Silvio Méndez
La capital provincial será por segunda vez sede del Encuentro Nacional de Mujeres. En su edición número 25, esta reunión que convoca a participantes de todo el país, de distintos orígenes, condiciones y experiencias de participación política, se congrega para discutir un abanico de temas vinculados a problemáticas de género. Violencia, discriminaciones de todo tipo, trata de personas, exclusión de los espacios de poder, acceso a derechos, son algunos de los tópicos de los cuales se desprenden mucho otros que concitan el interés y el debate, que se llevará adelante entre el 9 y el 11 de octubre.
Para este año, se esperan más de 20 mil asistentes, que podrán participar en lo que se estima serán 55 tipos de talleres con diferentes problemáticas. Justamente, esta modalidad esta pensada para que en estos espacios se generen los debates y, al final de cada la jornada, se expongan los distintos puntos de vista en la memoria de las conclusiones que servirán como material para la convocatoria siguiente. Lo que hasta el momento ha primado en los talleres de los encuentros es que no se votan ni se deciden posturas determinadas, sino que se plasman las distintas miradas que se vierten. Pero lo novedoso de esta edición es que esta manera de organicidad podría entrar asimismo en cuestionamiento a partir de algunos planteos que proponen que desde el encuentro se fijen posiciones respecto a determinadas polémicas.
A persistentes controversias como lo son el aborto, la salud y educación sexual, la explotación y la discriminación en el acceso a derechos laborales, se incorporan otros coyunturales, como luchas gremiales puntuales, la Ley de Matrimonio y Ley de Medios, en lo que se presume serán disputas de alto voltaje.
En diálogo con ANÁLISIS, Jesuana Aizcorbe de la comisión organizadora, hizo un repaso de la historia que también de algún modo le va otorgando una identidad a esta gran reunión abierta.
“El encuentro se hizo después del ‘85, luego de una conferencia que se hizo en Nairobi (Kenia). En realidad hubo muchas discusiones sobre para qué es el encuentro, si sirve como está. Pero el resultado de 25 años es que es un espacio donde todas las mujeres pueden hablar de las cosas que le pasan. Es un lugar donde todas somos iguales y tenemos la posibilidad de tomar la palabra. Por ahí esto es complejo de entender para personas acostumbradas a decir lo que piensa. Por ahí mujeres estudiantes, intelectuales, mujeres que tienen independencia económica y de determinados sectores decir lo que les pasa es un cuestión bastante común. Pero lo que enriquece el encuentro es que tienen posibilidad de hablar las que nunca lo hacen. Las mujeres campesinas, de los barrios, las mujeres que no hablan o les cuesta mucho poder plantear sus cosas. Lo que se genera en el encuentro es un ambiente en el cual todas podamos decir cosas que por ahí te definen mucho como personas”, destacó.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
