No, al Kirchnerismo NO

Alberto Fernández y Omar Perotti

La alianza entre el kirchnerismo y el peronismo conservador en Santa Fe.

Por Osvaldo Coni Cherep

Hace más o menos seis meses, escribí una nota donde explicaba que en el caso de una eventual segunda vuelta entre CFK y MM, me inclinaba por la primera. Los argumentos eran, si, de contenido exclusivamente económicos, y se sostenían en presuntos valores sociales que el Kirchnerismo sostiene, a diferencia del gobierno de Cambiemos. El inescrupuloso comportamiento del pejotismo K en las elecciones santafesinas terminó por convencerme de lo contrario: nunca jamás, los votaré. Y seremos miles.

Cuando un militante cree en una causa, tiene la obligación de observar dónde y de qué manera se consiguen los objetivos. Si la mirada es ideológica, si los objetivos que se persiguen están cumplidos por otra fuerza, por otras representaciones, nunca, jamás, se puede ir en contra de ellos, para favorecer a quienes representan o han representado, todo lo contrario a lo que se pretende conseguir.

Entonces, cuando los Kirchneristas, pongamos 35 mil o 40 mil Kirchneristas, que sabían perfectamente a quienes le estaban entregando el gobierno de la Provincia de Santa Fe , se la entregaron igual, aún a riesgo de perder un montón de objetivos cumplidos, y sólo para garantizar un presunto «número más» en una presunta ingeniería nacional, y terminaron abonando la concreción de un gobierno Frankenstein, compuesto de pedazos incompatibles y probablemente inservibles, esos militantes dejaron de ser militantes para convertirse en especuladores políticos que sólo piensan en sus beneficios personales. O sectoriales, que es lo mismo.

El Kirchnerismo ha protagonizado uno de los hechos políticos más bochornosos que vaya a recordar la historia política de Santa Fe: Esos hechos que se terminan de corroborar cuando los daños son irreparables, cuando las acciones que se concretan, cuando lo público pasa a ser un asunto de negocios de un grupo de particulares.

Promovieron la salida de un gobierno que, a lo largo de 12 años, consiguió cumplir con todos los objetivos que un gobierno progresista debe cumplir: priorizar la inclusión social, la salud y la educación pública, realizar las obras que igualan y permiten acceder a lo elemental a todos los sectores sociales, promover el desarrollo y la difusión de la cultura y de los artistas.

Fueron contra un gobierno que dignificó a los docentes, a los trabajadores públicos. Fueron contra un gobierno que edificó políticas inigualables en todo el país de integración y defensa de las minorías, un gobierno que recuperó y revalorizó al Estado como productor de medicamentos. Un gobierno que transparentó al Estado, poniendo toda la información al acceso de cualquier ciudadano. Un gobierno que nunca ordenó callar a nadie. Un gobierno que nunca reprimió a los trabajadores. Un gobierno que hizo del diálogo y del acuerdo una cultura. Un ejercicio real de la democracia.

Colaboraron para echar del Estado a un gobierno decente, sin causas de corrupción, con funcionarios sin sospechas de enriquecimiento. Con gobernadores que viven donde vivieron siempre, que pueden salir a la calle a caminar sin temer al reproche público. Con dirigentes que les guste o no, quedarán en la historia de la Provincia, como constructores de un cambio que sacó a Santa Fe de una eterna ciénaga de corrupción, medidas antipopulares, negocios de particulares con la cosa pública, ausencia de modelos de educación, de salud, el sistema judicial más antiguo de América Latina, la permanente intervención de la iglesia en la designación de los funcionarios y si, también, de funcionarios que mataban a Pochos Leprattis, que inundaban ciudades y se morían personas por la ausencia del estado, y si, también, con funcionarios que vendieron lo público, no sin antes fundirlo, como ocurrió con el Banco Provincial de Santa Fe.

Y no me vengan con la mentira del Narcotráfico y la inseguridad, que eso ocurre en Santa Fe y en cada ciudad de América Latina. Con la diferencia que acá los narcos van presos. Y cuando se les avisa que van presos, preguntan por diputados que no fueron precisamente oficialistas. Y todos se callan la boca. Y todos se hacen los boludos. Incluso aquellos que prometieron que nunca, jamás, se harían los boludos.

Por eso, somos miles y miles los santafesinos que no vamos a acompañar a los cómplices de la destrucción. No lo vamos a olvidar nunca. No habrá perdón político, ni corrección ideológica discursiva que lo remedie.

No podrán, jamás, explicar el daño que ocasionaron. En nombre de nada. De un retorno que no promete nada. De acuerdos con los mismos a los que acusaron de traidores. En nombre de un colectivo de resentidos que prometen Ministerios de Venganza, CONADEP para la Prensa que opina distinto, y si, un futuro que saben, no pueden ni podrán cumplir. Porque se acabó el viento de cola. Porque ahora les tocaría gobernar sin plata. Y no lo saben hacer. Porque nunca lo hicieron.

No. Al Kirchnerismo no.

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