Mirando lo sucedido el 14 de abril, tal vez la mayor incógnita pase por saber cuál será el comportamiento de los 18.697 concordienses que apoyaron a Eduardo Asueta y de los poco más de 10.000 que se repartieron entre los restantes candidatos a intendente del PJ. ¿Cuántos aceptarán esta vez respaldar a Enrique Cresto, a quien le negaron el voto en las PASO? ¿Qué pesará más en ellos, el rechazo al actual intendente o al candidato de Cambiemos Roberto Niez? ¿Cuántos se atreverán a quebrar la polarización y elegir a alguno de los otros dos postulantes, Domingo Ava y Andrea Ferreyra?
En las primarias, el presidente municipal conquistó 26.334 votos directos contra 18.776 de Niez. La brecha fue de 7.558. Pero todo cambia si se miran los resultados por partido. En esta última lectura, la distancia se agiganta hasta llegar a los 36.000 votos (55.046 versus 18.776). Haría falta que casi la totalidad de los votantes de Asueta - Bordet apostaran por Niez - Benedetti o -corte mediante- pegasen a Niez con Bordet, para que los números para la Intendencia se emparejaran y el escrutinio mostrara un cabeza a cabeza, escenario infrecuente en la "capital del peronismo entrerriano".
A la hora de analizar las estrategias de campaña, resulta paradójico que Enrique Cresto use la palabra "cambio" en sus mensajes. El intendente se enorgullece de las grandes obras, como el refuerzo de la Defensa Sur y la nueva planta potabilizadora, exhibiéndolas como resultados de su capacidad para gestionar; o sea, para lograr el apoyo del gobierno nacional, aprovechando su estrecho vínculo con Rogelio Frigerio, relación que no es nueva sino que hunde sus raíces en los tiempos en que el actual Ministro del Interior militaba en el peronismo y el concordiense lo respaldó desde la JP.
No menos paradójico es que Roberto Niez, que eligió por compañero de fórmula a un radical, procure acercarse a los peronistas que están desencantados con la falta de renovación del PJ, conducido desde hace décadas por la familia con mayor poder en la historia y en el presente del peronismo concordiense.
Por extraño que parezca, ambos prometen la "nueva Concordia" que fuera slogan de Eduardo Asueta. Cresto dice que ya la está construyendo. Niez responde que no habrá nada verdaderamente nuevo si siempre gobierna el mismo "clan".
El candidato de Cambiemos intenta desnacionalizar la elección, mientras que la militancia crestista le recuerda una y otra vez que es funcionario nacional, designado por Mauricio Macri.
Hasta el sábado 18 de mayo en que la expresidenta Cristina Kirchner anunció que será compañera de fórmula de Alberto Fernández, también Cresto evitaba cualquier definición a nivel nacional. Pero ni bien trascendió la noticia, se dejó llevar por el entusiasmo que despertó el "renunciamiento" de CFK y, sin la cautela de Bordet que optó por ser más ambiguo, terminó saludando a Alberto como el "futuro presidente de los argentinos". Para los viscerales anti K, el gesto sirvió para confirmar que Cresto es Cristina, al igual que, como contrapartida, el crestismo postula que Niez es Macri.
(Más información en la edición gráfica número 1097 de la revista ANALISIS del jueves 30 de mayo de 2019)
