Corría el mes de agosto y el pesimismo reinaba en las casas de los vecinos del barrio San Carlos de Nogoyá. Lo que había empezado siendo una lucha pujante había entrado en una meseta que fue fogoneada por el poder empresarial, en complicidad con poderes del Estado y con el acompañamiento de gran parte de los medios locales. Ese combo había desesperanzado a los vecinos que no dejaban de indignarse día a día con lo que sucedía con las empresas BioNogoyá y Glycopharma, dos firmas del Grupo Bolzán. Cabe aclarar que en Glycopharma los Bolzán son socios en una empresa conformada por distintos productores de biodiesel del cordón agroindustrial de Santa Fe. El director de la firma es Sergio Alejandro Airoldi, quien está registrado ante la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) como asesor de empresas, mientras que el director suplente es Carlos Antonio Longone, quien factura como monotributista y declaró ser estudiante.
Estas dos empresas contaminaron sistemáticamente a Nogoyá, aunque el principal problema es con BioNogoyá por el tiempo acumulado. El valor agregado a la cadena productiva sumado a la creación de puestos de trabajo son los principales motivos para que los empresarios hayan encontrado el respaldo del poder político. Los distintos gobiernos provinciales y municipales ampararon y dieron luz verde a los empresarios sin mayores controles. Fue el reclamo ciudadano, que encontró un nuevo impulso luego de un informe periodístico de Cuestión de fondo (Canal 9 Litoral) el que comenzó a limitar la impunidad empresarial a la hora del tratamiento de residuos. Cabe el recuerdo: el municipio permitió que la empresa construyera una rama de la red cloacal pública para que los desechos se arrojaran al sistema vecinal, algo que colapsó en más de una oportunidad en distintos puntos de la ciudad.
Pero una de las excusas que usan los políticos a la hora de explicar las bondades de las empresas es la generación de empleo. Para esto también es importante el rol del Sindicato de Petroleros, a cargo de Nicolás Ayala, donde están enrolados los trabajadores de BioNogoyá. De hecho, esto generó en su momento algún conflicto porque los trabajadores querían afiliarse al gremio de aceiteros y fueron los aprietes de la patronal y del sindicato los que impidieron el traspaso.
Tras los despidos que se conocieron este año, ANÁLISIS tuvo la posibilidad de acceder a los testimonios de dos ex trabajadores de BioNogoyá en los cuales queda explicitado cómo ha obrado la empresa en cuanto a la cuestión ambiental y los riesgos de trabajo. Ambos prefirieron preservar el anonimato para evitar cualquier tipo de represalia por parte de la patronal o de la burocracia sindical.
Los despedidos explicaron que el problema ambiental tiene que ver directamente con la sobreproducción que lleva a cabo la empresa: “La planta estaba preparada para producir 6.500 litros por hora y la teníamos a 7.000 por hora. Esos 500 litros extra generaban más desechos de los que podía soportar la capacidad. Si la fábrica produciría en la capacidad que debería, tendría mucho menos problemas de desechos y no se volcaría lo que se vuelca. Siempre se va a volcar en la industria, pero si no se sobreproduce se desecha menos. Lo que pasa es que siempre que se busca ganar la mayor plata posible”.
(Más información en la edición gráfica número 1091 de la revista ANALISIS del jueves 6 de diciembre de 2018)
