El desarrollo del juicio oral y público derivado del secuestro extorsivo de Fernanda Aguirre confirma la idea de que no saldrá de allí ningún dato que resuelva el interrogante principal: dónde está la niña de San Benito. Pero el curso de los hechos parece plantear que tampoco se deja chance de ir más lejos en la búsqueda a fin de determinar responsabilidades en esta historia de frustraciones. Mientras algunas partes señalan que eso debería ser investigado por separado, los defensores de los procesados consideran que es sustancial esa búsqueda para demostrar que el punto de partida de este juicio está viciado de irregularidades, injerencia política, aprietes policiales. Todo eso sin perjuicio de las responsabilidades que le quepan a Mirta Cháves y Raúl Monzón. ANALISIS propone la crónica de lo que quedó sin tratarse por el permanente rechazo a los pedidos de los defensores.

Jorge Riani

Un estrado, algunos escritorios, una silla sola en medio del salón junto a un micrófono, lapiceras, notebooks, muchas corbatas… Abogados que preguntan -alguno que calla- que miran, se quejan, se pelean, sobreactúan, toman nota. Y un expediente. Por sobre todas y cada una de las cosas, un expediente.

El juicio por el secuestro extorsivo de la menor Fernanda Aguirre es, a primera vista, uno más de los que se tramitan en la sede de tribunales. Acaso uno de los seis juicios que más han concitado la atención general en las últimas dos décadas, pero en la cuestión mecánica uno más entre todos.

Los cronistas hallan en el desarrollo del proceso contra Mirta Cháves y Raúl Monzón -la mujer como coautora y el hombre como partícipe secundario- un cantera de testimonios para registrar y de situaciones que fluyen a cada momento en aparente relación con el más terrible trasfondo de esta historia negra: la desaparición de una niña entrerriana de la que no se tienen ni noticias.

Sin embargo, cualquier observador que imprima un poco más de enjundia a su mirada se quedará con la sensación de que hay una historia que pasa por otro lado, un trasfondo que no termina de aparecer. Eso de lo que no se habla. No se trata de aventar teorías conspirativas, ni alejarse tan siquiera de la historia que involucra a Cháves y Monzón. Pero queda la sensación de ayuno a quien va en busca de algo más en esta historia abierta y plagada de irregularidades -sí, de irregularidades tan puntuales que superan la observación sujetiva- incubadas mucho antes de que el tribunal tome en sus manos el asunto.

Pero también en este juicio se han revelado situaciones francamente terribles sin que eso provoque la mínima alteración gesticular, salvo un puñadito de excepciones, entre los protagonistas de este proceso.
Sólo la sentencia revelará si esas situaciones fueron tomadas con la seriedad que merecen. ¿Es periférico que el político haya abrazado con fuerza de asfixia esta causa? ¿Es indistinto saber si se está trabajando sobre un expediente modelado con amenazas policiales? ¿Será igual el resultado final del juicio si se subliman las conexiones de algunas de las partes con el poder político, que tiene la voluntad y los recursos para cambiar el curso de los hechos narrados?

Hay cosas que se dijeron en el juicio y otras que se ven sin que nadie las pueda verbalizar. Hasta el género periodístico de la crónica pareciera insuficiente para poder reparar en ellas. Sin embargo hay -vale insistir- hechos que sí han asomado.

En primer lugar, desprendido de la declaración de la procesada Mirta Cháves, que confesó que sintió miedo cuando el gobernador Jorge Busti la visitó en su celda. O cuando se narró que el testigo Adrián Schonfeld fue amenazado por el ex jefe de Policía, Ernesto Geuna. “Lo que no está en el expediente no existe en el mundo”, se podrá decir recurriendo a la conocida frase. Ahora sí esas declaraciones quedaron atesoradas en la suma de testimonios cosechados en las recientes audiencias.

Entonces, se llega a la conclusión de que el juicio ofrece hechos para la crónica, pero que también se puede hacer la historia de los caminos truncados. Aquellos atajos por los que podría haber circulado el proceso si se hubiese dado curso a algunos de los muchos pedidos de la defensa que el tribunal rechazó con argumentos antes expresados por la querella y la fiscalía.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)