Pobreza. Cuánto se dice con tan poco. Su alcance impiadoso es tan vasto que siempre son escasas las explicaciones y nos empuja a retomarla. Puede ser consecuencia o excusa. Eso sí, está cada vez más cerca. Al acecho. Entramos en un tobogán del que debemos salir, pero entre todos. Nadie, absolutamente nadie, se salva solo. Postales grises de la gran ciudad que podemos y debemos cambiar.

Por Néstor Banega

No estamos en un buen momento si de economía hablamos. Las explicaciones aparecen profusas y por doquier. Hay para todos los gustos, pero no entraremos a analizar esos desvíos interesados. La pobreza, una vez más, nos desafía. Nos enfrenta y obliga a mayores esfuerzos. No queremos que nos alcance.  Aun sin ser parte entendemos con claridad que quien la padece, sufre.

En la edición anterior de ANÁLISIS contamos cómo nos impactó el ir y venir de personas tirando improvisados carros buscando sustento en lo que otros descartan.  Alguien pidió ayuda desde un contenedor de basura y perturbados mostramos como a poca distancia de los centros de poder, la pobreza, en alguna de sus dimensiones, va y viene. Anda mostrándose cada vez más, como parte un alegato irreverente que no quiere ser oído.

Paisaje desolador y más preguntas

Y desandando los días, empezando a sentir fríos de otoño como prólogo de los más severos que llegarán en el invierno, nos topamos con un paisaje desolador. Que, para mal del cronista, es solo uno más entre otros tantos. 

Avenida Ramírez de la Capital entrerriana, a pocas cuadras de la terminal de ómnibus, junto a la puerta de una iglesia, un grupo de personas sobrelleva su existencia de la peor manera. No hay techo, lo imitan (sin lograrlo) plásticos que fueron bolsas para residuos. Solo el piso y vestigios de colchones o frazadas de otro tiempo suplen todo lo que la imaginación pueda y sirva para dar un poco de calor.

Esto que vemos y escribimos no es nuevo. No es desconocido para quienes transitan a diario por allí. Se han hecho eco de la situación, que persiste y se acentúa, algunos medios de difusión, en un abordaje dificultoso y valiente.

Es que los padres de un colegio cercano, trabajadores de la institución, transeúntes incrédulos han sido portavoces comedidos de quienes ocupan el lugar y pasan sus días poniendo en jaque la empatía. 

El asombro se dispara ilimitado y supera barreras que no creímos alcanzar jamás. 

¿Qué nos pasó?

No es error que preguntemos desde el nosotros. Debe ser así porque llegar a esto no es un accidente, ni cuestión de poco tiempo. Tanto es así que se oye cada vez más seguido hablar sobre personas en situación de calle. Más pobres que los pobres dentro de toda la pobreza que está a nuestro alrededor. 
Absorto y dolido por el cuadro algo debemos agregar. Nos propusimos en aquella conmoción del sinnúmero de carritos para juntar cartones responder al desasosiego. No hablemos de vulnerables, hablemos de vulnerados. Si. Vulnerados. Sin tanta vuelta. Todos entendemos. 

(La nota completa en la edición gráfica número 1130 de la revista ANALISIS del viernes 27 de mayo de 2022)