Claudia Martínez
(Especial para ANÁLISIS)
La casa está en calle Bavio, en un lugar ameno y con un árbol que sirve como indicación para ubicarla. Felipe Celli, ex vocal de la Sala Primera en lo Penal de la Justicia de Paraná, recibió a ANÁLISIS en una de las salas de la casa.
El ambiente está lleno de recuerdos, de un piano del que suele arrancar algunas notas su esposa, Angélica Caíno, su compañera de toda la vida.
Los Celli viven en la casa que tienen desde que vinieron de Córdoba, Villa Dolores, la localidad de donde es oriundo el abogado.
“Yo me retiré de la Justicia en el 2007. Tengo 68 años,cordobés y hace casi 40 años que estoy acá. Nací enTraslasierra, cerca de donde estaba el cura Brochero. Estudié en la Universidad Nacional de Córdoba. Mi esposa estudiótraductorado de inglés”, cuenta en los primeros momentos de la nota.
Su llegada a Paraná fue en un primer momento en el año `75, “cuando estuve en el estudio de PanchoPerette. CarlosPerette, el vicepresidente de la Nación, fue muy amigo de mi padre, que era un caudillo político muy importante de la provincia de Córdoba. Se conocían y me mandaron a Paraná.Cuando vine, pensaba que venía a un gran estudio. Llegue acá y me encontré con un estudio que vivía de recuerdos hace muchos años. Los Peretteeran de una gran calidad humana y una gran calidad de vida, y un compromiso con la gente.CarlosPerettemurió en la pobreza porque nunca quiso aceptar su jubilación como vicepresidente de la Nación.Y lo bancaba aPancho como podía, pero vivían austeramente”, relata.
—¿Y qué paso cuando llegó a esta ciudad?
—Me encontré con un estudio que vivía de recuerdos. Estuve tres o cuatro meses y después me volví a Villa Dolores. Eso me permitió conectarme con mucha gente y hacer contactos. Entre esa gente conocí al Colorado Solari.
No obstante, luego de los contactos realizados en la capital entrerriana, volvía cada verano a Paraná. “Hablando con el Colorado Solari me preguntó si no quería formar parte de la justicia entrerriana, que había un juzgado de Instrucción vacante. Yo siempre le contaba de mi compromiso con el Derecho Penal. Eso no lo podía hacer en Villa Dolores. Le dejé los datos, sin ninguna expectativa. Había un Consejo de la Magistratura pero no concursos. Se dio que el Colegio de Abogados era manejado por Solari y me postularon a mí. Pasaron seis meses y me llamaron. Era gobierno militar. Esta fue una de las grandes cargas que tuve. Pero nosotros no teníamos conciencia de lo que pasaba. El 15 de mayo del ´78 juré y el 21 de octubre a la madrugada me pusieron una bomba en la casa de mi suegro. Yo me había enfrentado con la policía y desmantelé un organismo de tortura dentro de la policía; torturaban a cualquier ciudadano que entraba.
Celli se caracterizó por defender a las personas que eran torturadas por el aparato montado dentro de la misma policía y que él logró desarticular en varias oportunidades.“Un día llegó una denuncia penal al juzgado de turno. Estaba Salvarini (ya fallecido), un pusiláme total que no quiso recibir la denuncia porque era en contra el gobierno. La víctima estaba desesperada. Yo lo atendí y le dije que le iba a tomar la denuncia. Lo mandé a revisar y esta persona me cuenta que le ponían alcohol de quemar y le prendían fuego el pecho, porque ellos decían que había querido defraudar a la provincia. A este tipo se le había quemado un colectivo viejo y decían que él lo había hecho a propósito para cobrarle al Instituto del Seguro.Le metí mano al tema y terminé con dos subcomisarios y dos oficiales presos.
(Más información en la edición gráfica número 1049 de ANALISIS del 20 de octubre de 2016)
