Alfredo Bel es un referente agrario y también del militante que comprende que en la organización están en parte el camino hacia la concreción de los objetivos o demandas que promueven. Integra la Federación Agraria Argentina desde que ingresó a estudiar para ingeniero agrónomo y conformó en 1984-1985 el Centro Juvenil Agrario en Oro Verde. El diálogo que mantuvo con ANÁLISIS se canalizó de manera virtual, donde recorrió el camino de una participación política, gremial y ciudadana que sigue alentando para que el productor sea propietario de la tierra y la tierra sea percibida en su función social.
Por Nahuel Maciel
Alfredo Bel nació en Villa San Justo (Departamento Uruguay) el 9 de julio de 1965 y es el mayor de cinco hermanos. En rigor, su infancia transcurrió en la colonia Rincón del Gená; pero ya en esa época –el dato no es menor- San Justo contaba con centro médicos aptos para el parto a pesar de no tener en ese entonces mil habitantes. Además, su casa paterna estaba aproximadamente a 14 kilómetros de ese pueblo, camino de tierra y había que tener previsión. Así, aprovechando que un familiar vivía al lado de ese centro asistencial, su madre se instaló unos días antes de la fecha de parto.
Una infancia campesina, donde la unidad familiar productiva estaba centrada en la producción avícola, cuando no existían los sistemas integrados, la posibilidad de un comercio regional como lo es hoy el Mercosur ni siquiera estaba en los planes de entonces y donde la precariedad de medios se superaba con creatividad y constancia.
La secundaria la cursa en Rosario del Tala, aprovechando la existencia de una escuela técnica y que ofrecía el sistema de internado.
Fueron tiempos duros de desarraigo pese a esos casi 80 kilómetros que lo separaban de su hogar. Pero, sus padres que no habían ido a la escuela y sabían del hambre de la tiza y el pizarrón, redoblaron los esfuerzos para que los hijos no solo accedieran a la secundaria, sino en lo posible a la universidad.
En el diálogo que mantuvo con ANÁLISIS comparte su experiencia que lo llevaron a comprometerse con las banderas de la Federación Agraria Argentina y a una colonización en base a una unidad económica.
La historia lo enseña con dolor, por cierto. Tras el holocausto de la Conquista del Desierto que impulsó el genocida Julio Argentino Roca, el reparto de la tierra se hizo de manera indiscriminada entre los grados altos de los militares, unas pocas familias de la incipiente Sociedad Rural y para empresas ligadas al poder de turno, muchas de ellas extranjeras.
(La nota completa en la edición 1137 de la revista ANALISIS del jueves 22 de diciembre de 2022)