El escribano Carlos Vairetti conoció a Juan Domingo Perón a los 19 años. Desde esa edad milita en el peronismo y en su pasión por el partido influyó a su padre, que de yrigoyenista se hizo peronista. Se entristece al decir que al peronismo lo fueron invadiendo “personas malas que sólo buscan enriquecerse perjudicando al país”. Opina que hoy prima el interés económico en los partidos y que “todo está muy mercantilizado”. Está terminando de corregir sus memorias, que pronto serán publicadas, donde contará cómo fue su vida dentro del partido y expondrá una gran cantidad de fotos que tiene con diferentes referentes políticos. Para las próximas elecciones presidenciales le gustaría que el candidato fuera Carlos Reutemann, porque es una persona a la que “le sobra responsabilidad y honestidad, que es lo que le hace falta al país”.
–¿Cuándo se dio cuenta que era peronista?
–Cuando yo era adolescente trabajé para el diario demócrata La voz de Entre Ríos, escribía ahí y estaba muy contento a esa edad a pesar de que no me pagaban; pero después de un tiempo me dieron un carnet de periodista y podía ir al cine gratis, e incluso viajar gratis también. Después de terminar el secundario en la Escuela Normal conseguí que el entonces interventor de la provincia, el general Humberto Sosa Molina, me diera una audiencia para solicitar una beca para estudiar. En esa reunión me habló de un colega suyo que era el ideólogo del GOU (Grupo de Oficiales Unidos) y esta persona era Juan Domingo Perón. Así que lo fui a conocer. Cuando llegué a Buenos Aires había un grupo de universitarios a los que nos dieron el desayuno. Ahí la conocí a Evita. Ella se fijaba que estuviera todo en orden, que no faltara comida para nosotros, era una mujer muy atenta. De ahí en más seguí yendo a esas reuniones y de a poco me fui metiendo cada vez más en el peronismo, al punto tal que mi padre, que era yrigoyenista, se hizo peronista.
–¿Qué pensó el día que Perón echó a Montoneros de la Plaza de Mayo?
–Los Montoneros dicen que Perón los mandó a la lucha armada, pero Perón me dijo años más tarde en España, que nunca se le ocurrió mandar a la lucha armada a esos chicos que sólo eran idealistas, que era imposible que fueran a luchar contra un Ejercito organizado, porque los iban a matar a todos. El día que Perón los echó de la Plaza de Mayo, él había llegado a Ezeiza y los montoneros habían preparado una encerrona para matarlo porque creían que matándolo se quedaban con el poder. Se salvó porque desviaron el avión y lo llevaron a Morón.
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