Juan Cruz Varela

“No sabemos cuántos años más de juicios por delitos de lesa humanidad nos quedan por delante”, dice. “Probablemente décadas”, avizora enseguida. El que habla es Pablo Llonto, abogado, periodista y militante de derechos humanos.

Los números sobre el proceso de juzgamiento de las violaciones a los derechos humanos durante el terrorismo de Estado son elocuentes: desde 1983 se celebraron 123 juicios, a junio había 531 condenados y 56 absueltos por delitos de lesa humanidad, a marzo había 1.135 procesados, 927 detenidos, se han judicializado los casos de más de 10.500 víctimas en todo el país y en todas las provincias hay causas en trámite.

Pero, según Llonto, “hay mucho por hacer, todavía”.

Es que los números no alcanzan en el incesante ejercicio de memoria, verdad y justicia que se mantiene todavía como una deuda con los argentinos. Unificación de causas, procesos judiciales más breves, caracterización de las complicidades civiles, determinación de los distintos niveles de participación en la represión son algunos de los desafíos hasta lograr justicia por los crímenes de la dictadura. Es allí donde todavía habita la oscuridad, donde todavía no llegó la luz de la memoria.

Llonto estuvo en Paraná, invitado por el Colectivo de Derechos Humanos de Ayer y de Hoy, donde disertó sobre el juicio y castigo a los responsables del genocidio durante la última dictadura cívico-militar. En esta entrevista con ANÁLISIS, se refirió no sólo al estado de las causas sino también a la importancia que tienen los juicios a nivel mundial. Tampoco ahorró críticas al sistema judicial por la lentificación de los procesos ni evitó hacer algunas sugerencias que podrían servir para acelerar los juicios.

_¿Qué importancia le asigna a los juicios por delitos de lesa humanidad que se llevan a cabo en Argentina?
_Lo que se está haciendo es histórico para la Argentina y el mundo. Pero lo que hay que comprender es que estos juicios no se hacen porque a la Argentina se le ocurrió, sino porque a la humanidad le interesa, y por eso hay muchos países observando lo que se hace aquí para ver si esto se puede replicar en otros lugares, porque lamentablemente la humanidad no le ha puesto freno al genocidio, ni a las violaciones a los derechos humanos, ni a la tortura, ni a las desapariciones forzadas de personas. Por eso estos juicios deben servir para construir una sociedad que de una vez por todas le diga basta, desde cualquier rincón del mundo, a las violaciones a los derechos humanos.

Con freno de mano

Los procesos penales por delitos de lesa humanidad que se desarrollan en el país son un ejemplo mundial por varios motivos: los llevan adelante tribunales comunes, se respetan las garantías judiciales y hay una defensa pública eficiente. Sin embargo, el reclamo más fuerte que suena en cada encuentro de abogados es sobre la necesidad de encontrar una manera de acelerar la tramitación de los juicios.

(Más información en la edición gráfica número 1006 de ANALISIS del 24 de julio de 2014)