical, Varisco ha perdido el acento progresista que mal que mal trató de expresar en anteriores disputas. Encerrado en un discurso que sólo promete ser un buen control de la futura gestión presidencial, sin encarnar en los problemas sensibles que afectan a la sociedad, Sergio Varisco pierde atractivo. Por otra parte, la derrota reciente en las elecciones del 18 de marzo pasado hace que su postulación como referente principal de la propuesta resulte forzada. Como candidato a diputado nacional va Juan Ghiano, que en épocas de Sergio Montiel fue un senador con marcada autonomía y crítica, digna de destacar.

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-Candidatos. Coalición Radical, que así se llama la lista encabezada por Vera, impulsa también la postulación de Gustavo Cusinato como diputado nacional. En un radicalismo que se venía a pique producto de la muy mala elección como candidato a diputado nacional de Sergio Varisco en octubre de 2005, Cusinato afrontó la candidatura a gobernador con mucha dignidad. Es bueno valorar que las aspiraciones de Cusinato en esa elección en marzo reciente dependían mucho de cómo lo traccionaba la candidatura a intendente de Paraná de Sergio Varisco. Pero el hombre fuerte del radicalismo en Paraná se jugó en hacer negocio con el justicialista dividido. En esa dirección, Varisco literalmente borró la presencia de Cusinato en la campaña electoral de Paraná. A pesar de esa actitud de Varisco, Cusinato logró mantener el porcentaje de adhesiones del Partido Radical en 2005. Tal como venía la mano, el resultado fue una verdadera proeza.

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-Tensiones en alza. Hasta ahora los pasos que se siguieron tuvieron un curso previsible. Soliviantados por el fuerte marco movilizador de la semana pasada el congreso de AGMER, el viernes 10 en San José de Feliciano, rechazó la oferta salarial del gobierno e impuso nuevas medidas de fuerza. El gobernador Busti, el mismo sábado por la mañana jugó la carta que venía insinuando días atrás. El gobierno decidió poner en vigencia el aumento ofrecido pero a su vez, como represalia, dispuso descontar los días de huelga a los docentes que no concurrieran a trabajar.

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