Silvio Méndez
La comuna de Paraná lanzó hace unos meses un plan de regularización de tasas por deudas en el Cementerio Municipal. El programa fue pensado para desocupar a los morosos luego de que se comprobara la crítica situación de espacio para albergar los cadáveres. Según se informó oficialmente, la iniciativa tuvo una respuesta que logró duplicar la recaudación, aunque el osario donde se depositan los cuerpos de indigentes o restos por los que ya nadie responde está literalmente colapsado. Ante esta situación, la medida adoptada será, de ahora en más, directamente incinerarlos. Si bien con esta última decisión se podría por ahora salvar la apremiante circunstancia, se reconoció igualmente que el crecimiento demográfico y la disponibilidad física ponen un límite al actual campo santo, por lo cual pronto se tendría que estar pensando en uno nuevo, más allá de las tareas que se han emprendido para reacondicionar y ampliar el que está en funcionamiento.
Tal parece que el Cementerio Municipal de Paraná está llegando a su límite. Se trata de un problema que desde hace algunos años viene registrándose debido a los inconvenientes que se producen en el ajustado margen entre lugares que se van generando a partir del recambio de cadáveres que por diversas razones se retiran para posibilitar nuevas entradas de cuerpos. Las crónicas periodísticas de fines del año pasado ya habían señalado un estado de saturación. Según algunos datos que no pueden ser confirmados fehacientemente, la necrópolis local tendría unos 23.000 nichos, 1.000 fosas y un número incontable de panteones.
El modo de calcular su capacidad operativa se deduce porque, semanalmente, se deben mantener desocupados unos 30 nichos para cubrir la demanda de los ingresos diarios. Hasta el momento, se optaba por apercibir a los morosos de las tasas del servicio que se abona anualmente para retirar los cuerpos o, pasado un tiempo estipulado, se los depositaba en un osario. Pero resulta que la fosa común a la que también iban a parar los indigentes, hoy día no se puede utilizar más ya que no tiene más cabida.
Como medida para salvar el inconveniente, desde la comuna se ha optado por incinerar esos restos mortuorios a partir de la suscripción de un convenio con el crematorio que funciona en el campo santo.
Esta iniciativa también fue acompañada a principios de 2008 con un plan de regularización de deudas por las cuales se firmaron unos 3.600 tan sólo en el mes de enero. Esta reorganización ha permitido un desahogo ya que en muchos casos se ha optado por trasladar o reducir los cuerpos, así como incrementar la recaudación. La modalidad se suma a una tendencia de reubicación en cementerios privados de la ciudad, cremarlos o llevarlos a cementerios públicos de pequeñas localidades vecinas.
De todas maneras, los responsables del municipio también informaron que se ha pensado en reacondicionar y ampliar la actual planta. Y si bien también se maneja un escenario en el cual el crecimiento de habitantes de la ciudad y la disponibilidad física del actual predio ponen un límite, aún no se ha pensado en construir una nueva necrópolis.
En diálogo con ANALISIS el director del Cementerio Municipal, Miguel Gauna, explicó que al inicio de la gestión se constató un alto nivel de atrasos en el pago del canon, en el orden del 60 por ciento, pero con la última medida adoptada fueron numerosas las personas que se acercaron para conocer los planes de financiación y la moratoria que finalizó en mayo.
En este sentido, se aclaró que cada uno de los casos fue atendido de acuerdo a situaciones particulares. Tan es así que se informó que de una recaudación mensual que rondaba los 5.000 pesos mensuales, ahora con la regularización se pasó a los 10.000 pesos. La operatoria, se aclaró, se realizó tan sólo siguiendo las normativas vigentes.
En términos de costos, Gauna señaló: “Hay nichos de galerías que son más caras que otras, como la 10, 11 y 12, que están entre los 200 y 220 pesos renovables cada dos años. Son las más caras porque poseen ascensor. Además el precio varía según la fila y la planta en donde se encuentre el nicho. Las más económicas van de los 60 a 70 pesos. Los que están en tierra corresponden a dos zonas bajas, que se destina a un servicio gratuito por cinco años para indigentes. En la zona alta (en tierra), el costo va entre 80 y 100 pesos anuales.
En el caso de los panteones varía el arancel de acuerdo al espacio que ocupan, como si fuera un impuesto inmobiliario, pagan entre 50 y 70 pesos”, enumeró.
El funcionario argumentó la medida adoptada “ya que la aplicación de la legislación permitió tener una desocupación y reutilización de los espacios”, sostuvo.
Consultado respecto al estado de colapso al que pareció haber llegado el cementerio el año pasado, Gauna dijo que se debió a “la metodología de los directivos que tuvo. Porque si se hubiera aplicado la ordenanza como corresponde no estaríamos hablando de un cementerio obsoleto o que está colapsado, que no nos dé la capacidad física. Ahora vamos avanzando; si aplican la ordenanza, se está regularizado”.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
