Claudio Cañete
La edición que Eduner lanzará esta semana al mercado editorial se divide en tres volúmenes y ocho partes. En el interior de cada una de estas partes se mantienen las unidades que representan los libros editados, como por ejemplo los que tienen el mate (El arte de cebar y El lenguaje del mate), la literatura nacional (Crítica y pico), o Garibaldi (Garibaldi en Entre Ríos), como tema, o los que reúnen poemas (Versos para la oreja y Son sonetos) y relatos (La mano). Pero hay que señalar que en una obra como la de Villanueva, no siempre el libro publicado establece una prioridad. Por momentos el libro en tanto aspiración, muchas veces inconfesable, o también si se quiere como frustración, olvidado o encajonado por exigencias ocasionales que es necesario reconsiderar, se vuelve un indicio de organización igualmente importante.
Así funcionan, a nuestro parecer, por ejemplo las crónicas que, inéditas como libro, encuentran su sentido en proyectos como Paraná, rosa de otoño o Después de la guerra... Con relación con estas unidades, a manera de satélites de escritura, marcando muchas veces las etapas o capas de una progresión (también de una duda o un arrepentimiento), que no excluye el porvenir, se clasifican los distintos artículos “sueltos”.
Una de las claves de esta edición es el trabajo de archivo realizado, tarea que es una responsabilidad social donde la acción de la Universidad Nacional es indispensable. Es el mejor homenaje que podemos hacerle a Villanueva, defender ante el olvido y la desidia nuestra memoria cultural, con el fin de contar con más y mejor material para construir nuestro futuro.
Otra clave de estas obras completas es precisamente la recuperación de un autor en su vasta y compleja producción, porque la obra de Villanueva parece dispersarse en formas muy diversas, desde las investigaciones de tipo “culturales” sobre temas como el mate, la gauchesca o el lunfardo, hasta aquellas escrituras que se corresponden a géneros canónicos de la literatura, como la poesía, el cuento o la crónica. Pero a medida que se avanza en su conocimiento se verifica la existencia de un proyecto único, claramente definido. Esta unidad de sentido pone de relieve la originalidad del trabajo de Villanueva, que tiene un centro indiscutible, que es el trabajo sobre lo próximo, esas cosas nuestras al parecer inagotables.
El optimismo de Villanueva se basa en una profunda fe en el “pueblo” o en “lo popular”, nociones tan maltratadas estas últimas décadas que, al menos a la luz de sus trabajos, merecerían una recapitulación. Las cosas nuestras, entidades nada ingenuas en Villanueva, erigidas contra todo facilismo colorista, interpelando la inclinación a considerar la proximidad de ciertos bienes culturales como un valor adquirido y no una responsabilidad y, muchos menos, una tarea, se constituyen quizás en la clave principal de acceso a su obra: su “bien de esperanza”.
La organización de la obra
Siguiendo los estudios previos que acompañan la edición de estos tres tomos, anticipados por la profesora María Elena Lothringer, directora de Eduner, las partes en que se organiza la obra de Villanueva, las que aquí se proponen, no impiden conjeturar las formas de la unidad. Deberían ser su garantía. Cada volumen cuenta con introducciones escritas por distintos colaboradores que trabajaron el proyecto, situación también novedosa, porque son muy pocos los textos escritos hasta aquí sobre Villanueva; en todo caso, no hay estudios extensos sobre su obra. De todas maneras, los artículos más importantes que fueron publicados sobre este autor, se incluyen en diferentes anexos de la edición. De forma representativa se incorpora la correspondencia con distintos protagonistas de nuestra cultura, principalmente con César Tiempo.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)