Claudia Martínez
(especial para ANALISIS)
Hacía años que no daba un reportaje. Quien fuera ministro de Gobierno de la provincia, entre otros cargos, hoy dice que sus canas se deben a su paso por la función pública. El doctor Hermo Pesuto fue seminarista, amigo de monseñor Vicente Zazpe, obispo de Santa Fe. Dice que siempre fue y será peronista. Y reconoce que para volver a competir en una interna “hay que gastar una fortuna”.
“Yo la llamo”, dijo. Pero las horas pasaban y Hermo Pesuto nunca aceptaba la nota. Finalmente, la obstinación de su entrevistadora pudo más. Y cuando le mencionaron la frase “Usted es hincha de Unión de Santa Fe”, dijo: “Vengase que hacemos la nota”.
Había que entrarle por ahí, por una de sus debilidades. A pesar de ser un gran intelectual y docente, quien fuera funcionario de Mario Armando Moine no quería saber nada con hacer un reportaje, pero accedió ante ANALISIS por una media hora que se extendió más entre las presentaciones de sus nietos –tiene seis- y la charla sobre un original de Juan L. Ortiz que cuelga de la pared de su escritorio.
La casa es espaciosa y está ubicada en un lugar maravilloso, de cara al río. Pesuto esperó paciente y el reportaje se terminó con un gentil “tengo que ir a comprar un regalo”.
El doctor Hermo Pesuto nació en San Guillermo, al noreste de Santa Fe, se fue a estudiar al Seminario a los 10 años y cursó el Bachillerato en Filosofía y Teología.
-¿Y qué pasó con su carrera?
-Tenía un obispo que era el de Rafaela y cuando se fundaron las diócesis a Rafaela fue Vicente Zazpe el obispo. Zazpe era un tipo especial, hablé mucho con él. Yo quería ser cura de una forma determinada y no lo encontraba en los párrocos de ese momento: los curas que engordaban, que terminaban haciendo otras cosas.
-Y que de asistencia social no tenían nada…
-Yo había terminado de leer un libro que se llamaba El diario de un cura rural, de Georges Bernanos, y se lo comenté a Zazpe -Vicente le decía yo- y le dije: “Mire, esto ni es para mí”. “Bueno -me dijo-, andate un año, pero no te vayas porque necesitan curas”. Me fui, trabajé un año en Santa Fe, pero en ese momento hubo un terremoto en Chile. En la Presidencia de Chile estaba el viejo Eduardo Frei -el papá del presidente-, a quien conocí cuando era chiquito. Como siempre fui peronista y Perón no estaba en ese momento: el que estaba en Argentina era Horacio Sueldo, que integraba la fórmula con Matera, que era presidente de la democracia cristiana. Sueldo convoca a ir a ayudar a Chile por el terremoto. Salimos en tren desde Santa Fe, yo era menor de edad y me metí. Era un viaje largo, como de 60 horas; laburamos para los chilenos. Ahí conocí a una estudiante de Abogacía que era consejera del Ateneo de Derecho. En ese momento se fundaba en Ateneo, que después iba a ser el germen del grupo montonero, después fue mi mujer. Ella era de Viale, volvió de Santa Fe y le dije a Zazpe que no volvía al Seminario. Tras cartón me tocó el servicio militar, me tocó Paraná. Hice la colimba acá, nunca había venido a Paraná. “Nadie es profeta en su tierra”, eso es un precepto evangélico. Cuando estaba estudiando Abogacía, fue el golpe de Onganía, el 28 de julio del 66. Ahí cerraron las universidades.
-Tuvo que dejar la carrera.
-Dejé la carrera. Salí de la colimba, me casé, tuve tres hijos (Iván, de 37 años, Gabriela, de 33, y Julieta, de 31) y terminé. Esto gracias al enorme esfuerzo de mi mujer y de su apoyo. Me fui quedando en Paraná por esas ironías de la vida. Venía a tomar mate en un lugar que era el colegio mayor universitario que se llamaba Pío XII, donde hoy es la Universidad Católica, donde doy clases.
-Las vueltas de la vida…
-Conocí mucha gente ahí, lo conocí a De Zan, entre otros. Estando ahí, un día me llamó monseñor Tortolo. Yo me volvía a Santa Fe. Me dijo: “Vos sabés Latín y Griego. Necesito un profesor joven y laico para que enseñe Latín y Griego”. Di clases de Latín y me quedé en Paraná. Más tarde concursé en Tribunales. Soy un santafesino por sangre pero entrerriano por adopción. Hace ya 38 años de esto.
-¿Cómo se vincula a la política?
-Siempre fui peronista, siempre milité, vengo de una familia estrictamente peronista. Mi mamá cumplió 93 años -está divina-. Mi papa murió hace 14. Allá en el norte de Santa Fe me enseñaron cómo era el peronismo. Recibí de Evita el bolo a tiento, las 11 camisetas, los 11 pantalones, los 11 pares de medias. El libro de la escuela primaria donde iba en mi pueblo era La razón de mi vida.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
