Marcelo Comas
Iván Borghello se ganó a fuerza de goles el corazón de los hinchas de Talleres de Córdoba. Con ocho goles, fue el máximo artillero del equipo junto a Héctor Cuevas, y ese dato estadístico le valió para empezar a calzarse el traje de ídolo de La T. En un mano a mano imperdible, Memo realizó un balance de la temporada en la B Nacional, de la experiencia que vivió a principios de año en México jugando para el Santos Laguna, del recuerdo amargo que tiene de su salida de Newell’s y además habló de sus expectativas para la próxima temporada.
Iván Borghello disfruta de unas merecidas vacaciones junto a sus afectos. Entre las salidas a correr con su padre para mantenerse en forma y las comidas que prepara su madre para agasajar al hijo pródigo se reparte el tiempo del Memo en Paraná. Debe aprovechar a full con los suyos porque el 3 de enero comienza la pretemporada con el equipo que dirige Rubén Darío Insúa. Luego de una agotadora temporada en Talleres de Córdoba, el artillero nacido en Los Toritos de Chiclana parece haber recuperado la mística goleadora, esa misma que lo caracterizó en aquel campeonato ganado por Newell’s en el Torneo Apertura 2004. Los ocho goles anotados en las 19 fechas denotan el buen rendimiento del paranaense en La T. Le marcó dos goles a Godoy Cruz, cosechó la misma cantidad frente a Instituto y Ben Hur de Rafaela. También se hizo presente en el clásico con Belgrano (un grito). Y cerró su cuenta vulnerando los arcos de Independiente Rivadavia (Mendoza) y Platense.
En el comienzo de la campaña el Auriazul fue dirigido por Salvador Capitano, pero los malos resultados determinaron su salida y en su reemplazo asumió Rubén Darío Insúa, mientras el campeonato de la B Nacional desandaba la duodécima fecha.
-¿Descansando junto a la familia para recuperar energías con miras a la pretemporada?
-Es importante disfrutar de lo que el fútbol te saca durante todo el año, que es convivir con la familia, tus seres queridos. Así que estoy muy contento, disfrutando en Paraná, para recuperar energías porque el 3 de enero arrancamos una pretemporada durísima.
-Este año se puede dividir en dos partes: la primera jugando para el Santos Laguna de México y la segunda sumando a Talleres en la B Nacional. ¿Qué balance hacés de tu paso por el fútbol azteca y qué conclusiones sacás de tu primer campeonato en el ascenso?
-En México la experiencia de vida fue espectacular. Porque ir a vivir a otro país y conocer otro tipo de cultura resultó provechoso. A nivel deportivo tuvo un arranque, no quiero decir flojo pero sí irregular, y los últimos dos o tres meses fueron muy buenos. Esa circunstancia me dio la chance de poder quedarme y jugar otro año más; de hecho, me iba a quedar a jugar en la Primera División del Santos Laguna. Después hubo un problema dirigencial y me tuve que venir para Talleres de Córdoba.
-¿De qué índole eran esos problemas?
-Pasa que en México los clubes se manejan como empresas. Los empresarios son propietarios de una franquicia; en nuestro caso el Club Santos Laguna pertenecía a una cervecera, que era Corona. Y la cervecera tenía problemas con el presidente que ellos habían designado, dado que los titulares de los clubes son empleados designados por las empresas y el presidente estaba peleado con un manager que le pusieron a lo último. Yo era uno de los chivos expiatorios en esa pelea y me tuve que venir, pese a que había hecho la pretemporada con el equipo de Primera, tenía el contrato prácticamente firmado. Me quedó poco margen para buscar club y la Primera División comenzaba con los entrenamientos en la semana que vuelvo a la Argentina. No pude conseguir ningún club de Primera. Entonces como balance en lo deportivo no fue el mejor año, pero aprendí un montón de cosas de otro fútbol más estudiado, mucho más táctico, con otra dinámica, y eso sirve mucho. Por allí me hubiese gustado que me fuera mejor, no pude rendir al máximo, sí logré un cierre muy bueno. Después apareció la posibilidad de venir a Talleres, un club de la B Nacional, y reconozco que me invadían las dudas por jugar en el ascenso. Como todo jugador aspiro a jugar en Primera, pero en lo personal puedo hacer un balance bueno. Fui el único jugador de Talleres que disputó todos los partidos, todos de titular y prácticamente completando la totalidad de los minutos en todos los encuentros. Metí ocho goles que podían haber sido más, pero me sentí protagonista dentro del equipo y la gente me brindó un cariño especial.
-¿Durante tu estadía en el Santos Laguna militabas en el equipo de la Filial?
-Todos los equipos de Primera División tienen que tener un equipo en la B. Acá sería como si Boca tuviera un equipo en Primera y en la B Nacional juega con otro equipo. Se puede o no llamar de la misma forma, y en nuestro caso se denominaba de la misma forma. Entrenábamos en el mismo predio, estábamos en la misma ciudad y es como jugar una B Nacional. Fue productivo para mí el hecho de practicar otro tipo de fútbol, pero al ser un equipo de una ciudad el equipo de Primera absorbía todas las presiones y nosotros pasábamos a ser un equipo sin gente. Cuando jugábamos de visitante nos seguían los aficionados, pero de local no teníamos público. Ésa fue la parte más negativa. Igualmente hay que encontrar la motivación en uno mismo. Tenía ganas de jugar y cuando se presentó lo de Talleres era como volver a sentir el nerviosismo, la adrenalina, las ganas de meter un gol y festejarlo con gente. Tampoco es bueno perder ese tipo de sensaciones.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
