La pobreza va a la escuela

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Radiografía de las aulas entrerrianas: diagnóstico y consecuencias por años de postergación y desinversión

J. R.

La discusión pública por el salario que protagonizan docentes y funcionarios muestra sólo un pequeño fragmento de la profunda crisis educativa que golpea a la provincia de Entre Ríos, por años y años de desinversión en las escuelas. Hay informes gremiales que revelan un estado de situación que lleva a calificar a la suma de escuelas que conforman el sistema educativo provincial como “una bomba pedagógica y social”. Es en ese contexto que se advierte, por ejemplo, que en Paraná faltan 6.000 pupitres para atender a la población escolarizada. En la provincia, hay más de 30.000 jóvenes mayores de 15 años que son analfabetos puros, y más de 153.000 que no terminaron la primaria. Es decir que en esa situación de marginalidad educativa está más del 22 por ciento de los jóvenes, según informes a los que accedió ANALISIS. Los primeros conteos se realizaron en 2004, pero hoy la situación no sólo no se ha revertido, sino que se ha profundizado, denuncian los gremios. Dos de cada 10 adolescentes de 15 años no terminaron la primaria y 7 de cada 10, de 20 años, no completaron la secundaria.

Como “una bomba pedagógica social” define un informe al estado de cosas en torno a la escuela pública entrerriana. Es que si no se ha producido aún una catástrofe en el espacio público destinado a impartir educación es porque algo de la maquinaria educativa funciona y el esqueleto del sistema sigue erguido y lo suficientemente calcificado.

En la Escuela del Puerto –ejemplo que damos y que no está en los informes, pero que pudo confirmar ANALISIS con una visita al lugar– se produce un doble milagro todos los días. El primero que no haya ninguna mala noticia en un establecimiento técnico que trabaja diariamente con un sistema eléctrico que data de mediados de la década de 1940. Los cables se entrelazan y se dejan ver en el mismo sitio donde los dejó el primer peronismo y con las marcas que el tiempo les ha colgado en su extensión.

El otro milagro es el de la educación misma. El mejor de los milagros. El que hace que un grupo de chicos pobres vaya todos los días a buscar un plato de comida y lo pague con horas en el aula. Sin embargo, de eso –también de eso– suele salir un fruto extraordinario como es que un muchachito y una chica que egresa de esas aulas, al cabo de seis años, tengan un oficio y hasta puedan llegar a rebuscárselas en algún trabajo.

Cuando este semanario realizaba una visita al lugar, quiso la casualidad que el cronista diera con un ex alumno que había ido a visitar a sus antiguos docentes, aprovechando unos días de vacaciones cortas. Contaba que él también iba por el plato de comida y que cuando acordó había aprendido un oficio, el mismo que le permite ser proyectista de uno de los principales astilleros del puerto de Buenos Aires, de capitales españoles.

Y así sigue la escuela sumando historia. Esa escuela de la ribera paranaense, como otras tantas a las que no se les distrae un peso para enaltecerla. Hay que decirlo sin pelos en la lengua y esto no debe ofender a nadie y debe ofender a todos: la escuela pública entrerriana no merece la atención que necesita. No es culpa de este gobernador y sí lo es como también de todos los que hasta aquí han pasado por el cargo.

Un informe que los mismos docentes han realizado de solo mirar la realidad cotidiana revela –con datos concretos– el estado de situación, inercia y desatención de las escuelas. En los siguientes párrafos vamos a recorrer sus principales enunciados.

Faltan escuelas, sillas, libros

En la provincia hay 2.494 escuelas, de las cuales 363 son de gestión privada. Dos o más instituciones comparten edificio. En Paraná faltan 6.000 sillas para los alumnos. Para los 350.000 estudiantes que integran el universo entrerriano, hay tan sólo 23.000 becas repartidas en todos los niveles, lo que es muy escaso según se verá más adelante en el estado de situación de pobreza que golpea al conjunto.

En la era digital, existe una computadora para 65 alumnos en promedio. Esto quiere decir que en algunas hay más del promedio –aunque nunca es suficiente– y, en muchas otras, los alumnos no tienen el mínimo acceso a una pantalla y un teclado.

“Para garantizar la obligatoriedad de la secundaria hacen falta 46.546 bancos, 1.862 secciones o cursos, 93 escuelas de un solo turno o 47 de dos turnos. De ninguna manera esto puede solucionarse sin una definición de políticas públicas integrales que alejen definitivamente los fantasmas de la privatización encubierta y de la municipalización que fueron ideas de los ‘90, la educación pública es estatal y gratuita con plena gestión pública otras mixturas hacen referencia a sistemas mixtos de filiación neoliberal, como por ejemplo las escuelas de los clubes”, dice el informe.

A propósito de comedores escolares, por el ejemplo dado al inicio, hay que decir que son 1.500 en toda la provincia, a los que asisten 150.000 alumnos. El Estado destina para cada ración 1,25 pesos, mientras que tan sólo 60 centavos destinan a la leche por cada uno de los 230.000 que reciben la copa de leche en la escuela.

¿Pensar en una educación para todos? No sin antes conocer el dramático diagnóstico que indica que de los 311.000 menores de 14 años que hay en la provincia, 137.000 son niños en situación de pobreza. Es decir el 44 por ciento o, dicho de otro modo, casi la mitad son pobres.

Un parámetro interesante para conocer del estado de cosas surge de ver el presupuesto provincial 2008, que es de más de 1.091 millones de pesos, de los cuales casi 861 millones se destinan al pago de personal. La resta determina que son 230 millones para garantizar el funcionamiento de toda la maquinaria educativa.

Pese a que el gobernador en su último discurso ha aludido a la cantidad de cargos, desde los gremios sostienen que para el funcionamiento aún es necesaria la creación de 350 cargos de maestros, 382 de bibliotecarios, 460 cargos de conducción directiva para completar equipos, 150 maestros orientadores, 300 cargos de preceptores, 50 cargos de celadores de escuelas de jornada completa con albergue anexado y 25.000 horas cátedras para garantizar el funcionamiento del sistema educativo.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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