Mientras la Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos se encuentra preparando una edición especial de algunas de sus obras, la escritora, poeta y narradora recibe a ANÁLISIS en el interior de su paisaje; habla de las cosas que la constituyen, desenreda la luz de sus heridas, desarma los ideales del poeta, con la humildad y la timidez, rota apenas, que la caracterizó siempre.
Por Sofía Arnaudín
Alcira González de Carboni. La Tuky. Así la conocen todos y todas. Así firma cada libro, cada poema. La Tuky nació y vive en Gualeguay, pero se crió en Estación Lazo, un pequeño poblado rural a 30 kilómetros de la ciudad y donde pasó lo más tierno de su infancia. “La gente que es feliz en la infancia es feliz en la vejez, si llega a viejo”, dice, parafraseando los dichos de la gente del pueblo; esos que escuchó en almacenes, pasillos, escuelas, galerías, patios; palabras que la guían y que la llevan a reconstruir ese aire, esa atmósfera; vitalidad que la acompaña día a día.
La Tuky escribe para componer los lazos heredados. “Cuando niña, me miraba al espejo y pensaba: soy una indiecita perfecta… piel mate, ojos oscuros que se vuelven una rayita cuando me río, pómulos altos y pelo azul extremadamente lacio. Mi padre me contaba que allá, en la raíz había sangre minuán: Y eso me gustaba”, escribe en Tan solo un soñador, lanzado en 2018 por Editorial de la Universidad de Concepción del Uruguay (UCU) y que busca acercar el origen al presente; conocer la integridad de cada palabra, de cada gesto. Y así lo es con todo.
Despliega sus libros sobre la mesa del living, los muestra con amor, cuenta la historia que hay detrás de cada uno. “Bajo palabra, fue el primero que edité por mí misma, en 1996, con Juan Meneguín (Ediciones Río de los Pájaros de Concordia); tenía una editorial hermosa. Las editoriales tienen que estar supervisadas por un poeta porque saben que, si cambias una palabra, cambias todo el sentido de la poesía”, reflexiona y sigue: “Este otro libro me salvó de la muerte de mi nieto porque escribí todo el proceso y fue sanador… Estos cuentos no son míos. Son cuentos que escuché en Estación Lazo y los he escuchado en otras poblaciones entrerrianas”, relata Alcira González de Carboni, barajando libros entre sus manos, invitándonos a esa adoración; la del fruto de su vientre.
Tuky, la heroica
Tiene 82 años, escribe desde niña. Los concursos literarios la animaron a mostrarse; a romper algunas barreras de la timidez en busca de esa convalidación inicial, y así lo logró, por primera vez, en 1977.
(La nota completa en la edición gráfica número 1128 de la revista ANALISIS del 24 de marzo de 2022)
