Invitado por la agrupación Celeste de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (AGMER), visitó Paraná Jorge Rulli. Ecologista, comunicador y militante político abocado a la problemática socioambiental, dictó un taller con docentes sobre el impacto de los agroquímicos. En diálogo con ANALISIS, Rulli se refirió a su labor en el Grupo de Reflexión Rural, del que es referente en materia de las denuncias hechas en relación con la instalación del complejo sojero en Argentina. Brindó su profundo análisis sobre las derivaciones políticas, sanitarias y económicas de la instalación de la oleaginosa en el país. Asimismo, en quizás el aporte más agudo, anticipó el escenario de los conflictos e intereses que se ponen juego a partir del reacomodamiento de los grupos de poder y organismos internacionales ante la alerta que despierta la evidencia de las consecuencias negativas de la sojización.
Silvio Méndez
Jorge Rulli es parte del colectivo que fundó el Grupo de Reflexión Rural (GRR), un espacio que nació a mediados de los 90 como parte de las denuncias contra el “modelo biotecnológico de commodities”. En el GRR es coordinador de la campaña “Paren de fumigar”, dentro de la cual ha publicado investigaciones sobre los efectos del uso de los plaguicidas en distintos pueblos del interior del país dedicados a la siembra de soja. Asimismo, es conductor y columnista radial y divulgador de prácticas de agricultura ecológica. Militante de la Juventud Peronista de joven, se dedica hoy a aportar miradas y pensamientos políticos en relación con los desafíos que plantea un escenario internacional de crisis global del capitalismo.
-¿Cuál es el planteo que lo trae a Paraná?
-El taller es parte del trabajo que venimos haciendo para esclarecer sobre cuestiones básicas que se han ido olvidando en los últimos años y han vaciado la política de ideales y contenidos. El tema de las fumigaciones nos abre a dialogar sobre el modelo rural y la globalización, de las nuevas reglas, los mercados internacionales, los roles que son asignados a los países pobres y de cómo se van generando estas políticas, que yo llamaría de una nueva dependencia. Hay una gran dificultad y resistencia de verlo como modelo colonial. Sobre todo en los últimos tiempos se ha insistido en verlo de forma horizontal, en términos de izquierda y derecha. Y no hay una mirada histórica que nos permita entender que éste es un nuevo modelo colonial, como pudieron ser otros, y que hay que entenderlo en el presente. Los problemas que tenemos con la soja los tiene Uruguay con la pasta de papel, Chile con el salmón y cada país con algún tipo de bien común que tiene que ceder a un mercado global que no se satisface nunca y nos atosiga de propaganda e ideas perversas que nuestros intelectuales comparten. Como que los transgénicos van a resolver el hambre del mundo.
(más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
