Daniel Tirso Fiorotto
(especial para ANALISIS)
Amenazar al gobierno y al pueblo orientales con las diez plagas de Egipto y crear sospechas sobre su honorabilidad por la intención de localizar dos fábricas inmensas de pasta celulosa contaminantes, no parece una estrategia adecuada en boca de un gobernador y menos de uno que hasta hace poco promovió esas instalaciones aquí y promueve aquí una política sojera harto contaminante y taladora. La prudencia, una virtud, brilla por su ausencia en la política entrerriana, empezando por la cabeza, y las bravuconadas están a la orden del día. En materia de violencia, entre alertar y alentar sólo hay una letra de distancia.
"Nosotros nos reímos porque en Gualeguaychú hay un movimiento que se llama Movimiento Alpargatista de Liberación. Los que vivimos la década del 70 sabemos que estas cosas empiezan así, uno se ríe, pero si no se da un marco para que el conflicto se canalice, los que buscan medidas extremas son los que después actúan".
¿Qué intentó decir Jorge Busti? ¿Qué intentó advertir a unos y sugerir a otros? ¿Quiénes son esos “que buscan medidas extremas”?
Lo quiso aclarar luego de este modo, señalando que la oposición "va a generar que aquellos que buscan medidas extremas tengan vía libre".
¿Podría repetirlo? ¿Quién va a alentar qué cosa?
Más adelante garantizó a medias que él no promoverá nada que se salga del marco institucional, "pero tampoco voy a controlar lo que surja de las organizaciones no gubernamentales, en la medida que el marco institucional no encuentre la salida a esta crisis".
¡¿Cómo?! ¿Qué intentó decir allí?
La palabra “pero” contrapone un concepto a otro. Si los dos países no encontraran una salida como nosotros pretendemos y alguna ONG decidiera cualquier cosa, fuera del marco institucional, ¿el gobernador dejaría hacer? Eso es lo que dijo, está claro, pero ¿por qué tenemos que pensar que los hermanos orientales soportarán sin límites estas amenazas del “neomalevo” concordiense?
Tan malevo para amenazar vecinos como bataclana fue en la garufa de los ´90 para entregar la empresa de energía, el frigorífico, el banco, el canal estatal, el dragado, los trenes, las telecomunicaciones, todo a multinacionales en su mayoría estadounidenses u otros grupos foráneos; y promover la concentración de las propiedades en el transporte (Flecha), en el comercio (hiper), en el campo... Cuando debió hacer pata ancha de verdad, ahí fue que le dio por revolear la cartera, la bien recordada cartera menemista.
Como su fuera poco, del otro lado del Río de los pájaros no se cansan de enrostrarnos a los entrerrianos que nosotros festejamos hasta hace poco la promesa de pasteras, y en verdad el que divulgó que estaban avanzados los trámites para la instalación de dos o tres plantas celulosas con inversiones millonarias en Entre Ríos fue Busti, de modo que él está más obligado que nadie a cuidar las formas y preservar al máximo la hermandad. Sin contar las políticas contaminantes que son un clásico ya en nuestra propia tierra, con serias advertencias de estudiosos sobre efectos nocivos sobre la salud y la biodiversidad, y sobre las cuales el gobierno se hace el sordo.
Lo que se ve, en cambio, es una propaganda repleta de amenazas, con la idea (cabe suponer) de atribuirse el logro si algún organismo decidiera frenar las construcciones, y así quedar en la memoria de cuatro giles de su entorno y conseguir al mismo tiempo que miles de uruguayos nos tomen por patoteros.
Sabemos que si algo tienen los Alpargatistas de Gualeguaychú es creatividad y compromiso social. Se nota en su lucha justa contra la eventual contaminación. Pero el rey de los previsibles y veletas, en lugar de embarcarse en esa creatividad sin parangón, en vez de dejarse inundar por la capacidad de inventiva, por la imaginación sin límites de los gualeguaychuenses, mira las cosas desde su estrechez, desde su esquema anquilosado, desde su espesura, para presentarlos ligeros y violentos. Por sentido común, debe desprenderse de sus palabras que los Alpargatistas de Gualeguaychú no buscarán soluciones pacíficas sino otra cosa llegado el caso. Y si en verdad son partidarios de la infinidad de medidas pacíficas (como nosotros estamos convencidos que lo son), ¿por qué entonces generar sospechas aprovechando el singular y atractivo nombre de su organización con ese cobarde “animémonos y vayan”?
Tampoco voy a controlar
La aclaración de Busti deja más dudas todavía. “Tampoco voy a controlar lo que surja de organizaciones no gubernamentales en la medida...”
¿Qué quiso decir? Está clarísimo: que si después hay violencia, no lo culpen a él. Algo así como “yo se los dije”... Que si a los muchachos se les va la mano, no digan que no se los advertí... ¿Eso intenta decir?
Ya amenazó con cortarles el gas, y después se enteró de que no necesitaban el gas. Ya quiso cerrarles el grifo, y el grifo está cerrado desde siempre. Sin embargo, el propio canciller Rafael Bielsa admitió que en las reuniones internacionales fue consultado personalmente, en presencia, y no abrió la boca por ejemplo con eso de seguir construyendo las plantas mientras se realizaban los nuevos estudios de impacto. Y tampoco denunció a la Nación por la falta de gestiones...
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
