Desde hace años el Hospital San Martín es escenario de desidia e irregularidades protagonizadas por algunos profesionales que perciben un salario a cambio de simular ejercer una tarea que en realidad no realizan. El Servicio de Rehabilitación del nosocomio no es una excepción, siendo un claro ejemplo de ineficiencia y falta de ética de personas que se dedican a la salud. No es demasiado relevante el número de trabajadores que violan reglas, normas y derechos en su ámbito laboral dado que con sólo unos pocos que hagan oídos sordos a la ética profesional, el engranaje de la institución sufre un golpe notable que padecen los sectores más vapuleados. En este caso las irregularidades referidas tienen que ver con la escasez de espacio y aparatología en relación con la creciente demanda y el ausentismo o, más específicamente, las escenas que montan algunos profesionales que sólo fingen trabajar la cantidad de horas que el contrato laboral les exige, percibiendo por ello alrededor de 2500 pesos o más, con la complicidad de muchos que ven los incumplimientos y no lo denuncian.
Como todo servicio público, el funcionamiento del Hospitan San Martín de Paraná es de vital importancia para gran parte de la población de la capital entrerriana y del resto de la provincia, por lo cual la negligencia en su andamiaje trae aparejados diversos perjuicios, convirtiéndose en un hecho de suma gravedad. Pese a que las faltas y las arbitrariedades en servicios primordiales como la salud son frecuentes y aún parece persistir cierta impunidad sobre quienes los perpetran, también hay quienes los denuncian poniendo en riesgo incluso su propia fuente laboral. Lo lamentable es que aunque se eleve la voz para hacer aún más visible los mecanismos de los que se valen algunos profesionales para percibir una remuneración sin realizar efectivamente su trabajo, el escenario no cambia.
En la actualidad, el sector de rehabilitación del principal nosocomio entrerriano cuenta con una jefatura a cargo de la licenciada en kinesiología Alicia Stenger, nueve contratados y siete adscriptos. Según el área de estadísticas del hospital, es el segundo servicio que más prestaciones realiza –después de las guardias médicas-, atendiendo un promedio de 14.000 sesiones anuales. Siendo un sector con tanta demanda, resulta difícil creer que pueda responderla si sus profesionales no trabajan la cantidad de horas por las que cobran. Sin embargo, esto es lo que ocurre. Los contratados deben trabajar seis horas diarias y algunos sólo cumplen una. En ese punto aparece la figura del adscripto que trabaja más de las horas pautadas, con lo cual el servicio logra sostenerse por quienes trabajan ad-honorem hace, en algunos casos, hasta nueve años. Los empleados rentados trabajan la misma cantidad de horas o menos aún que los adscriptos en turnos repartidos de una hora y media, lo cual significa que ambos grupos de profesionales atienden igual número de pacientes. Esto hace que las estadísticas no disminuyan nunca y permite que el área funcione con menos kinesiólogos rentados de los que la demanda hace necesarios.
Frente a este escenario, algunos de los trabajadores adscriptos dieron origen al expediente 14.494 que ingresó en la Secretaría de Salud el 8 de noviembre de 2006. A través de él, solicitaron la designación a planta permanente apoyándose, principalmente, en el hecho de cumplir con las mismas obligaciones que el personal rentado y en el incremento de la demanda, la cual se vio triplicada en los últimos 10 años. Ante el pedido Stenger, conocedora del crecimiento del área lo cual justificaría la contratación de kinesiólogos, contestó de manera negativa. En el expediente consta su respuesta de su puño y letra. Según su parecer, el tiempo en el desempeño de las funciones no acredita méritos y dejó en claro “la existencia de profesionales merecedores de cargos para desempeño hospitalario y que no guarda relación con el tiempo de asistencia o concurrencia al hospital”. De esta manera, derivó el pedido a la dirección del nosocomio para su posterior resolución, haciendo la vista gorda a las necesidades de un servicio de suma importancia dentro del sistema de salud.
Desde ese momento, el expediente recorrió diversas oficinas con un destino incierto. El 13 de junio de 2008 el Colegio de Kinesiólogos de Entre Ríos se expidió al respecto a través de una nota remitida al por entonces secretario de Salud Pública, el doctor Mario Elizalde, asegurando que pese al crecimiento de la demanda -conclusión que se desprendía de las estadísticas que el mismo nosocomio manejaba- hacía más de diez años que no había un nuevo nombramiento. Con ello, intentaba dejar en evidencia la falta de interés y compromiso para mejorar el área del hospital público más importante de la provincia. Pese a ello, y luego de más de dos años de tramitación, el 2 de febrero de 2009 el Departamento Personal de la Secretaría de Salud resolvió de manera negativa, argumentando falta de fondos para la creación de cargos.
(más información en la edición gráfica del semanario ANALISIS)
