D. E.
En el oficialismo no se piensa solamente en la fecha del 28 de junio, en que habrá elecciones legislativas. No pocos hombres del gobierno entrerriano observan con preocupación lo que sucederá después, ya que se profundizará la distancia entre el gobernador Sergio Urribarri y el ex mandatario Jorge Busti. Ambos saben que el PJ ganará las elecciones en Entre Ríos y que se inicia el camino hacia 2011, por lo que será inevitable una contienda interna. Urribarri pretende la reelección junto al matrimonio Kirchner, aunque no lo diga públicamente. Busti quiere ser presidente del Consejo Nacional del PJ, ser un aliado fuerte de Carlos Reutemann y también llegar a un cuarto mandato como gobernador, aunque otros estiman que desde el poder central –si el ex corredor de Fórmula Uno llega a la Casa Rosada– lo convencerán para ocupar un cargo clave en el gabinete nacional.
“Lo que está haciendo ahora en la campaña, no sé si lo hará por él mismo en los próximos meses: en menos de un mes hicimos 9.700 kilómetros en territorio entrerriano. El hombre se está midiendo”. La frase pertenece a un colaborador directo del ex gobernador Jorge Busti y es una demostración de que el actual diputado provincial no solamente está trabajando en la campaña por el lote de candidatos a legisladores nacionales, que encabeza Raúl Barrandeguy e integra su esposa Cristina Cremer, sino que, a su vez, está poniendo a prueba su consenso.
“Busti se va a morir en el sillón de Urquiza, vaya a saber a qué edad, pero estará allí, aferrado, disfrutando aún de sus últimos minutos de vida en su sexto o séptimo mandato; vaya a saber”, dijo a ANALISIS una vez un encumbrado dirigente del peronismo entrerriano. Era el año 2002 y el concordiense ya pensaba en su tercer mandato, en medio de un gobierno, como el de Sergio Montiel, que se caía a pedazos por la crisis.
Esa misma sensación previa al poder vivió Busti en 1986, en 1994, en 2002 y nuevamente la está sintiendo en estos días. Con menos pelos, más años en el almanaque y en el cuerpo –pese a que se sigue levantando todos los días a la 5 de la mañana, para hacer footing en el improvisado gimnasio que tiene en su departamento, leer los diarios, los sitios periodísticos en Internet y escuchar las radios–, en principio había decidido tener un bajo perfil en la campaña, pero no lo pudo aguantar. “Es más fuerte que él; todos los días se desafía, se pelea con su espejo; tiene la necesidad de demostrarse a sí mismo que puede más y que está en condiciones de seguir”, acota un amigo personal.
Tanto Sergio Urribarri como Busti saben que el oficialismo ganará las elecciones en Entre Ríos. Que no habrá la diferencia de 2007, pero que los guarismos serán lo suficientemente contundentes como para seguir mirando hacia delante. El día 28 a la noche, tanto uno como el otro se adjudicarán el triunfo. Nadie va a hablar bien del otro, porque no habrá margen para los elogios, a segundos del inicio de una segunda etapa política, como casi siempre ha sucedido tras elecciones legislativas. Y menos con las pretensiones que ambos tienen. Con los guarismos en mano, aparecerán triunfos claves en Paraná, Concordia y Concepción del Uruguay, pero se estima que no será así en Gualeguaychú, donde ninguna encuesta da como ganador al oficialismo, habida cuenta del desgaste sufrido en el último año.
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