Hugo Remedi
Mientras entretenía al resto de la fauna política con la cantinela de que no era hora de pensar en las elecciones del 2011, el gobernador de la provincia, Sergio Urribarri, comenzaba bien a principios de año a desandar el recorrido de los indispensables cierres electorales.
El 2009 no había terminado de la mejor manera, aún se sufría la tremenda derrota electoral del 28 de junio y había que enfrentar la incertidumbre económica que sobrevendría, producto de que el mundo había estallado en pedazos financieramente hablando.
Urribarri tenía en mente originalmente votar en forma desdoblada a la nacional, es decir apostaba a despegarse de la fecha de octubre de 2011. Sin embargo, las circunstancias futuras lo terminaron metiendo en el mismo sendero electoral que los K.
Aunque cruzado por la realización del Mundial de Fútbol, con lo que ello implica, fue un año intenso el entrerriano, políticamente hablando. De modo tal que abordar su contenido anual en forma íntegra en una nota será casi inalcanzable. Es así que tratemos de analizar en esta oportunidad lo que ocurrió en el primer semestre del 2010.
Hubo, vale decirlo en primera instancia, movimientos con fuerte connotación político-partidaria, fundamentalmente por la profundización de la ferocidad de la interna peronista que día a día aleja cada vez más aquella remota posibilidad que aún muchos alientan en el sentido de que los peronistas, sean de uno u otro pelaje, van a terminar arreglando pese a todo.
Luce imposible, no porque la política no lo permita -a esta altura ya es demasiado permeable ante casos como estos-, sino porque, estratégicamente, no parecería ser ese potencial paso de unidad una buena idea para mostrar al gran público entrerriano, al que tienen asolado con denuncias cruzadas. Y sin interrogarse, cuanto menos, cómo se vuelve a la armonía entre “hermanos” después de semejante escandalete aunque la rima insista con que la política todo lo permite.
Jorge Busti, uno de los principales protagonistas del desafío, ya armó su propio partido y perdió a casi todos los integrantes de la vieja tropa pejotista.
Muy buen alumno
Urribarri recorrió en estos primeros meses del año el tablero mucho mejor de lo que seguramente especuló Busti.
Una de las claves para ser candidato, y sobre todo a gobernador, es tener cerrado Paraná, fundamentalmente, Concordia, Uruguay, Gualeguaychú y Paraná Campaña, luego vendarán en orden de importancia La Paz y Colón.
Partiendo de esa base, Urribarri no tenía (ni tiene aún con vuelo propio) candidato a intendente de la ciudad más importante de la provincia. La actual senadora nacional Blanca Osuna, y el ministro de Gobierno, Adán Bahl, electoralmente no suman lo necesario, por lo pronto, como para pelear con cierta garantía de éxito la Intendencia de Paraná. Una de las alternativas posibles seguía entonces siendo José Cáceres y quizás, la reedición de la candidatura del gremialista de los empleados de comercio, Daniel Ruberto.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
