Natalia Buiatti
Hace algunas semanas se cayó un paciente en el hueco de un ascensor del Hospital San Martín. Durante varios días, el hombre estaba reportado como desaparecido. Finalmente, encontraron su cuerpo en descomposición, por el olor que despedía. Tiempo antes, otro hombre desapareció del Hospital Fidanza. Parece que se lo tragó la tierra. Los familiares lo buscan sin descanso e hicieron destapar un pozo de desechos que está dentro del hospital, donde no hallaron nada, pero sus dudas se acrecientan porque sostienen que en el nosocomio hay varias cavidades similares que no fueron abiertas. A principio de este año, una parturienta que se internó en el hospital de Gualeguaychú no pudo tener allí a su hijo por falta de ginecólogo. Entonces la trasladaron a Gualeguay, pero en el hospital de esa ciudad tampoco pudo tener a su bebé porque faltaba el anestesista. Terminó en Concordia, donde sí pudo parir. Pero para eso tuvo que recorrer unos 350 kilómetros y pasarse varias horas viajando. El año pasado, en agosto, una paciente psiquiátrica del Hospital Colonia de Salud Mental Dr. Raúl Caminos, de Federal, murió ahogada en líquido cloacal, tras caer en una fosa séptica que estaba abierta -señalizada-.
Si se observa para atrás, si se hace un repaso superficial de las noticias sobre el sistema de salud pública en la provincia, se vuelven casi innumerables la cantidad de casos aberrantes ocurridos en el marco de la red sanitaria entrerriana. Vuelve a la memoria el episodio en el que se infectó por error con VIH a una parturienta en el Hospital San Roque. O aquel otro acontecimiento por el que no se le permitió a una mujer practicarse un aborto terapéutico, se la obligó a tener un hijo, tuvo un Accidente Cerebrovascular (ACV) y quedó con graves consecuencias psicomotrices.
El sistema de salud en Entre Ríos está colapsado. No es una novedad. Lo sostienen profesionales y especialistas del área, a quienes este medio ha recurrido en varias oportunidades. No hay camas para las personas que lo necesitan. No hay camas en los hospitales y no hay camas en las clínicas ni sanatorios. Los efectores de salud para internación e intervenciones, no alcanzan. Pero ése no es el único grave problema de asistencia sanitaria. Los recursos que se destinan tampoco alcanzan, el dinero, el presupuesto, es insuficiente. Como si fuera poco, a todo esto se suma el desorden administrativo, el déficit en la red de ambulancias, la falta de profesionales en las ciudades más chicas… Todo estalla en casos puntuales, en muertes evitables, en desapariciones inexplicables de personas, en agravar padecimientos completamente eludibles para un paciente.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS del 27 de abril de 2017)
