Pablo Javier Canavelli

“Soy de Paraná, nacido en Paraná. Viví hasta los 18 años(ahora tengo 30). Soy de familia de artistas, mi papá es músico, mi mamá bailaba folclore desde joven. Ella siempre tuvo mucho vínculo con el escenario y de chico empecé a hacer folclore en el Estudio José Hernández. Después empezamos a hacer comedias musicales, en el inicio con Fabio Vides, los seis hermanos, aproximadamente diez años con él”, así se presentó a este cronista. Y contó que después cada uno empezó a especificarse más en su área. “Yo fui el que más se fue para la comedia musical. Y por eso cuando estaba terminando quinto año en la escuela de Comercio N°1, audicioné para unas becas del Fundación de Julio Bocca para artistas del interior en donde te traían a Buenos Aires con todo pago por un año, a estudiar Comedia Musical y Danza Clásica.Era un plan de estudios donde entraba a la Fundación a las cuatro y media de la tarde y salía a las doce de la noche todos los días”, relató.

—¿Cómo fue vivir a los 18 años, solo en Buenos Aires?
—Para mí fue como un sueño cumplido. Yo desde muy chico, desde los 15, que decía “termino el secundario y me voy a Buenos Aires, no sé cómo”. Y bueno, persiguiendo ese sueño es que surgió esto de las becas del interior. Yo no creo en las casualidades, así que me mandé de cabeza con eso y el resultado fue muy positivo. Incluso en un momento del país muy difícil; te estoy hablando del año 2002, que fue la audición, y en 2003 en que me vine a vivir. Era el momento en que estábamos con los bonos federales y una situación como sociedad y como país bastante compleja. Yo no me hubiese podido venir si no hubiera sido por la beca. Una vez que hice mis becas en Argentina y en Estados Unidos, participé de un espectáculo en Francia y luego ya empecé a trabajar en lo que sería el circuito comercial de la calle Corrientes de Buenos Aires, que también era un sueño y una meca.

—¿Y cómo vivís este regreso a Paraná con espectáculo propio?
—De Paraná nunca me desprendí del todo. Si hay algo que hago constantemente es volver, no solamente por mis padres, por mi familia, sino por muchos amigos que tengo y porque ahí es donde se sembró la semilla de lo que hoy estoy pudiendo disfrutar. Entonces tengo mucho agradecimiento, voy muy seguido al estudio de Carla Tista, llevado por María Eugenia Ibarzábal, doy seminarios, tomo exámenes, participo de sus muestras de fin de año. Tengo un agradecimiento muy especial por Paraná y lo voy a tener siempre. Si bien por ahí con el ritmo de la ciudad ya no me siento identificado, pero porque siempre añoré y quise estar acá en Buenos Aires, me gusta, y como vino de la mano de un gran sueño, es como que negocié. Y la verdad es que me sumé a este movimiento que propone la ciudad. Dentro de las cosas que tuve que negociar está la tranquilidad de Paraná, por la locura de lo que es Buenos Aires, la siesta no existe acá. Pero la verdad es que estoy feliz haciendo lo que hago acá, entonces es quizá una de las cosas que más extraño. A Paraná siempre vuelvo y sobre todo esta vez, arriba de un escenario con una propuesta mía. Es un gran paso en mi carrera haber trabajado junto a Omar Calicchio y Guido Cefaly. Fue un trabajo muy dialogado, fue un placer haber creado la obra y creo que eso se refleja en la obra, el amor y el valor humano con el que se creó. La obra se estrenó el año pasado en Buenos Aires, si bien no ha tenido una continuidad, este año retomamos en un teatro que se inauguró en Recoleta y ahora esta gira por Tucumán, Paraná, La Plata, y sobre todo con mucho cuidado. Para mí lo más importante en el trabajo es el factor humano. Es fundamental. En esta vorágine de la carrera, a uno lo mantiene firme, con convicciones.

(Más información en la edición gráfica número 1028 de la revista ANALISIS del 10 de septiembre de 2015)