Pablo Rochi
Nació en San Justo, provincia de Santa Fe, pero gran parte de su corazón está en Paraná. Llegó en el 2000 para estudiar Ciencias Económicas y sin embargo cayó de rebote en Echagüe. En el AEC creció y después se fue a Sionista, donde se consolidó como un gran jugador. Es, sin dudas, el emblema del conjunto paranaense, el equipo sensación de la Liga Nacional A. Cara a cara con ANALISIS, Alejandro Zilli dio a conocer más detalles de su personalidad. Soñaba con ser arquero de Colón de Santa Fe, pero al final el fútbol lo defraudó. Su familia, el amor por su vieja, Echagüe y Sionista y el deseo de levantar la copa en nuestra ciudad. “Meses atrás estaba desesperado por irme, hoy por hoy valoro más otras cosas. El problema de salud que tuvo mi mamá me hizo ver que hay que valorar más otras cosas. Hoy quiero triunfar en la Liga. Aunque sea ser alguien importante, ganar algo en nuestro país, en Paraná”, aseguró.
-Qué tranquilidad que otorga una campaña como la que están haciendo. ¿Tuviste otra temporada igual, en la que el equipo fuera tan bien?
-Tuve temporadas tranquilas. No sé si como esta, pero me acuerdo en la 2001/02 en Echagüe, en aquel equipo que dirigía Silvio Santander. Ese año también desde el arranque anduvimos bien. Después, acá en Sionista en la 2004/05, en aquella temporada que llegamos a la semifinal y casi ascendimos. Esas dos fueron muy tranquilas. Igualmente no se puede comparar con la Liga Nacional, es otra cosa.
-Vos que empezaste bien de abajo, ¿dónde descubrís la diferencia entre jugar en la Liga A y el TNA?
-Yo lo noto en el juego mismo. La Liga está bueno porque jugás mucho más el uno contra uno. En el TNA, al haber menos calidad de jugadores por ahí soltaban al más flojito y te doblaban la marca y hasta te la triplicaban. En el TNA no todos tiran de 3 puntos. En la Liga A todos tiran, todos juegan bien. Entonces, no van a dejar a uno solo para duplicar la marca. Con ello se juega más el uno contra uno. En la A hay más calidad y es menos áspero que el TNA. Jugar la Liga A está muy bueno, se nota mucho el cambio. Aparte, se le da más bola… es la crema, ¿me entendés?
-Y ahora que estas allá arriba, ¿recordás tus inicios?
-Yo empecé a jugar al básquet a los seis años en San Justo. A su vez jugaba al fútbol, que era lo que más me gustaba. Era arquero y me defendía bastante bien. Como mi viejo fue arquero yo quería ser como él. Yo jugaba al fútbol en Colón de San Justo y al básquet en Sanjustino, que son la contra. Al fútbol jugaba porque era lo que me gustaba y al básquet porque todos mi amigos lo jugaban.
-¿Nunca se te dio por seguir atajando, probarte en otro lugar?
-Tuve algunas chances. Fui a probarme a Quilmes, a Rosario Central y a Colón de Santa Fe. En Colón habré estado como cuatro meses practicando con la Quinta de AFA; tenía 17 años. Me cansé porque no tenía el pase, tenía que viajar a Santo Tomé todos los días y era mucho gasto; mi vieja me bancaba los gastos. No fue fácil, fue complicado, aparte me di cuenta de que la vida del futbolista es mucho más sacrificada. Después de unos meses y al no contar con el pase decidí dejar el fútbol para dedicarme al estudio. Eso fue en el 2000, año en que me vine a Paraná a estudiar Ciencias Económicas.
-¿Pero a esa altura jugabas al básquet?
-No, lo dejé, ese año fue que dejé el básquet. Era segundo año de juvenil y tuve que dejar porque no me daban los tiempos. Le aposté al fútbol pero no se me dio. Aparte, había muchos acomodos. En el fútbol desde las divisiones inferiores ya notás que hay un negocio de por medio, es un ambiente raro. Para mí en el básquet es más sencillo llegar, si tenés condiciones llegás. En el fútbol hay un millón de pibes que tienen muchas condiciones y se quedan en el camino porque hay mucho acomodo.
-¿Sentiste eso cuando estabas entrenando en Colón o en Rosario Central?
-Sí, ni hablar. Una vez me estaba probando en Rosario Central y ahí también practicaba el hermano del arquero de Colón, Burtovoy. El vago era triste atajando y todos opinaban lo mismo, pero quedó porque era el hermano de Burtovoy.
-Hoy vivís de una profesión que antes ni se te cruzaba por la cabeza. ¿Cómo te considerás: un tipo con suerte, un laburador, alguien que supo aprovechar las oportunidades…?
-De todo lo que te imagines. El año que vine a Paraná para estudiar pregunté si podía jugar en Echagüe, me acuerdo que estaba Silvio Santander como técnico. En su momento me contó que estaban con el Campus de Reclutamiento, que ya estaban los chicos que iban a jugar el TNA. Igualmente me dijo que pruebe. Me hizo venir en pleno enero para jugar; me maté entrenando. A todo esto yo no tenía ni idea de cómo era el TNA. Pero entrené, me sacrifiqué mucho y también aprendí mucho.
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