Luciana Dalmagro

El “viudo negro” de Paraná detenido en la ciudad santafesina de San Javier fue identificado como Hernán Mendoza, de 28 años. Se trata del mismo joven que, en 2001, cuando trabajaba en el Ministerio de Salud conducido por Rubén Villaverde, fue acusado de desviar fondos destinados a comedores escolares a una cuenta personal. Luego enfrentó un juicio oral y público del que salió absuelto, entre otras razones, por considerarse que no tenía la suficiente habilidad para instrumentar la maniobra. Ante las más de doce denuncias de hombres que fueron dopados y saqueados que involucran a Mendoza, el actual diputado provincial asegura que pedirá la revisión del fallo.

La viuda negra es una de las arañas más temidas. Su picadura puede ocasionar la muerte. Tiene el cuerpo negro y brillante y una marca roja en el abdomen con forma de reloj de arena. Es elegante, de hábitos nocturnos y tendencia pacífica. Se destaca por su red, que está tan bien diseñada que en ella hasta un ratón puede quedar atrapado. Su nombre proviene de la costumbre post nupcial que tienen las hembras de la especie: luego del apareamiento se comen al macho.

En el argot policial o delictivo, se conoce como “viuda negra” a la mujer que seduce a su víctima, luego la duerme mediante narcóticos y finalmente la mata o roba sus pertenencias. Y viudo negro es el mote que recae sobre los hombres que desarrollan similar operatoria.

Claro que atrás quedaron esas damas misteriosas y esos caballeros enigmáticos que cautivaban a sus presas con sus encantos en casinos, hoteles de lujo o confiterías caras para luego, bombón asesino mediante, adormecerlas y llevarse silenciosamente objetos de valor, dinero, joyas y hasta obras de arte que, además, rara vez eran denunciados puesto que sus víctimas quedaban paralizadas de vergüenza.

Hoy, según el caso que ocupó las crónicas policiales de los últimos días, en lugar de un hotel de lujo el contacto sucede en una sala de chat, los bombones con narcóticos fueron reemplazados por un tetra-brick de jugo Baggio, el viudo negro es un joven ex empleado del Ministerio de Salud montielista con antecedentes de estafador capaz de robarse un termo, algo de ropa y perfumes, y las víctimas son homosexuales de mediana edad dispuestos a denunciarlo a gritos.

El geniecito

Hernán José Aníbal Mendoza tiene 28 años. En 2000 estudiaba Informática y militaba en Franja Morada, en el sector de los dirigentes Marcelo Milano y Martín Gabioud. Otro de sus compañeros era hijo de Fernando Marchi, entonces designado al frente de la Dirección de Programas Nutricionales del Ministerio de Salud, encabezado por Jorge Krenz. Necesitaban a alguien con conocimientos de computación y esa amistad produjo el ingreso de Mendoza a la administración pública. Estuvo a prueba quince días y finalmente le hicieron un contrato por diez meses en marzo. Ganaba 400 pesos.

ANALISIS denunció por esos días que una treintena de comedores escolares de Paraná se abastecían en un desconocido almacén llamado El Chumingo, que les vendía productos con sobreprecios exorbitantes, pero mantenía tarifas normales para los demás clientes. El negociado superaba los 200.000 dólares anuales, que se restaban de las raciones de los niños que acudían a diario a distintos comedores a alimentarse. La investigación periodística se transformó en una denuncia penal promovida por la desaparecida Fiscalía de Investigaciones Administrativas (FIA) y derivó en la salida de Krenz del gobierno de Sergio Montiel.

Cuando Rubén Villaverde se hizo cargo de la cartera, buscó romper con el esquema instaurado por su antecesor: dispuso la suspensión de las licitaciones para la compra de alimentos, apostó al uso de la tarjeta Sidecreer para aprovisionar los comedores y reubicó a casi todos los empleados que habían sido rozados por el escándalo.

Sacó a Marchi de Programas Nutricionales y al frente de la repartición colocó a la contadora Stella Maris Tersich. Hernán Mendoza pasó a ser su subordinado directo. Tiempo después, Tersich se lo presentó a Villaverde: “Acá está mi geniecito”, le dijo jocosa, en referencia al ubicuo joven, que para entonces se encargaba personalmente de todo el sistema informático de la repartición y de enviar las remesas de dinero para todos aquellos comedores en los que aún no se había implementado el uso de la tarjeta de crédito. Estaba instalado en una pequeña oficina del edificio de Tucumán al 500, donde funcionaba Programas Nutricionales. Logró un espacio de privilegio y consolidó una porción de poder importante pese a su edad e inexperiencia. Fue clave la amistad que, según sus dichos, fue tejiendo con Villaverde.

Otra vez una investigación de este medio detectó irregularidades en las cuentas de Programas Nutricionales. Con cada dato sustentado con su correspondiente comprobante, se publicó un informe que dejaba en claro que se estaban desviando fondos destinados a los comedores a una caja de ahorro -la número 515/1 del BERSA sucursal Don Bosco- a nombre de la hermana de Mendoza y de su madre, por la que pasaban no menos de 50.000 pesos mensuales.

Y otra vez el escándalo. El teléfono sonó a las 5 de la mañana en la casa de calle Conscripto Bernardi al 1800 donde Mendoza vive con su familia. Villaverde y Tersich le ordenaron a través del padre que no apareciera por la oficina ni por ningún lado. Pocos días después de la publicación, le llegó una carta documento firmada por el ministro en la que se le indicaba que su contrato quedaba suspendido.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)