S. M.
La Secretaría de Políticas Universitarias de la Nación financiará un Proyecto de Voluntariado encarado por la Facultad de Trabajo Social, la de Ciencias Agropecuarias, el Parque Enrique Berduc y otras instituciones intermedias con el objeto de elaborar un plan para declarar área natural protegida a las tierras que circundan la Escuela Agrotécnica Nº 151 El Quebracho, en la localidad de Santa Elena. La idea es evitar posibles nuevas ventas que dejen al establecimiento sin campo para la enseñanza productiva y preservar asimismo parte del monte nativo existente. En la sede educativa aún esperan las mejoras edilicias que se prometieron iban a ser financiadas con el dinero producto de la comercialización que ya realizó el ex gobernador Jorge Busti antes de dejar su gestión.
Con la propuesta de dar continuidad a un plan de trabajo iniciado el año pasado con familias campesinas de Santa Elena, las facultades de Ciencias Agropecuarias y Trabajo Social de la UNER, el Museo de Ciencias Naturales, el Parque Escolar Rural Enrique Berduc, el Proyecto Tierra y la Escuela Agrotécnica El Quebracho se han lanzado a la ambiciosa meta de establecer como área natural protegida de usos múltiples el predio del establecimiento educativo que se halla en un terreno que fuera del ex frigorífico. La idea es sistematizar labores sobre un campo de unas 70 hectáreas y, al mismo tiempo, poder salvarlo de posibles remates. Como se recordará, el año pasado el ex gobernador Jorge Busti liquidó casi la totalidad de las tierras que pertenecieran a la factoría de carnes. En las operaciones se vendió una parte que en principio había sido notariada bajo la órbita del Consejo General de Educación.
En aquella oportunidad, el que fuera escribano Mayor de Gobierno, Francisco Gastaldi, había salido a defender la decisión del mandatario entrerriano y prometió que con el dinero obtenido por la comercialización de estas tierras de la Escuela Nº 151 se refaccionaría el establecimiento. Tanto a Gastaldi como a Busti, en Santa Elena, todavía los están esperando por lo comprometido.
En diálogo con ANALISIS, Verónica Rocha, de la Facultad de Trabajo Social, explicó algunas características y orígenes del proyecto. Formalmente está cargo de Rafael Sabattini, pero participan más de 25 personas entre docentes, estudiantes y voluntarios en general. Se tiene prevista una continuidad de labores por nueves meses, para lo cual la Secretaría de Políticas Universitarias de la Nación dispuso una financiación de 17.000 pesos, dentro de la cual se prevé la compra de algunos insumos y herramientas de trabajo.
“El proyecto surge a partir del Ministerio de Educación de la Nación. Financia proyectos que unifican facultades con la idea de generar una actividad de extensión en el medio. Hay convocatorias todos los años. Nos presentamos antes en 2007 con Agronomía y la Facultad de Educación para la capacitación agropecuaria para familias campesinas de Santa Elena. En medio de ese proyecto se anunciaron las ventas de las tierras de la escuela, unas 100 hectáreas de las 170 que tenía, que eran tierras que estaban trabajando los alumnos. Nosotros participamos con algunas actividades con la escuela y nos comprometimos a presentarnos en esta nueva convocatoria para pensar trabajar este lugar como un área natural protegida. Esto por varias razones: una porque tiene un bosque nativo que hay interés en preservarlo y otra es por una cuestión política para que la escuela tenga una herramienta más para impedir que se le vendan las tierras”, sintetizó.
Para tener una idea del medio, Rocha explicó que “es una escuela con características de bastante precariedad. Funcionan a la entrada de Santa Elena, en el original casco de la estancia de los Bovril, que eran los primero dueños del frigorífico.
La escuela alberga aproximadamente a 100 alumnos provinentes de familias en su mayoría en condición de pobreza, hay un 70 por ciento de chicos de zona urbana y el otro 30 de parajes cercanos rurales. En las primeras reuniones donde presentamos el proyecto –porque la idea es que también sea de ellos-, muchos decían que fueron por obligación, pero que ahora no se irían de la escuela. Otros fueron voluntariamente porque les interesa el perfil técnico que les permita un trabajo con la tierra en lo productivo”, comentó.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
