Américo Schvartzman
(desde Concepción del Uruguay)

En el departamento Uruguay, el justicialismo triplicó los votos de la Unión Cívica Radical y del Nuevo Espacio. Aunque no obtuvo el mejor porcentaje de la provincia, sí alcanzó la mayor diferencia, que hará historia: casi 38 puntos sobre la segunda fuerza. Además, José Eduardo Lauritto ingresa al Congreso Nacional de la mano del gobernador Jorge Busti y en simultáneo, a la cola para la sucesión. El formidable operativo de prensa pergeñado por el propio mandatario provincial instaló la idea de que el triunfo fue aún mayor de lo que los números finales indicaron: dos días después de la elección, aún había comunicadores que creían que el oficialismo había obtenido cuatro diputados nacionales. En el Nuevo Espacio, la búsqueda de argumentos para la esperanza y no para la depresión.

Ya se sabe: “Todo es según el color del cristal con que se mira”, dice la vieja copla. Algo de eso sucede con las elecciones, no sólo este domingo. Pero también hay datos indiscutibles: el partido de gobierno gozó de una victoria que ni ellos mismos esperaban.

En el departamento Uruguay, el Partido Justicialista (PJ) le sacó la friolera de 37,85 puntos de diferencia a la Unión Cívica Radical (UCR), que quedó segunda. La Concertación del Nuevo Espacio Entrerriano ocupó el tercer lugar, aunque en la cabecera, Concepción del Uruguay, superó al radicalismo, que aún con Norma Ducret y su buena imagen, tuvo la segunda peor performance de toda la provincia, sólo superada por la de Gualeguaychú.

El ex intendente de Concepción del Uruguay no logró los mismos votos con los que llegó al municipio en 1999 pero anduvo cerca. Casi 18.000 uruguayenses apoyaron la candidatura de José Lauritto. Ahora llegará al Congreso Nacional, de la mano de Jorge Pedro Busti, el gran estratega del triunfo justicialista, después de una campaña en la que casi no lo mostraron, y en la que tampoco él habló mucho de Busti ni de los otros candidatos. Lauritto traccionó para el justicialismo porcentajes altísimos, que en la ciudad llegaron al 53 por ciento y en el departamento al 54,4.

Otro aspecto del fenómeno es la notable diferencia que obtuvo sobre la segunda fuerza: nada menos que 36 puntos en la ciudad, casi 38 en el departamento. Esa distancia configura en sí misma una cifra histórica, y habrá que ver si alguna vez alguien la supera.

Los datos colocan al ahora diputado nacional electo en la primera línea de los “hombres voto” del justicialismo entrerriano, y por eso mismo -tal como lo ambicionaba-, en carrera para 2007. Pero Lauritto no anda de la mano de Busti y del intendente Marcelo Bisogni (PJ) para no pelearse con nadie, y lo dejó claro cuando le preguntaron en Radio Mix si se sentía un títere del gobernador y de Carlos José Teta Scelzi, como se ocuparon de plantearlo algunos volantes anónimos de peronistas enojados con el Pato.

“Hay algunos que tienen la soberbia de creer que pueden elegirme un enemigo. Pero yo no llego adonde llego para pelearme con nadie, sino para aportar. No pienso destruir lo que me queda de vida peleándome con Fulano”.

Fulano, claro, puede ser Busti, el propio Teta o, incluso, Julio Solanas, uno de los contendientes para la Gobernación 2007 del Partido Justicialista -en caso de no haber reelección-; lista en la que ya habrá que ir incluyendo al vicegobernador Guillermo Guastavino, el gran ganador de Gualeguaychú. Depende de la idea que cada uno se haya hecho, pero si algo está claro, de una vez por todas, es que Lauritto no quiere pelearse con nadie.

El estratega

El gran artífice de la elección fue el mismo hombre que desde hace casi dos décadas maneja la vida del justicialismo entrerriano y de buena parte del destino colectivo de la provincia. Jorge Busti volvió a digitar los hilos y a tensar las cuerdas correctas para que todo saliera tal como lo diseñó. En sus dos años de mandato logró posicionarse a nivel nacional gracias a la llegada al Presidente Kirchner a través de su vice Guastavino. Aquellos tiempos en que el jefe de Estado ni siquiera lo recibía, quedaron en la prehistoria. En el pago chico, en ese mismo lapso, esmeriló a la oposición, recuperando a varios de los que en 2003 se fueron con el Nuevo Espacio o que amagaron hacerlo, como el propio Lauritto, pero también ordenando la tropa y ocupando todo el tiempo el centro de la escena, con una capacidad de generación de políticas de corto plazo en las que lo central, todo el tiempo, es la opinión pública. La oposición se desdibujó, y en ello hay bastante de mérito propio, pero también tiene que ver con el accionar inagotable del gobernador, que ha mostrado una notable capacidad de adaptación a los tiempos. “El Partido Justicialista soy yo”, podría decir Busti, “y esto también pasará”. Ya vio pasar a Antonio Cafiero y la renovación, a Carlos Menem y Domingo Cavallo, a Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde. Y su apuesta es ver pasar también a Kirchner. ¿Cómo dijo Lauritto? Ah, sí: “Los procesos de renovación se dan cuando una persona sigue siendo igual a sí misma y lo que cambia es la gente. Pero en el caso de Busti se ha dado una cuestión atípica”. Es el único dirigente capaz de cambiar con más rapidez que los hechos. De ahí su vigencia. No será Lauritto, como queda dicho, quien le ponga palos en la rueda. Antes bien, está dispuesto a ser su hombre, si no hay reelección.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)