Con sabor agridulce

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Balance de Sionista: la amargura por no ascender y la satisfacción de una gran campaña

Pablo Rochi

Sionista estuvo a un partido de lograr el histórico ascenso a la elite del baloncesto argentino. En su segunda temporada en el TNA dejó bien en claro cuáles son sus pretensiones futuras. La desazón de estar muy cerca del ascenso se confundió con la satisfacción de haber cumplido una campaña digna.

“Bien muchachos. Buen juego. Ahora ya está. El año que viene vamos a ascender”. Las palabras del técnico Sebastián Svetliza minutos después de perder el quinto juego con Ciclista Juninense fueron algo así como una palmadita en la espalda de los jugadores.

La chance histórica de lograr el pasaporte a la elite del baloncesto argentino no fue para nada una utopía. Se estuvo cerca, muy cerca. Aunque después, al final, el ascenso terminó firmando contrato con los juninenses.

El Centro Juventud Sionista no tiene tantos años dentro de la Liga Nacional de Básquetbol. No hace ni una década estaba jugando en el torneo local, o a lo sumo en la Liguilla Provincial. Sin embargo, a pasos agigantados se fue abriendo espacio hasta lograr el respeto de todos. Y así como de un día para otro se vio codeándose en la segunda categoría del básquet nacional, ahora estuvo a punto de dar el gran golpe, el mismo que hace años el ambiente paranaense sueña tras el descenso de Echagüe en la temporada ‘95.

Naturalmente en el interior del plantel las sensaciones juegan a dos puntas. La bronca, la desazón y la amargura por sentir que la gloria se esfumó entre los dedos es una de ellas. La otra se archiva en la satisfacción de haber dejado todo y de haber cumplido una campaña digna y decorosa. En sí, Sionista estuvo nada más que a un triunfo de alcanzar el objetivo más grande que tiene un plantel en estos campeonatos.

A lo mejor, quién sabe, las palabras del técnico Svetliza apenas entró al vestuario dejaron un mensaje que no solamente coincide con la satisfacción del deber cumplido o con en anhelo de tomarse revancha, sino con una señal de que este equipo, este mismo equipo, será el que la próxima temporada intente llegar a la cima de la montaña.

No se esperaba menos

Sionista cumplió con lo que se esperaba para esta edición del TNA. El armado de un equipo talentoso, bien distribuido y de mucha calidad técnica hizo suponer de entrada que la mirada estaba puesta en lo más alto. La chapa de candidato nunca le cayó bien a ninguno de sus integrantes, especialmente al entrenador. Si bien negaron aceptar esa calificación, internamente sabían que el potencial daba para aspirar a mucho más que conformarse con estar entre los mejores.

Desde el arranque el mensaje fue clarito y a la vez bien interpretado por los jugadores: hacerse fuerte de local y no aspirar a poco en calidad de visitante. La consigna se respetó a tal punto que en su casa solamente perdió dos partidos en todo el año (contra Quimsa de Santiago del Estero y Ciclista Juninense), mientras que de visitante fueron varios batacazos los que dio.

En ese contexto, el equipo mostró diferentes caras. En sí fueron más los partidos buenos que los malos, técnicamente hablando. Y lo satisfactorio en todo caso fue que en el terreno de juego muchas veces disfrutó de distintas figuras. No dependió solamente de uno o dos jugadores. Rogers, Zilli, Vesco, Cantero, Heis, Bahler, Martina y Dobry se repartieron en varias oportunidades el Premio Chamigo al mejor jugador de la cancha.

Quizá, y más allá del sabor amargo que dejó la no coronación del ascenso, la amargura más grande estuvo dada sobre el final de la serie regular. Tras liderar en casi gran parte del torneo, un par de resultados adversos terminaron sacándole el primer puesto y ubicándolo en la tercera posición de cara a los playoffs.

Justamente, la instancia play off es un torneo aparte dentro del mismo campeonato. Y Sionista, tanto en cuartos de final ante Olimpia de Venado Tuerto como en semifinales contra Ciclista Juninense no fue el mismo equipo.

Si bien está claro que en estas instancias se juega mucho y son realmente batallas (el que pierde queda fuera del campeonato), el conjunto dirigido por Svetliza mostró ciertas desarticulaciones que muy pocas veces había evidenciado en el certamen: en defensa fue más débil y en ofensiva más estático, poco claro y más individualista.

En gran medida mucho tuvo que ver el rendimiento individual de sus artistas. Por lesión o cuestiones meramente basquetbolísticas quedó claro que algunos jugadores bajaron sus producciones dentro de la cancha.

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