Jorge Riani
El Consejo General de Educación de Entre Ríos quedó marginado del envío de dinero que el Ministerio de Educación de la Nación realiza cada año entre las provincias para financiar programas de capacitación docente. El origen del problema es de orden técnico contable, pero en el edificio de calle Córdoba y Laprida los sectores enfrentados en una encarnizada interna cruzan acusaciones que van desde los reproches de gestión hasta los cuestionamientos políticos. Al igual que en el caso de los alimentos vencidos -que también provenían de la Nación-, en la provincia las desprolijidades internas dejan caer otro recurso imprescindible, en este caso relacionado con la educación. La cartera que conduce Daniel Filmus en el orden nacional cerró el grifo de una partida casi millonaria, y ahora el interrogante se centra en saber si ese dinero está perdido o se podrá recuperar en el corto plazo. De la respuesta depende la viabilidad de un complejo sistema de cursos para los maestros entrerrianos.
Si en lugar de ser cursos de capacitación fuera harina vencida, sería un verdadero escándalo. Pero esta vez no es alimento incinerado lo que la pesadez burocrática con dosis de ineptitudes manifiestas hace que se pierda ante los ojos impávidos de los entrerrianos. Esta vez, lo que se perdió es una voluminosa cantidad de dinero que el Consejo General de Educación (CGE) debía recibir del Ministerio de Educación de la Nación para financiar cursos de capacitación docente. Así de grave también, como que se desperdicie comida ante el hambre de muchos.
Algunos dicen que no están perdidos los fondos, sino demorados. Otros consideran que la provincia debe empezar a olvidarse de ese dinero. Pero los unos y los otros coinciden en que la situación es de extrema delicadeza y que las responsabilidades hay que buscarlas en el mismísimo Consejo General de Educación. La diferencia de criterios está en el momento de señalar a los responsables, porque el caso ha puesto de manifiesto, una vez más, las duras internas que atraviesan transversalmente al CGE, y entonces hay acusaciones cruzadas.
En medio de la situación se despidió al contador encargado de manejar esos recursos de origen nacional, Gustavo Duarte, lo que también ha generado opiniones encontradas. Los unos -léase los funcionarios del palo del titular del CGE, Felipe Ascúa- dicen que sobraban razones para echar al funcionario. Los otros -léase el nutrido sector de funcionarios que fueron barridos hacia fines del año pasado y primeros meses del corriente- consideran que Duarte fue un chivo expiatorio.
Entre las versiones que han circulado desde el primer sector mencionado, indican que el contador Duarte no había cumplimentado con todas las rendiciones de cuentas “que eran de su total responsabilidad”, según se indicó. Para este grupo ahí estaba el origen del conflicto con el Ministerio a cargo de Daniel Filmus, por lo que “a partir del alejamiento de Duarte se solucionará el inconveniente y se retomará el envío de dinero”, agregó la fuente oficial consultada por ANALISIS. Hay que agregar que desde el palo oficial del CGE no se quedaron con esta situación, y fueron más a fondo con la crítica hacia el ahora ex funcionario, al deslizar que “hay información de que en algunos presupuestos que se hicieron, especialmente con profesionales del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), queda claro que se habían sobrevaluado gastos del servicio de catering para docentes que hacían los cursos, y lo más grave es que para esos servicios se habría contratado a familiares directos de Duarte”, indicó puntualmente la fuente.
Todo lo dicho se da en medio de una auditoría que la Nación está haciendo sobre los fondos recibidos por el CGE. El sector oficial difundió la versión de que “Duarte dijo que se sentía enfermo y comenzó a tomar distancia, hasta que se le rescindió el contrato. Los fondos están demorados por todo esto, pero con la salida del contador se supera el obstáculo y se liberará el financiamiento para 2005 aprobado en el Plan Global. Esto es así porque la auditoría contable ya terminó y ahora todo empieza de cero”, se narró.
El otro costado
Lejos de convalidar esta denuncia, desde el sector desplazado de ex funcionarios se ha insistido en que el contador “fue un chivo expiatorio” y se lo calificó como “un especialista en el manejo de fondos” de la red de capacitación, “un profesional serio, que era la mano derecha del ex coordinador de Planeamiento, Andrés Casaretto”, según se dijo también a este semanario.
Ambos bandos hablaron de que están en conocimiento de que el contador Duarte amenazó con hacer juicio al CGE o a su primera línea de conducción.
La campana que defiende el accionar de Duarte y que lo ubica como la última víctima de la limpieza de funcionarios, encuentra otras razones por las que los docentes entrerrianos se verán privados de acceder a cursos de capacitación. Indican desde este sector que el principio del conflicto está en “los errores que se cometieron al elaborarse el Plan Global”, que es el proyecto por el cual se justifican los pedidos de fondos sobre créditos disponibles. Aquí, este grupo centra la responsabilidad de los supuestos errores en la persona de Liliana Comar, a cargo de Planeamiento. Cuando este semanario pidió un ejemplo de esos errores, se indicó que “la información volcada en el Plan Global, aparece muchas veces con la estructura antigua del Consejo de Educación; así por ejemplo, se incluye la totalidad de los institutos superiores cuando en realidad ya pertenecen a la UADER (Universidad Autónoma de Entre Ríos)”. Como conclusión agregaron que “es evidente que se copió un programa anterior, se hizo a las apuradas durante un fin de semana, y esto lo advierten desde el Ministerio de Educación y ahí surgen las consecuencias”.
(más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
