Silvio Méndez

El jueves 21 de abril, el intendente de Paraná, José Carlos Halle, lanzó oficialmente el programa de recolección y tratamiento de la basura “Separar es valorar”. La iniciativa de la Municipalidad ha sido enmarcada dentro del Plan de Gestión Integral de Residuos Sólidos, con el fin de implementar la separación de los desperdicios en origen –entre secos y húmedos- y una posterior reducción de su disposición final. Para esto se ha ideado instituir que los vecinos saquen a la calle –para el acopio por parte del servicio municipal- los desechos en distintos días, según sea su tipo.
Así presentado, y a priori, el programa no ha sumado más que adhesiones y apoyos. Más allá de algunas reticencias, se encuentra ampliamente instalada en el debate público la posibilidad de poder efectuar prácticas de reciclado y disminución de los desperdicios.

Pero hete aquí que los impulsores del sistema –la misma comuna-, ni para el momento de inicio de ejecución, ni aún hoy, han garantizado una planificación para la concientización de las tareas que deberían llevar adelante los ciudadanos, ni tampoco el tratamiento diferenciado de la basura al final del proceso. Más allá de las proclamas y esporádica publicidad, en rigor, reina el desconcierto.

La situación llama la atención, ya que desde mediados de 2009 se ha suscripto un convenio con la Fundación Eco Urbano por el que se le habría asegurado dos contratos mensuales de 3.000 pesos –tal como aseguran altas fuentes del municipio- para las campañas de difusión, así como y con la Facultad de Trabajo Social de la UNER para la coordinación de tareas de reciclado por parte de grupos familiares que viven del cirujeo.

Igualmente, pocos detalles se han dado a conocer sobre estas faenas, así como avances concretos en la materia. Por su parte, el municipio ha anunciado que se acondicionaría un sitio para la clasificación de la basura en cercanías del Volcadero, la construcción de un biodigestor en el Mercado Concentrador El Charrúa y de canchas de compostaje en el Vivero Municipal para tratar las materias orgánicas. De todos modos, hoy día se desconoce que tales infraestructuras estén dispuestas. Hace unos días, el propio secretario de Medio Ambiente de la Municipalidad, Ricardo Goñi, ante la consulta periodística respecto a los residuos húmedos admitió que van a parar al Volcadero e indicó que se encuentran trabajando “en la instalación de una planta de reciclaje o transferencia” para los secos.

Dadas estas condiciones, serias dudas despierta en los ciudadanos que su buena voluntad a la hora de catalogar su basura rinda sus frutos luego de que depositan sus desperdicios en la calle.

In situ

En este escenario complejo, que evidencia lo mucho de improvisado que tiene “Separar es valorar”, la Asamblea de Autoconvocados por el Problema de la Basura ha puesto la voz de alarma sobre la apremiante situación que han advertido en el Volcadero. De acuerdo al informe elaborado a partir de recorridas en el terreno, seguimiento e investigación realizados por los propios vecinos han alertado del “preocupante desplazamiento” del vertedero hacia las orillas mismas del río Paraná, hacia los bañados del oeste, “los cuales son humedales asociados a la llanura de inundación del río Paraná y, por ende, a la Cuenca del Plata”, describen.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)