Antonio Tardelli
Atento siempre a la envoltura del regalo, el gobierno persigue ahora alguna legitimidad adicional para llevar adelante sus recortes. Busca capital político adoptando medidas simpáticas, aunque irrelevantes en términos contables, para poder luego, sí, podar por donde efectivamente duele, es decir, donde alguien experimentará un retrocesoconcreto de algún tipo.El gobierno anuncia economías en decenas de organismos. Entendida la política como el reino del “nosotros” y el “ellos” (nosotros, los que gobernamos; ellos, los gobernados), el mensaje es: “Nos ajustamos primero nosotros para recortarles luego a ellos”.
Es, claramente, una falacia: la división entre la elite gobernante y la mayoría gobernada no es, al menos para estos casos, la antinomia principal de la política argentina. No es allí donde vale la pena detenerse. Pero eliminando cargos jerárquicos en la AFIP o el PAMI, por caso, cree el gobierno que toma un crédito social necesario para avanzar posteriormente en medidas justificadas en la previa prédica ejemplar. Es una estrategia, por lo demás, que transita el recorrido camino del descrédito de la política, campo orégano, en provecho de una tecnocracia que, sin embargo, anda experimentando las dificultades que entraña el ejercicio de administrar. Aprende el macrismo que ejercer el poder no es lo mismo que comentar.
(Más información en la edición gráfica número 1080 de la revista ANALISIS del jueves 21 de junio de 2018)